África ante el encarecimiento de las vacunas

En febrero, los ministros de salud africanos reunidos en Addis Abeba declararon su compromiso con seguir priorizando la vacunación de los niños del continente para salvarlos de enfermedades que pueden ser mortales. Pero cumplirlo no será tarea fácil. La vacunación no solo es una cuestión sanitaria, también es un desafío económico.

Hay buenos argumentos para las vacunas. A escala global, se estima que evitan cada año entre 2 y 3 millones de muertes infantiles y 600 000 muertes de adultos. Además, se las considera una de las intervenciones de salud pública más eficientes para reducir las tasas de morbilidad, mortandad y discapacidad infantil. Un estudio reciente estima que cada dólar invertido en vacunación supone un ahorro de 16 dólares en costos de enfermedades evitadas. Contabilizando el valor que asignan las personas a vidas más largas y sanas, el retorno neto de las inversiones en vacunación asciende a unas 44 veces el costo (y el retorno neto supera al costo en todas las vacunas).

Se han hecho importantes avances. En 2014, la inmunización contra la difteria, el tétanos y la tos convulsa alcanzó al 86% de los niños, en comparación con menos del 5% en 1974. Y la cantidad y variedad de vacunas disponibles han aumentado extraordinariamente.

Pero se estima que en todo el mundo, unos 18,7 millones de niños están fuera del alcance de los programas de vacunación básica; se trata de un problema de acceso.

Un análisis detallado de los programas de vacunación revela importantes disparidades dentro de los países y entre ellos. Más del 60% de los niños no vacunados viven en solo diez países: la República Democrática del Congo (RDC), Etiopía, la India, Indonesia, Irak, Nigeria, Pakistán, Filipinas, Uganda y Sudáfrica.

La cobertura de vacunación básica es particularmente baja en África, y se estancó los últimos tres años, en un contexto de sistemas sanitarios débiles y faltos de recursos. Esto lleva a que uno de cada cinco niños africanos todavía no reciba vacunas que pueden salvarle la vida. Se calcula que en 2014, el 42% de la mortandad mundial por sarampión se dio en África.

La mayoría de los niños africanos subvacunados viven en Nigeria, Etiopía, la RDC, Sudán del Sur y Guinea. Los pobres, los residentes de áreas rurales y las familias con menor nivel de educación son mayoría entre los excluidos.

Es evidente que el éxito en materia de vacunación depende en gran medida del dinero. Además de falta de financiación adecuada para los sistemas sanitarios (todavía insuficientes e ineficientes, especialmente en áreas rurales), los países africanos tienen problemas para obtener las vacunas nuevas, más costosas.

La introducción de vacunas nuevas debería ayudarnos a salvar más vidas. Pero Médicos sin Fronteras calculó que con esas vacunas, el costo de inmunizar a un niño en 2014 fue 68 veces más que en 2001 para la mayoría de los países africanos. Otro estudio mostró que en 2001, el costo total del conjunto original de seis vacunas recomendadas por la Organización Mundial de la Salud era inferior a un dólar. En 2014, la lista de vacunas recomendadas por la OMS creció a once, y el costo llegaba a unos 21 dólares para los niños y 35 para las niñas. Si a esto se le suman los costos logísticos, que en la actualidad se calculan en unos 25 dólares por niño, el costo total de una vacunación completa hoy es entre 50 y 60 dólares por niño.

El mismo estudio determinó que en muchos países de ingresos bajos y medios, los presupuestos asignados no alcanzan para sostener los programas de vacunación, ni hablar de agregar las nuevas vacunas más caras. Varios ministros de salud señalaron en Addis Abeba que el alto precio de las vacunas obliga a los gobiernos de los países pobres a tomar difíciles decisiones respecto de qué enfermedades mortales prevenir.

Algunos países se enfrentan a otro problema inminente, cuando Gavi (la organización internacional que ayudó a financiar la extraordinaria expansión global de las vacunas nuevas) los considere “graduados” de los programas de asistencia y deje de darles apoyo. Sin acceso a los precios ventajosos que obtiene Gavi, muchos de estos países no podrán pagar las vacunas nuevas.

Para hacer frente a este desafío, la dirigencia política africana se comprometió a invertir en la capacidad del continente para desarrollar y producir vacunas propias. Pero es una estrategia a largo plazo que requerirá una planificación regional coordinada de las inversiones, desarrollo de mercados y mejores capacidades regulatorias. En el corto a mediano plazo, los países africanos harían bien en usar el poder de la negociación colectiva para obtener mejores precios por las vacunas que necesitan.

África puede y debe hacer más por mejorar sus programas de vacunación, pero la comunidad internacional también tiene una responsabilidad de hacer un esfuerzo concertado para abaratar las vacunas. La recién anunciada reducción del precio de la vacuna contra el neumococo es un paso en la dirección correcta, pero no es suficiente. Sin una acción colectiva, el acceso equitativo y sostenido a las vacunas en África seguirá siendo un gran problema, y se seguirán perdiendo vidas de niños.

Folake Olayinka, an Aspen New Voices Fellow, is a public health specialist with particular interest in immunization, maternal and child health, and infectious diseases. Traducción: Esteban Flamini

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