Por Chris Patten, comisario europeo de Relaciones Exteriores (ABC, 27/02/04):
Algo que los europeos han aprendido de la historia de la posguerra es que han conseguido preservar la paz y generar prosperidad creando asociaciones y construyendo un mercado común liberalizado. Estos éxitos derivan del desarrollo de un proyecto innovador de integración económica como base de una integración política más profunda. Desde la unión aduanera de los años sesenta hasta las actuales unión monetaria europea y naciente Política Exterior y de Seguridad Común, un proceso que ha durado cuarenta años ha traído la paz, la estabilidad y la prosperidad a Europa. Todo comenzó con la decisión de un grupo de seis países de poner en común sus recursos de acero y carbón; esa unión ha evolucionado progresivamente y, a partir del 1 de mayo de 2004, veinticinco países del norte, del sur, del este y del oeste de Europa se unirán en un proyecto sin precedentes que reforzará todavía más su cohesión tanto política como económicamente.
En 1995, los Estados miembros de la Unión Europea trataron de compartir con sus socios mediterráneos su experiencia de construir la paz a través de la prosperidad y la libertad firmando conjuntamente la Declaración de Barcelona. La Asociación Euromediterránea así constituida es la expresión política de la ambición común de veintisiete países de crear en torno al Mediterráneo un espacio de paz y prosperidad, proponiendo una asociación entre países soberanos y ciudadanos deseosos de comprometerse, de forma voluntaria, en un proceso global de reformas, resultados, desafíos y oportunidades. La visión de los socios reunidos en Barcelona era transformar la cuenca mediterránea en una zona de intercambios culturales, sociales y económicos que dieran paso a una zona de diálogo, comprensión y prosperidad. Desde 1995 los veintisiete socios mediterráneos han trabajado juntos en áreas tan diversas como justicia, derechos humanos, comercio, transporte, energía, patrimonio cultural, sociedad civil y estadísticas para realizar esta visión.
El pasado miércoles 25 de febrero, cuatro países árabes del Mediterráneo - Egipto, Jordania, Marruecos y Túnez- firmaron en Agadir un acuerdo de libre comercio, demostrando su voluntad política de abrir una nueva dimensión meridional de la Asociación Euromediterránea y dándole un nuevo impulso al objetivo de construir para el año 2010 un área de libre comercio que incluya a todos los socios del sur del Mediterráneo. Esta importante iniciativa subregional se inició en Agadir en mayo de 2001 y gozó desde el principio del apoyo entusiasta de la Unión Europea que vio en ella un importante paso adelante para las relaciones y el diálogo sur-sur en el Mediterráneo, así como para la conclusión de la zona euromediterránea de libre comercio. No es coincidencia que Agadir incluya de partida a los socios mediterráneos que más avanzados están en el proceso de asociación con la Unión Europea.
Combinando sus esfuerzos en un proyecto común de desarrollo económico, los cuatro signatarios van a establecer un mercado que abarcará a la vez el Magreb y el Mashrek, con más de 100 millones de personas y un producto interior acumulado de cerca de 150.000 millones de euros. Los países mediterráneos ya disfrutan de acceso preferencial al mercado de la Unión Europea. La Unión abastece más del 50 por ciento del comercio mediterráneo por lo que somos su primer socio comercial, mientras que el comercio de Estados Unidos representa el 11 por ciento. El nuevo mercado integrado mediterráneo atraerá un volumen sustancial de inversión europea en la región, contribuyendo así a la creación de empleo, tan necesaria en la zona, y estimulando el crecimiento económico. Este acceso al mercado comunitario se verá además aumentado con la ampliación de la Unión Europea: 455 millones de personas y un PIB superior a 9.500 millones de euros. A medida que esos beneficios comiencen a ser una realidad, confiamos en que otros países del Mediterráneo comprendan el potencial de la integración intrarregional como instrumento de crecimiento económico y se adhieran al Acuerdo de Agadir, convirtiéndose así en miembros de un área abierta de libre comercio, con las mismas normas de origen.
Al igual que la integración económica fue el punto de partida de la Unión Europea, el acuerdo de libre comercio entre los países del Mediterráneo también debería servir de base para un proyecto más ambicioso, un proyecto que ofrezca un futuro más próspero, basado en la comprensión y la tolerancia mutuas entre pueblos de distintas culturas y tradiciones. En Europa, la experiencia nos ha enseñado que la integración económica puede conducir a asociaciones duraderas de paz, que la integración regional produce una combinación más fuerte que la suma de todas sus partes. En paralelo a nuestro apoyo a la iniciativa de Agadir, en la Unión Europea nos proponemos encontrar formas más sofisticadas de expandir más allá de nuestras fronteras la estabilidad, la seguridad y la prosperidad de las que disfrutamos. En esto se basa nuestra Iniciativa por la Europa Ampliada, lanzada en marzo de 2003. Nuestro objetivo es desarrollar una política que ofrezca a nuestros vecinos progresos hacia las cuatro libertades fundamentales de la Unión Europea: la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas. Ello a cambio de reformas políticas y económicas tangibles que esperamos que nuestros vecinos emprendan, en su propio beneficio. A partir de nuestra experiencia y de nuestras obligaciones actuales, queremos desarrollar con cada uno de ellos planes de acción concertados en los que se defina específicamente el camino que vamos a recorrer conjuntamente con cada uno de ellos.
Ibn Jaldun, uno de los más grandes historiadores y especialista en ciencias sociales, escribió hace más de seiscientos años que «la civilización y la prosperidad dependen de la productividad y de los esfuerzos de las personas en todos los sentidos, en su propio interés y para su propio beneficio». El elogio que hace Ibn Jaldun de la iniciativa individual no siempre ha estado de moda, al igual que las ideas de los padres fundadores de la integración europea, que hubieron de enfrentarse al escepticismo de muchos. Pero la Unión Europea de hoy es la prueba de que la cooperación regional genera paz y prosperidad. La conclusión del Acuerdo de Agadir ofrece a los países del Mediterráneo la oportunidad de embarcarse decididamente en la misma dirección.