Al igual que en 1994, los cubanos protestan contra la amenaza mortal de un régimen

Manifestantes antigubernamentales marchan en La Habana, Cuba, el domingo 11 de julio de 2021. Cientos de personas salieron a las calles en varias ciudades de Cuba para protestar contra la actual escasez de alimentos y los altos precios de los productos alimenticios bajo el lema SOS Cuba. (AP Photo/Eliana Aponte)
Manifestantes antigubernamentales marchan en La Habana, Cuba, el domingo 11 de julio de 2021. Cientos de personas salieron a las calles en varias ciudades de Cuba para protestar contra la actual escasez de alimentos y los altos precios de los productos alimenticios bajo el lema SOS Cuba. (AP Photo/Eliana Aponte)

Millones de cubanos nunca habían visto algo parecido a las airadas protestas de calle que estallaron en La Habana y otras ciudades en Cuba durante el fin de semana.

Hace 27 años, una mezcla similar de hambre, frustración y miedo impulsó a miles de personas a salir a las calles a protestar. Pero en esa oportunidad no existían redes sociales que difundieran el descontento o preservaran un registro para la posteridad; la gente en Cuba dependió del boca a boca en 1994 mientras la indignación crecía. En aquel momento, como ahora, la fuerza motivadora fue darse cuenta de que vivían en peligro de muerte por culpa de su propio gobierno.

Hoy, una respuesta incompetente a la pandemia está matando a las y los cubanos. En 1994, el peligro fue más específico: según quienes sobrevivieron, el régimen de Fidel Castro hundió intencionalmente un remolcador que transportaba a un grupo de cubanos que intentaba huir a Estados Unidos. Al menos 37 hombres, mujeres y niños, incluido un bebé, murieron ahogados. El martes 13 de julio fue el aniversario de esa tragedia.

Jorge García perdió a 14 miembros de su familia, incluyendo un hijo y un nieto. El remolcador que embarcaron esa noche se llamaba 13 de Marzo en honor al día de 1957 en que un grupo de estudiantes universitarios intentó sin éxito asesinar al dictador cubano Fulgencio Batista.

He entrevistado a sobrevivientes y familiares, incluyendo a García, y la historia que cuentan es espeluznante. Tres remolcadores cubanos más grandes y veloces, con cascos de acero, persiguieron al remolcador de madera de 115 años de antigüedad y lo alcanzaron a unos 11 kilómetros de la costa. Allí, procedieron a dispararle agua a los ocupantes desde mangueras de alta presión para incendios. Luego, en la oscuridad de la madrugada, una de las embarcaciones perseguidoras embistió la popa del 13 de Marzo y lo hundió.

Los nombres de los que murieron nunca se han publicado en Cuba, sus cuerpos nunca han sido recuperados, y su fallecimiento nunca ha sido reconocido de forma oficial con certificados de defunción.

Los medios controlados por el Estado cubano citaron a sobrevivientes que culparon a los adultos que iban en el 13 de Marzo por aventurarse en un viaje ilegal en una embarcación insegura que le pertenecía legalmente al pueblo cubano. Pero después de que lograron escapar de Cuba, los sobrevivientes afirmaron que esas declaraciones habían sido obtenidas mediante coacción. Amnistía Internacional calificó a los fallecidos como “víctimas de una ejecución extrajudicial”.

Hubo 31 sobrevivientes: según sus testimonios, las tripulaciones de los barcos que los interceptaron se negaron a ayudarlos, pero al final llegaron varios cañoneros de la armada cubana y permitieron que subieran a bordo.

El relato de lo que el gobierno cubano le había hecho a su propio pueblo llegó en medio de los días más sombríos de lo que el gobierno de Castro todavía llama el “período especial”, cuando el colapso de la Unión Soviética cortó el sustento económico de Cuba. Ya desesperados por la escasez de alimentos, combustible y electricidad, los cubanos al parecer consideraron lo sucedido con el 13 de Marzo como la gota que derramó el vaso.

“La historia del hundimiento de un remolcador enardece a los cubanos”, reportó más tarde The Washington Post. La indignación tomó las calles. Una enorme multitud en el malecón de La Habana gritó el antes impensable “Abajo Fidel”. Como resultado de la enorme y creciente presión, Castro abrió la costa de par en par y miles de cubanos partieron hacia Estados Unidos en botes y balsas precarias.

Cuando hablo con los cubanos ahora, muy pocos tienen gran conocimiento sobre el hundimiento del 13 de Marzo o las protestas, pero casi todos aseguran que la situación actual es peor que en 1994. La inflación está desatada; hay nuevamente escasez de alimentos; y la pandemia ha privado a la economía, que ya agoniza debido a las sanciones estadounidenses, de los euros y dólares que necesita para poder sobrevivir. Con la renuncia en abril de Raúl Castro como líder del Partido Comunista, el gobierno es ahora dirigido por burócratas ineficaces que no se apellidan Castro.

El equipo del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha dicho que Cuba no es en este momento una prioridad de la política exterior. La Casa Blanca mantiene las sanciones impuestas por el gobierno de Trump así como el embargo económico que ya lleva seis décadas, el cual fue condenado el mes pasado en las Naciones Unidas por casi todos los países del mundo, excepto Estados Unidos e Israel.

El lunes 13 de julio, Biden emitió un comunicado en apoyo al pueblo cubano. Pero se necesita más que eso. Las fuerzas de seguridad cubanas han recuperado las calles por ahora, pero lo que sucedió el fin de semana fue extraordinario. Que manifestantes griten “No tenemos miedo” debería asustar a un gobierno que por mucho tiempo ha mantenido a su pueblo aterrorizado de incluso susurrar sus quejas.

Ponerle fin al embargo estadounidense en este momento privaría al régimen de su típica excusa para justificar todos sus fracasos. Demasiadas cosas están mal en Cuba como para que el fin del embargo pudiera salvar de alguna manera al régimen. Enviaría un poderoso mensaje al pueblo cubano de que “la tierra de la libertad” ha escuchado sus gritos de liberación.

Durante años después del hundimiento del remolcador, Jorge García intentó conmemorar el aniversario del 13 de julio, pero las autoridades cubanas siempre intervinieron. Este año ha logrado publicar un video sobre el hundimiento en YouTube. Es libre de hacerlo porque, tras salir de Cuba con la ayuda de diplomáticos estadounidenses en 1999, ahora vive en Florida.

Anthony DePalma es el autor de ‘Los cubanos: Vidas ordinarias en tiempos extraordinarios’.

1 comentario


  1. Pedir el final del embargo es hacer seguidismo, seguirel juego de la dictadura cubana. ¿Tan difícil es entenderlo?

    Cuba importa la mayor parte de alimentos y medicina de EE UU. No hay embargo si paga.

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