Alabanzas al descenso demográfico

Cada dos años, las Naciones Unidas emiten su estimación actualizada sobre las tendencias demográficas. Su proyección 2019 revela una fuerte división. En toda Asia, Europa y las Américas, ya se ha logrado o pronto se logrará la estabilidad poblacional, con una proyección mediana que sugiere un aumento de la cantidad de pobladores de 6,4 mil millones en la actualidad a 6,5 ​​mil millones en el año 2100, un aumento de tan sólo el 2%. En contraste, la ONU proyecta que la población de África se elevará de 1,34 mil millones a 4,28 mil millones.

Después de transcurridas unas cuantas décadas, las tendencias demográficas dependen fundamentalmente de los pronósticos de las futuras tasas de fertilidad, que son inherentemente inciertas. Pero en todas las economías desarrolladas del mundo, el patrón de fertilidad actual se ha mantenido durante un tiempo tan largo que parece probable que siga siendo una característica estable de la sociedad humana.

En todos los países económicamente avanzados, las tasas de fertilidad cayeron rápidamente entre finales del siglo XIX y la década de 1920, a medida que la disponibilidad de la anticoncepción se incrementaba, y se elevaba cada vez más la cantidad de mujeres que se liberaban de la esfera doméstica como consecuencia de la educación que recibían y su mayor participación en la fuerza laboral formal. Pero después de caer en muchos países por debajo de dos por ciento durante el período entre las guerras mundiales, las tasas de fertilidad aumentaron nuevamente en la era inmediata de posguerra, alcanzando alrededor de 2,4 en el norte y oeste de Europa, y algo más de tres en América del Norte.

Sin embargo, en el medio siglo transcurrido desde el año 1970, ha reinado un patrón notablemente constante en todos los países y en el tiempo. Dado que las tasas de fertilidad en el norte y el oeste de Europa cayeron por debajo de dos por ciento a principios de la década de 1970, y que las tasas en el sur de Europa bajaron a dichos niveles una década más tarde, las tasas en Europa nunca volvieron a subir por encima de dos por ciento, llegándose al actual promedio europeo de 1,6 por ciento y ni un solo país por encima del 1,85.

La tasa de fertilidad de Canadá nunca ha sido mayor a dos por ciento desde principios de la década de 1970 y actualmente es de 1,53; y, la tasa de fertilidad de Estados Unidos, tras haber caído por debajo del dos por ciento en la década de 1970, se elevó apenas por encima de esa marca en la década de 1990, sólo debido a que los inmigrantes recién llegados de América Latina inicialmente tenían tasas de fertilidad más altas que la población no hispana. Sin embargo, ahora que las tasas de fertilidad de los hispanos están cayendo rápidamente, el promedio actual en Estados Unidos es 1,78 por ciento.

En todos los países que han alcanzado un estatus de ingresos medios, y en aquellos donde las mujeres están bien educadas y tienen libertad reproductiva, las tasas de fertilidad están en o por debajo de los niveles de reemplazo. Debemos tener cuidado de no declarar una regla universal de comportamiento humano, pero parece que esta podría ser una regla. Las sociedades humanas ricas y exitosas eligen tasas de fertilidad que implican una disminución gradual de la población.

La mayoría de los comentarios convencionales lamentan la inevitable consecuencia de que la población en “edad de trabajar”, a menudo definida rígidamente como personas de 15 a 64 años, debe disminuir como proporción de aquellas personas de 65 años o más. Si las tasas de fertilidad no pueden ser forzadas a ser más altas, se argumenta a menudo que la inmigración debe ser aceptada como la única respuesta a la inminente escasez de mano de obra.

Sin embargo, en un mundo con un potencial de automatización en rápida expansión, la contracción demográfica es, en gran medida, una bendición, no una amenaza. Nuestra creciente capacidad para automatizar el trabajo humano a lo largo de todos los sectores (agricultura, industria y servicios) hace que una fuerza laboral en constante crecimiento sea cada vez más irrelevante para las mejoras en el bienestar humano. Por el contrario, la automatización hace que sea imposible lograr el pleno empleo en países que aún enfrentan un rápido crecimiento de la población.

La tasa general de fertilidad de la India ahora ha bajado a 2,24, y está por debajo de dos en todos los Estados económicamente más exitosos del país, como Gujarat, Maharashtra y Kerala. El promedio nacional sólo se mantiene por encima de dos, debido a que se tienen tasas mucho más altas en los Estados pobres de Uttar Pradesh y Bihar. Pero las altas tasas de fertilidad del pasado se traducen en que la población de la India, que actualmente es de 1,38 mil millones, probablemente alcanzará la estabilidad, en torno a los 1,65 mil millones, sólo en la década de 2050. Y, durante varias décadas la población en edad de trabajar de este país continuará creciendo aproximadamente en 10 millones de personas por año.

Este rápido crecimiento, a menudo aclamado como un bienvenido dividendo demográfico, es de hecho uno de los principales problemas económicos de la India. Si bien el crecimiento anual del PIB ha alcanzado un promedio de alrededor del 7% durante los últimos cinco años, este crecimiento ha sido impulsado por empresas líderes que utilizan tecnología de punta. La expansión casi no ha generado nuevos empleos, y una proporción cada vez mayor de la población de la India está desempleada o subempleada en el enorme sector informal de baja productividad del país. Por el contrario, China y Japón, que ahora enfrentan importantes disminuciones en la población en edad de trabajar, están en una mejor posición para adoptar la automatización sin temer consecuencias con respecto al empleo.

Por lo tanto, los mayores desafíos demográficos no se encuentran en los países que enfrentan una estabilización de la población y luego un descenso gradual, sino en África, que aún enfrenta un rápido crecimiento de la población.

Desde una perspectiva de la historia económica de los últimos 70 años, conocemos solamente una ruta comprobada que lleve de la pobreza a una situación de ingresos medios y altos, y esta ruta implica una fase en la cual se crean grandes cantidades de empleos en sectores manufactureros orientados a la exportación. Corea, Taiwán, China y Bangladesh siguieron este modelo de desarrollo, y muchos países africanos ahora también buscan hacerlo.

Pero ese modelo está bajo amenaza en un mundo donde la manufactura puede ser casi completamente automatizada, y donde gran parte de los trabajos de producción manufacturera, aunque sean muy pocos empleos, pueden regresar a los países desarrollados. Etiopía es uno de los países de África con las mejores políticas y perspectivas, pero incluso allí será casi imposible crear empleos con la suficiente rapidez para absorber a una población en edad laboral que se proyecta aumentará de 43 millones en el año 2015 a 110 millones en el 2050. Y, las perspectivas de Etiopía son mucho mejores que las de Níger, donde se proyecta que la población total crezca de 24 millones en la actualidad a 66 millones a mediados de siglo, y a 165 millones hasta el 2100.

No hay respuestas fáciles al desafío demográfico que amenaza el desarrollo económico de África. Pero al menos debemos reconocer que es en este continente donde reside la verdadera amenaza demográfica. La automatización ha puesto de cabeza la sabiduría económica convencional: ahora hay mayor prosperidad cuando se tiene menores cantidades de habitantes.

Adair Turner, a Senior Fellow at the Institute for New Economic Thinking and former Chairman of the UK Financial Services Authority, is Chair of the Energy Transitions Commission. His latest book is Between Debt and the Devil.  Traducción del inglés: Rocío L. Barrientos.

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