Alfa, beta y más

Incluso en tiempos normales, a los inversores, individuales e institucionales por igual, les es difícil averiguar dónde y en qué invertir. ¿Debería uno invertir más en las economías avanzadas o en las emergentes? Y, ¿en cuáles? ¿Cómo uno puede decidir cuándo, y de qué manera,  debe reequilibrar su propia cartera de inversiones?

Obviamente, estas opciones se tornan aún más difíciles en tiempos anormales, cuando se producen grandes cambios globales, y los bancos centrales implementan políticas no convencionales. Sin embargo, un enfoque nuevo y de bajo costo promete aliviar el desafío que enfrentan los inversores, y es aplicable a tiempos normales y anormales por igual.

En la industria de la gestión de activos, tradicionalmente existen dos tipos de estrategias de inversión: las estrategias pasivas y las activas. El enfoque pasivo incluye la inversión en índices que rastrean puntos de referencia específicos, por ejemplo, el S&P 500 para inversiones en Estados Unidos o un índice de instrumentos de renta variable en las economías avanzadas o en los mercados emergentes. En los hechos, uno compra el índice del mercado.

La pasividad es un enfoque de bajo costo – el seguimiento de un punto de referencia no requiere trabajo. Sin embargo,  ofrece únicamente  un resumen de lo bueno, lo malo y lo feo, porque no puede decir si uno debe para comprar en las economías avanzadas o en los mercados emergentes, y cuáles países dentro de cada grupo tendrán un mejor desempeño. Usted invierte en una cesta que incluye a todos los países o a todas las regiones específicas, y lo que obtiene se conoce como “beta” – el rendimiento promedio del mercado.

Por el contrario, el enfoque activo encomienda las inversiones a un gerente de cartera profesional. La idea es que un gerente profesional sea quien elija los activos y mercados en los cuales las inversiones pueden superar el rendimiento promedio que significa comprar todo lo disponible en el mercado. Se supone que estos fondos de inversión deben brindarle a usted un “alfa”: rendimientos superiores absolutos, en lugar del rendimiento “beta” del mercado.

Los problemas con este último enfoque son muchos. Los fondos de inversión administrados profesionalmente son caros, porque los gerentes realizan muchas transacciones y se les paga altas sumas. Por otra parte, los gerentes más activos – de hecho, el 95% de todos ellos – obtiene rendimientos por debajo de sus puntos de referencia de inversión, y los rendimientos que logran son volátiles y arriesgados. Es más, los gerentes de inversiones que obtienen rendimientos superiores cambian con el tiempo, por lo que el rendimiento pasado no es garantía de resultados futuros. Además, algunos de estos gerentes – como por ejemplo los de los fondos de cobertura – no están disponibles para los inversores promedio.

Como resultado, los fondos gestionados de manera activa suelen obtener peores resultados que los fondos pasivos, con rendimientos después del cobro de honorarios que son aún más bajos y de mayor riesgo. De hecho, a menudo no sólo las estrategias activas “alfa” tienen un peor desempeño que las estrategias “beta”; algunas de las estrategias “alfa” son realmente estrategias “beta” disfrazadas (porque siguen las tendencias del mercado) – solamente con un mayor apalancamiento, y por lo tanto mayor riesgo y volatilidad.

Pero un tercer enfoque de inversión, conocido como beta “inteligente” (o beta “mejorado”), ha ganado popularidad recientemente. Suponga que usted podría seguir reglas cuantitativas que le permitan eliminar a las manzanas podridas, es decir, que le permitan hacer a un lado a los países que podrían tener un mal desempeño y, por lo tanto, tener bajos rendimientos en  sus instrumentos de renta variable, en el transcurso del tiempo. Si usted logra eliminar la mayor parte de lo malo y lo feo, puede llegar a recoger más de las manzanas buenas – y obtener un rendimiento por encima del promedio.

Para mantener los costos bajos, las estrategias de beta inteligente necesitan ser pasivas. Por lo tanto, la adhesión a normas específicas sustituye a un gerente caro, y asiste en la  elección de las manzanas buenas y en la forma de evitar las malas y feas. Por ejemplo, mi firma de investigación económica tiene un modelo cuantitativo, que se actualiza cada tres meses, que clasifica a 174 países según más de 200 factores económicos, financieros, políticos y de otro tipo con el fin de derivar en una medida o puntuación que indica cuán atractivos a mediano plazo son los países para los inversores. Este enfoque proporciona señales fuertes respecto a cuáles países tendrán un desempeño deficiente o atravesarán por crisis, y cuáles permitirán lograr resultados económicos y financieros superiores.

Se ha demostrado que eliminar las manzanas malas y feas sobre la base de estas puntuaciones, y consiguientemente recoger más de las buenas, proporciona un mayor rendimiento con menor riesgo en comparación con los fondos de inversión alfa gestionados de manera activa o los fondos beta de enfoque pasivo. Y, como las puntuaciones que clasifican a los países cambian con el tiempo para reflejar mejoras o empeoramientos de los factores fundamentales de dichos países, los mercados de renta variable que los inversores de “beta inteligente” eligen cambian, de manera consecuente.

Al obtener mejores rendimientos que los fondos beta de enfoque pasivo, a un costo más bajo que los fondos alfa de gestión activa, los vehículos de inversión de beta inteligente están cada vez más disponibles y se hacen más populares. (Anuncio completo: mi firma, junto con una gran institución financiera global, está lanzando una serie de índices para transacciones de instrumentos de renta variable para las bolsas de valores de las economías avanzadas y los mercados emergentes, con un enfoque beta inteligente).

Si se tiene en cuenta que esta estrategia se puede aplicar a acciones, bonos, divisas, y muchas otras clases de activos, el enfoque de beta inteligente podría establecerse como el futuro de la administración de activos. Ya sea que uno invierta en tiempos normales o anormales, la aplicación de un enfoque científico y de bajo costo para obtener una canasta que tiene una participación superior al promedio de manzanas buenas realmente parece ser un enfoque sensato.

Nouriel Roubini, a professor at NYU’s Stern School of Business and Chairman of Roubini Global Economics, was Senior Economist for International Affairs in the White House's Council of Economic Advisers during the Clinton Administration. He has worked for the International Monetary Fund, the US Federal Reserve, and the World Bank. Traducido del inglés por Rocío L. Barrientos. Traducido del inglés por Rocío L. Barrientos.

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