Algo que hace falta

En mucho tiempo, la mejor noticia sobre educación ha sido la que hace unos días anunció el ministro Gabilondo: «Quiero establecer un pacto de Estado en educación». Y ojalá sea una realidad. Nos hace mucha falta. Tenemos una situación educativa absurda. Cuando he tratado de explicarla a algún extranjero, siempre han hecho la misma reflexión. «Están ustedes locos». En realidad nuestro sistema educativo es un sistema roto. Más que un sistema educativo, tenemos diecisiete y algo más. A cual más localista. Y no pensamos que una de las características más importantes de la educación es la amplitud de miras, la apertura de criterios y, en definitiva, la capacidad de comprender y apreciar a los otros.

Cualquiera que analice la situación educativa española con una mínima objetividad, tendrá que reconocer que, con frecuencia, se ha llegado a extremos ridículos, por su excesivo localismo. La situación educativa de muchas autonomías no han sido ni analizada, ni evaluada, ni criticada y los fallos que pudieran tener, que tienen, se esconden por miedo a que el orgullo de la tierra se pueda sentir herido. En no pocas ocasiones, las Autonomías se han saltado las normas del Estado y han aplicado criterios y normativas que no estaban ni previstas ni autorizadas por las Leyes.... Sencillamente se ha optado por la política de los hechos consumados.

En pocos años hemos pasado de la LODE a la LOGSE, de esta a la Reforma de las humanidades, luego a la LOCE que, aunque con todo ya previsto, no se llegó a aplicar y por fin a la LOE. ¿Tenemos un plan de seguimiento y de desarrollo de la aplicación de las Leyes? Al final, se ha producido, entre los educadores y los educandos, un sentimiento de fracaso, por tantos intentos fallidos, a parte del desperdicio de tiempo y dinero que han supuesto, y entre los diferentes actores del proceso educativo existe una ruptura cada vez más difícil de salvar.

Recibo con alegría la noticia de que un ministro se compromete a intentar un pacto educativo. Aunque sea difícil. Hay que soñar y pensar que siempre el futuro puede ser mejor. Garantizar la libertad de los padres a la hora de elegir la educación de sus hijos, es una premisa para el pacto. La educación es un elemento clave en la persona y los padres no pueden estar al margen de los proyectos. Me surgen dudas. ¿Queremos realmente pactar? Pienso que algunos sectores de la sociedad quieren romper aún más el sistema educativo.... No tienen ningún interés en «parecerse» a los demás. ¿Qué queremos pactar? ¿Contenidos, métodos, currículo,...?

Para poder pactar hace falta, en primer lugar, generosidad. Y me temo que de esto andamos escasos. No se puede ir a pactar sin estar dispuesto a ceder, a escuchar las razones del otro y a aceptar propuestas diferentes a las propias.
Hay que lograr un acuerdo, sobre los elementos imprescindibles que garanticen la unidad del modelo educativo en todo el territorio nacional y faciliten la mayor coordinación posible con la U.E. Aunque un pacto de esta naturaleza precisa en principio una serie de acuerdos políticos, hay que realizarlo abriendo a la sociedad civil la posibilidad de participar. No es en los partidos político donde están los que más saben de educación. Junto a la generosidad es necesario que haya un liderazgo claro, limpio. Un liderazgo que asuma la responsabilidad de conducir el proceso. De iniciarlo y de llevarlo a buen término.

Se precisa también tener clara la meta a la que se quiere llegar. Es decir, el modelo de persona que intentamos formar y los largos plazos que la educación supone. Ese modelo que ha de ser válido para el futuro, no se improvisa ni se impone por leyes o reglamentos. Es un trabajo de muchos; de los padres y de los profesores también. Y a estos, con frecuencia, se les suele olvidar a la hora de plantear reformas educativas, cuando son ellos los que tienen que llevarlas a buen término. Hace falta un diseño a largo plazo y no hacer experimentos improvisados y colocar parche sobre parche. Si, para que un medicamento se experimente en seres humanos, hay que cumplir rigurosos protocolos y plazos y pasar pruebas predeterminadas ¿por qué, para reformar la educación, cualquier idea precipitada o toda supuesta genialidad se pretende aplicar con carácter inmediato?

Un pacto en el que estén presentes las situaciones de mayor debilidad como son los inmigrantes, los que fracasan, los que carecen de medios. Nunca deberían ser los «últimos de la clase».

Para que sea eficaz cualquier cambio, también hay que saber comunicar a la sociedad lo que se quiere hacer y lo que se va logrando, para implicar a todos en el proceso. Por eso, el anuncio de que se va a intentar un pacto por la educación es la mejor noticia, en mucho tiempo, aunque sea consciente de la dificultad del intento.

Pero pongámonos a ello. Tratemos de aportar todos, porque la educación interesa a todos. Seamos lúcidos y abiertos a la hora de imaginar qué tipo de persona tendrá que vivir en un futuro, siempre incierto, pero del que se pueden intuir algunas características.

Si la sociedad futura va a ser, seguramente, cada vez más compleja y exigente, más cercana y abierta, más intercomunicada no sigamos caminando, como estamos haciendo ahora, en el sentido contrario.

Sin duda habrá que contar con las nuevas tecnologías y con nuevos métodos de aprendizaje.... Lo que no quiere decir que, en este terreno, todo valga igual. Los contenidos de la enseñanza, vayan en el soporte que vayan, tendrán que tener el valor añadido de ser pedagógicamente adecuados y de responder a objetivos educativos. La técnica es el soporte, el envoltorio. Lo más importante es lo que va dentro y, en este sentido, no valdrá cualquier cosa. Los nuevos soportes no son la panacea. Son meros instrumentos, como lo fueron en su tiempo la tiza y el encerado. Se necesitará un plan a medio plazo para integrarlas de forma plena y armoniosa.

Por cierto, las experiencias que ya se han hecho en diversos lugares aplicando estos nuevos soportes y que sin duda han supuesto un gasto público importante ¿se han evaluado convenientemente? ¿Se ha aprendido alguna lección de los fracasos y se ha tomado nota de los éxitos?

Tal vez sea el momento adecuado para abordar el tema de la formación profesional. En el futuro será un factor decisivo para el desarrollo de la sociedad. Sin duda habrá que cambiar el concepto que tenemos de centro educativo y hacerlos más abiertos y disponibles en sus instalaciones y horarios.Como se puede ver, hay mucho por hacer y hay que contar con tiempo, calma y medios económicos para abordar por fin algo que hace falta y en lo que muchos tenemos puesta una gran esperanza. Ministro, mucho ánimo y cuente con toda esa gente que trabaja en el mundo de la educación y está deseando mejorarla y sueña con ello todos los días.

Juan de Isasa, presidente de la Fundación SM.