Algunas claves para superar el «invierno demográfico» español

La expresión «invierno demográfico» fue acuñada a finales de los años sesenta del siglo XX. Con ella se alude al fenómeno de la caída de la natalidad, cuya principal consecuencia es el gradual envejecimiento de la población. Un país necesita mantener una tasa de natalidad de 2,1 hijos por mujer para reemplazar su población actual; en el caso de España este índice se sitúa por debajo del 1,4 por ciento. Las proyecciones del Instituto Nacional de Estadística subrayan que en 2018 España entrará en un proceso de caída natural (más defunciones que nacimientos), reduciéndose significativamente el número de habitantes.

De todas las consecuencias de este proceso destacaría tres principales: menor crecimiento económico, dado que el aumento de la población ha sido uno de los motores tradicionales de la demanda en cualquier economía (con una población envejecida el consumo tiende a debilitarse, con la excepción de determinados productos, como pueden ser los farmacéuticos o algunos servicios, como los correspondientes a cuidados médicos); envejecimiento de la sociedad, que pone en tela de juicio la noción de Estado del bienestar tal y como la hemos entendido hasta ahora; y una caída en el número de emprendedores (a menos jóvenes, menos emprendedores), con sus negativas consecuencias para la economía.

Es precisa una mayor sensibilización de la opinión pública ante uno de los grandes retos que tienen las economías europeas en general y la española en particular. En la actualidad hay un tercio menos de españoles con edades entre 18 y 30 años que los que había hace quince años; y la relación del porcentaje de jubilados respecto a población activa pasará en España del actual 26 por ciento al 68 por ciento en 2050.

Por todo ello ha llegado el momento de apostar por tres tipos de soluciones que contribuyan a corregir esta situación. En primer lugar, aludiría a la puesta en marcha de medidas de apoyo a la familia, concretada en aspectos como fomento de programas e iniciativas de conciliación, desgravaciones fiscales por hijo, puesta en el mercado de viviendas de protección oficial para familias con más de dos hijos, fiscalidad especial dirigida a gamas de coches familiares o utilización del número de hijos como uno de los factores de corrección en la determinación de la cuantía de la jubilación.

En segundo término es imprescindible desarrollar una activa política de apoyo a la maternidad que no solo permita aumentar el número de nacimientos, sino que también reduzca la edad a la que las mujeres tienen hijos. Debemos tener en cuenta que nos encontramos ante un hecho que implica la adopción de una actuación integral que incorpore un pacto entre el Estado central, el autonómico y el local, así como una visión multidisciplinar que aúne aspectos como sanidad, educación, trabajo, vivienda, transportes, emigración, igualdad y bienestar, entre otros. Y, por último, sugeriría la implantación de un plan integral de comunicación para concienciar al conjunto de la sociedad española sobre la trascendencia de este fenómeno. Esta iniciativa se sustentaría en aspectos como una activa reivindicación del valor de la maternidad, el fomento de la información para quienes desean ejercer su derecho a tener hijos o la decidida apuesta por la cultura de la vida frente a pautas que han demostrado sobradamente su fracaso a lo largo de estas últimas décadas.

En definitiva, el «invierno demográfico» constituye un desafío de primer nivel que afecta al conjunto de la sociedad española. Un país sin jóvenes es un país proclive a la inacción y al estancamiento; una comunidad abocada al fracaso. La urgente adopción de medidas es imprescindible para dar un giro a la actual situación y garantizar así la supervivencia del Estado del bienestar en el medio y largo plazo.

Javier Puente Redondo, diputado nacional del Partido Popular.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *