Amigos

“A mis amigos”.

“Quien tiene la fortuna de disfrutar la amistad, quien ha conquistado una noble mujer, ¡que una su alegría a la nuestra!”, Schiller, “Oda a la Alegría”.

El verso inicial es traducción del poema “An die Freude” de Schiller “Wem der grosse Wurf gelungen eines Freundes Freund zu sein, Werein holdes Weib errungen, Mische seinen Jubel ein!…”, inmortalizado por Beethoven en su Novena sinfonía, himno de la Unión europea. Ambos genios, románticos y humanistas, exaltan la alegría que brota de la amistad. Alegría y amistad que Schiller y Beethoven, devotos cristianos, multiplican en la sabiduría de quien busca y encuentra a Dios: “¿Mundo, sientes al Creador? Búscalo allende las estrellas, ¡allí está Su morada!”.

Hace unos meses que estoy destinado como militar de Naciones Unidas en el Líbano, país devastado por las guerras, la crisis institucional y económica y el COVID. Y comparto compañerismo, generosidad, valor, humildad y la ausencia de envidia donde reina la amistad: nuestras Fuerzas Armadas. Como elogió el militar y sacerdote Calderón de la Barca, los soldados somos “amigos en una religión de hombres honrados”.

Los militares con la amistad trascendemos la muerte, cuya mirada desafiamos con el valor que brota de la humildad, que Von Clausewitz en su tratado “De la Guerra” consideró la primera cualidad en la necesaria vida interior del militar. Humildad, esencia de la sabiduría para Aristóteles, que por la admiración mutua hace que dos almas se conozcan y se amen como amigos, que no se ama lo que no se conoce. Y ser amigos es ser feliz, enseñó Aristóteles a su hijo en la “Ética a Nicómaco”, porque si la felicidad es el ideal existencial de las personas, “la amistad es lo más necesario para la vida”. Humildad del amor de amistad, porque los amigos se alegran de los triunfos y confortan en los fracasos, siempre fieles y leales al amado. Porque en esta apasionante, cruel y romántica aventura que es la vida, es más difícil que los amigos acompañen con sabia humildad a la persona amada en el éxito que en la derrota. Por algo desde los filósofos griegos, pasando por Agustín de Hipona, Tomás de Aquino, Kant, Pascal, Heidegger o Bergson hasta la actualidad, estimaron la humildad como causa de la sabiduría, de la felicidad y de la amistad.

En España son tiempos difíciles para el amor y la justicia, cara y cruz de la misma moneda que es la amistad. Pero no hay que resignarse a la desesperanza, porque palabras como madre, padre, hijo, abuelo, amigo, familia, resisten e iluminan nuestra sociedad. Los españoles, de todas las edades, continuamos siendo generosos y alegres, sacrificados y leales, cariñosos y hogareños. A pesar de la actual crisis económica y de los ataques a la identidad de España, del COVID, de la ausencia de líderes sociales y humanistas, de la ideologización de las instituciones, y de la presión mediática, educativa y social contra el verdadero amor, el buen pueblo español cumple el aforismo del dramaturgo latino Ennio,“amicus certus in re incerta cernitur” (el amigo verdadero se ve en la dificultad) y la amistad triunfa en España sobre las dificultades que amenazan su futuro, envenenan nuestro presente y falsifican nuestro pasado.

En España la felicidad de la amistad tiene tóxicos enemigos en los intereses sociales y económicos que maquillan la hermosa sonrisa del pueblo español en una mueca cruel de egoísmo y tristeza. En su fealdad espiritual, la soberbia, madre de la ignorancia y de la envidia, ha roto en mil pedazos el espejo de alegría de los españoles que refleja la amistad. Los medios de comunicación, el opinionismo ignorante, y la dictadura de los usos sociales y modas infectan a los españoles con el rencor de la podrida hija de la mediocridad y de la soberbia: la envidia. Idéntico odio que emponzoñó a nuestro pueblo guiándolo a nuestras guerras civiles desde los Reyes Católicos hasta la actualidad, que no hay siglo en el que no haya España padecido una guerra civil.

Pero el amor reconquistará España, porque los españoles compartimos el sufrimiento, pero también la esperanza, como en estos últimos años de tragedia personal y colectiva de nuestra sociedad. Si, en“De amiticia”, Cicerón infiere que “parece que del mundo matan el sol quienes quitan la amistad de la vida”, el sol de los amigos brilla cálido y alegre en la existencia de la buena gente del pueblo español, derrotando a los enemigos que quieren matar el sol de la amistad en la familia, cultura, valores y tradiciones de España. Sí, vencerá la esperanza, que el pueblo español es sabio y virtuoso, y por la amistad recuperará su alegría. Felicidad que en estas líneas de amor y esperanza comparto con el lector con amistad, alma de la sabiduría de España.

Alberto Gatón Lasheras, Comandante Capellán y Profesor de la Escuela Militar de Montaña y Operaciones Especiales (EMMOE).

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