Año de luces y sombras para la industria española

La recta final de 2014 está arrojando algo de luz después de un ejercicio complejo en el que los indicadores macroeconómicos no parecían augurar mejorías a nivel socioeconómico. La debilidad de la inversión y de la actividad de la eurozona en un entorno de baja inflación, junto con la moderación de las exportaciones, levantó los temores de una posible recesión. No obstante, y aun teniendo en cuenta la variabilidad de los datos que se manejan, los datos de los últimos meses parecen despejar las posibles dudas.

La economía lleva cinco semestres consecutivos creciendo, aunque sea tímidamente. Con esta tendencia es lógico pensar que 2015 supondrá un año de transición y que en 2016, por tanto, nos acerquemos a la recuperación, aunque esto no quiere decir que volvamos a los niveles del primer lustro de los años 2000. En este sentido, según los pronósticos de los órganos del Gobierno se alcanzaría durante el próximo ejercicio un crecimiento del 2% del PIB, una cifra que no se aleja en exceso del 1,4 anunciado por el Banco de España hace unos días, y del 1,7% que vaticinan las organizaciones internacionales como el FMI, la Comisión Europea y la OCDE. Un dato impensable meses atrás.

A este contexto de mejora contribuyen factores externos como la bajada del precio del barril de petróleo Brent –situado en torno a 60 dólares–, lo que beneficia especialmente a España al ser un país que depende en gran medida de los recursos energéticos de otros. Este hecho es muy positivo para el sector industrial, pero es, si cabe, más importante que se traslade con la misma rapidez a empresas y ciudadanos, así como al precio de los combustibles.

Otro de los factores que arroja luz sobre 2015 es que la moneda comunitaria está marcando una tendencia de depreciación. Un hecho que contribuye a la mejora de las exportaciones fuera de Europa y, por tanto, amortigua la desaceleración del comercio extracomunitario. Aunque para ello es prioritario que las principales economías de la eurozona, que es el 50% del mercado de la industria española de bienes de equipo, no pierdan ritmo de crecimiento económico y puedan seguir comprando equipamiento nacional.

Además del crecimiento de la economía, es clave que mejore la productividad para reforzar el peso de nuestra industria y hacerla más competitiva. De hecho, la UE ya está trabajando en ello, siendo uno de sus objetivos que la industria alcance el 20% del PIB en el año 2020 – en nuestro país actualmente representa el 15,9%–. Un hito difícil pero no imposible, pues ya se están dando pasos para su consecución. Las empresas españolas están trabajando en incrementar su capacidad tecnológica y la formación de sus empleados. A este respecto, consideramos que la política laboral no debería focalizarse únicamente en aumentar la ocupación, sino también en dotar a los nuevos trabajadores de la capacidad suficiente para producir de forma más eficiente. La demanda interna, pese a su implicación negativa en la balanza comercial, también está aportando en gran medida al crecimiento de nuestra economía. Esto significa inversión productiva, reactivación del consumo y, por ende, incremento de las exportaciones futuras. Pese al nuevo protagonismo de las importaciones –las de bienes de equipo han supuesto más de 27.000 millones de euros en los nueve primeros meses de 2014–, la exportación sigue mostrando su fortaleza, pese a la desaceleración sufrida en los últimos meses.

No obstante, la Administración Pública debe continuar tomando medidas de calado para conseguir la ansiada salida de la recesión. Estas pasan por estímulos que tienen que venir de la mano del incremento de la inversión en los presupuestos del Estado, pues es evidente que con medidas de austeridad no lo conseguiremos. En este sentido, cabe destacar que 2015 es un año electoral y, por tanto, se prevé una inversión pública que impulse el empleo y el consumo.

En el caso concreto del sector de bienes de equipo, serían muy bien recibidas medidas de apoyo como el Plan PIVE del sector del automóvil para impulsar a sus empresas y continuar reactivando el mercado interno.

También sería necesaria una postura más flexible por parte de la Banca que permita que el crédito fluya y las empresas cuenten con financiación para implementar proyectos viables.

Otro de los grandes retos que deja 2014 es el déficit energético y el alto coste de la electricidad en nuestro país. El precio de la energía en Europa y especialmente en España debe bajar para conseguir que las empresas ganen competitividad. Es muy difícil asumir que los costes energéticos para una compañía europea sean el doble que para una empresa americana o rusa con las que tiene que competir en el exterior. España es uno de los países con los costes de electricidad más caros –el precio del kilovatio/hora se ha disparado un 74,5% desde 2007–, solo por detrás de Chipre y Malta, dos islas de reducido tamaño.

Desde Sercobe confiamos en que 2015 asiente los cimientos de la recuperación económica y 2016 sea el año de la verdadera salida de la crisis. Ahora más que nunca, las Administraciones Públicas y todos los agentes implicados debemos mantener el esfuerzo de estos últimos años y continuar tomando las medidas necesarias para lograrlo.

Antonio Garciapons, director general de la Asociación Nacional de Fabricantes de Bienes de Equipo (SERCOBE).

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