Año nuevo, vida terca

Con el comienzo de cada nuevo año es normal hacer propósitos de realizar algunas modificaciones en los hábitos que practicamos y de los que consideramos que nos deberíamos liberar. Viene a representar este hito del año, una suerte de borrón y cuenta nueva, en el que nos proponemos olvidar las pesadillas de nuestro pasado, para acometer el futuro con renovadas ilusiones y expectativas de que todo será mejor.

Animado de ese espíritu de olvidar el pasado para afrontar el futuro como si nada hubiera pasado, el presidente del Gobierno se propuso hacernos digerir todo lo que considera difícil de deglutir para ver si, entre el Mundial de fútbol y la inminente llegada de las fiestas navideñas, podía conseguir colarnos toda la retahíla de legislación indigesta que, finalmente, nos ha colado. Ya saben, como decía la canción de Mary Poppins, «con un poco de azúcar, esta píldora que os dan pasará mejor».

Todo lo acaecido en este último mes del año en el escenario del quehacer político de nuestra nación arroja una imagen de un evidente intento del presidente del Gobierno de acometer de golpe, dejándolas atrás, todas las actuaciones que pudieran suponerle un lastre electoral para el nuevo año que comienza y que, inevitablemente para él, será año electoral.

Hemos asistido durante este último mes, como todos los españoles han tenido oportunidad de ver, a una suerte de frenesí legislativo que pretendía dar por resueltos todos los proyectos de ley exigidos por los colaboradores del Gobierno antes del comienzo de un nuevo año electoral.

Así, hemos visto tramitar de forma apresurada la ley de derechos de las personas transgénero, con importantes desacuerdos en el seno del propio Gobierno, en especial en lo relativo a la negativa de tomar en consideración las propuestas de los diferentes sectores sociales afectados y el eventual impacto en la adopción de decisiones irreversibles por parte de menores de edad en lo que se denomina la autodeterminación del género. Todos hemos podido presenciar la negativa de asumir los postulados gubernamentales por la diputada Carmen Calvo, que fuera vicepresidenta de este mismo Gobierno.

De igual manera se ha debatido y aprobado la Ley de Reforma del Código Penal para hacer desaparecer el delito de sedición y reducir las penas atribuibles al de malversación, para satisfacer las demandas de los socios secesionistas de Sánchez, a pesar de lo cual no cejan en su propósito de, como ellos dicen, «volverlo a hacer». Sólo que esta vez, con mayores garantías de impunidad penal para sus actuaciones. La tramitación de esta ley se vio alterada por el intento torticero del Gobierno de aprovecharla para colar mediante la inserción de dos enmiendas, ni más ni menos que la Ley Orgánica del Poder Judicial y la del Tribunal Constitucional. Amén de la inconstitucionalidad del procedimiento, que provocó la «insólita» intervención del Tribunal Constitucional en el trámite legislativo, dado el «insólito» intento del Gobierno de contravenir jurisprudencia del Tribunal, reiteradamente manifestada en diversos fallos y sentencias, no es menos grave el intento de reducir las mayorías cualificadas requeridas para determinados procesos decisorios por mayorías absolutas, que, sin duda, nos conducirían a una reducción de las garantías de respeto de las minorías protegidas por nuestro sistema Constitucional.

De igual manera se ha tramitado y aprobado la Ley de Protección, Derechos y Bienestar de los Animales, con evidentes discrepancias en el seno del Gobierno sobre el ámbito en el que se contempla el concepto de mascota atribuible a un animal de compañía y los derechos a ser reconocidos a los perros de caza. En fin, un proceso precipitado del que nada bueno cabe esperar.

En el campo de la precipitación, también hemos debatido con intensidad las nefastas consecuencias de la aplicación de la Ley de Garantías de la Libertad Sexual, conocida como la ley del 'sólo sí es sí', que ha tenido un importante impacto en la reducción de condenas impuestas con la legislación anterior, hasta el momento para unos 140 condenados por agresiones sexuales de diferente naturaleza y gravedad. Ante las demandas de la oposición para rectificar y modificar los aspectos negativos de la ley, que los tiene, un cierre de filas de los partidos que forman parte del Gobierno. Todo menos aceptar la más mínima crítica y predisponerse a realizar las imprescindibles rectificaciones, que producirían una imagen negativa de los precipitados promotores de esta norma.

Todo ello, como digo, con la perversa intención de que la ciudadanía olvide y que todas estas precipitaciones no representen un impacto negativo en el horizonte electoral del Gobierno. Yo creo que el Gobierno minusvalora la inteligencia de los españoles. Por mucho que el Gobierno insista en que todo va bien, los ciudadanos saben, de primera mano, que no es así y que las soluciones coyunturales, con asunciones de gasto público extemporáneo, que, además, no procede de la generación de recursos, sino de los propios ciudadanos a los que después se dice ayudar, no contribuyen a resolver los problemas nacionales, como insistentemente les repiten desde la Unión Europea, sino que, simplemente, los aplazan.

Afortunadamente, gracias al sistema democrático del que disfrutamos, los españoles tienen disponible una alternativa a este Gobierno. Alternativa que puede evitar que la situación alcance unos niveles de deterioro de los que nos sería notablemente difícil recuperarnos, como sucedió con el calamitoso legado que dejó tras de sí el presidente Zapatero. Las urnas son el mejor camino para ello y como ha dicho recientemente la presidenta de la Comunidad de Madrid, el 28 de mayo debe haber 8.131 mociones de censura en los 8131 municipios españoles, que hagan ver al Gobierno de Pedro Sánchez que el pueblo español, titular de la soberanía nacional, es capaz de interpretar la realidad que vive de una manera más lúcida de lo que el actual Gobierno cree.

A pesar de que el dicho español sostenga que «año nuevo, vida nueva» a fin de pasar página de las malas experiencias, parece inevitable que para este Gobierno que padecemos, el dicho se transformará en «año nuevo, vida terca».

Fernando Gutiérrez Díaz de Otazu es diputado nacional por Melilla del Grupo Parlamentario Popular.

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