Por Antoni Torres, Director del Institut Clínic de Pneumologia i Cirurgia Toràcica del Hospital Clínic de Barcelona y vicepresidente de la Sociedad Española de Neumología (EL PERIODICO, 01/05/03):
Si se compara con la primera epidemia de neumonía por legionella hace más de 25 años, debemos asombrarnos por la rapidez y efectividad con la que ha trabajado la comunidad científica ante el grave problema de la neumonía asiática. La Organización Mundial de la Salud (OMS) y el CDC (Centers for Disease Control) han efectuado una formidable labor de equipo con la colaboración de renombrados científicos, laboratorios de referencia, epidemiólogos, en comunicación y logística: hoy se trabaja ya por encontrar tests diagnósticos rápidos y fiables, aspectos epidemiológicos que ayuden a combatir la enfermedad y el tratamiento.
Toda esta rapidez de la comunidad científica contrasta con la lentitud del Gobierno chino en reconocer la importancia de la enfermedad. Si se hubiera alertado con anterioridad todo el proceso liderado por el tándem OMS-CDC y las medidas de prevención se habrían conocido y aplicado antes.
Las características de esta neumonía la convierten en única y sin precedentes en la historia de la medicina moderna. La facilidad de contagio de persona a persona por transmisión aérea es una de sus peculiaridades. La facilidad de expansión rápida a otros países a través de viajes aéreos la convierten en preocupante y ponen sobre la mesa que no todo son ventajas en este mundo globalizado.
Es también llamativo que en muchos países europeos los casos aparecidos no han originado infecciones secundarias o terciarias. Ello debe explicarse por la rapidez en las medidas de aislamiento de los casos probables o bien por los posibles cambios que pueda sufrir el virus en otros ambientes y localizaciones geográficas. Los estudios epidemiológicos y de genética molecular del virus nos aclararán estos aspectos. La mortalidad de la neumonía por coronavirus es de alrededor del 5%. La misma que se observa hoy en la denominada neumonía adquirida en la comunidad (causada por diferentes microorganismos) y cuya incidencia es, en promedio, de 5 a 10 casos por 1.000 habitantes por año (20.000 a 40.000 casos anuales en España). Como la mayoría de neumonías adquiridas en la comunidad tienen tratamiento específico antibiótico y que la neumonía por coronavirus no, la mayoría de casos de esta última se curan por las propias defensas del organismo. Es, por tanto, en los pacientes de más edad y en los que tienen enfermedades crónicas donde puede causar problemas más serios. Estas consideraciones deben tenerse en cuenta para reducir la alarma social que está produciendo. La medicina moderna es, además, totalmente capaz de luchar efectivamente contra las complicaciones potenciales de la enfermedad como son las insuficiencias respiratoria y renal.
Las instituciones sanitarias mundiales y locales han puesto en marcha una serie de medidas de prevención que deben ser observadas a rajatabla. Incumplirlas puede tener efectos muy negativos. Entre estas medidas se recomienda no viajar, si no es estrictamente necesario, a los países o ciudades donde la epidemia ha sido más virulenta. Lo que es lógico, teniendo en cuenta la contagiosidad de la enfermedad y su potencial de expansión. En ningún caso los intereses comerciales y/o turísticos deben prevalecer.sobre las recomendaciones de la OMS.
El descubrimiento de los antibióticos fue un paso de gigante en la batalla contra las infecciones. Sin embargo, los microorganismos aprenden a cambiar y a hacerse más infectantes o bien, aquellos que no lo eran (como el coronavirus), a ser nocivos para la especie humana. Los casos del virus de la inmunodeficiencia humana y del hantavirus (en mucho menor grado) y ahora el coronavirus son claros ejemplos de ello. La batalla del ser humano contra los microorganismos está activa y volveremos con toda seguridad a vivir nuevos problemas en el futuro.
Los gobiernos deben potenciar la investigación científica en estos y otros aspectos en lugar de malgastar en guerras e intereses políticos. No olvidemos que aún en la actualidad fallece la escalofriante cifra de tres millones de personas por año por tuberculosis pulmonar, una enfermedad infecciosa totalmente curable en el mundo occidental. Es aún pronto para hacer predicciones de lo que va ocurrir con la neumonía por coronavirus, pero al igual que ocurre con otros virus respiratorios hay que confiar que sea un fenómeno que se autolimite con el tiempo.