Aranceles altos sobre las importaciones chinas debilitarían a Estados Unidos

Hasta los años 1970, el comercio exterior de Estados Unidos, en términos generales, era equilibrado. Sin embargo, a partir de mediados de esa década, el excedente comercial para servicios aumentó significativamente, mientras que el déficit para bienes comenzó a expandirse. Este desequilibrio se ha vuelto una preocupación esencial en los círculos políticos y económicos norteamericanos. El presidente Donald Trump sostiene que el creciente déficit externo de Estados Unidos refleja reglas internacionales injustas que benefician a sus socios comerciales, y China recibe la mayor atención.

Para entender la actual relación comercial entre China y Estados Unidos, deberían considerarse dos puntos. Primero, hasta 1985, China tenía un déficit comercial con Estados Unidos. Luego el desequilibrio viró y China registró un excedente comercial de 60 millones de dólares con Estados Unidos, que representaba el 0,3% del déficit externo total de Estados Unidos. En 2016, sin embargo, el déficit comercial de Estados Unidos con China ascendía a 347.000 millones de dólares, que representaban el 44% de su déficit total. Segundo, el volumen del excedente de otros países con Estados Unidos no ha aumentado mucho. El excedente comercial de Japón con Estados Unidos era de 103.000 millones de dólares en 1985; en 2007, había aumentado a sólo 130.000 millones.

El continuo crecimiento de los déficits comerciales de Estados Unidos, particularmente desde mediados de los años 1980, refleja la expansión monetaria de la Reserva Federal, que ha inflado los precios de los inmuebles y las acciones; gracias al resultante efecto de riqueza, el consumo ha aumentado y el ahorro ha disminuido. Al mismo tiempo, el déficit fiscal de Estados Unidos ha aumentado de manera drástica, debido especialmente a la intervención militar de Estados Unidos, financiada con deuda, en Oriente Medio y otras partes. Como el dólar ya no está sujeto al oro y es una moneda de reserva internacional, Estados Unidos puede sostener su déficit comercial imprimiendo más dólares para respaldar las importaciones.

Las economías del este de Asia apalancaron su ventaja competitiva -bajos salarios- para producir bienes de consumo que requieren mucha mano de obra. A partir de los años 1950 y 1960, Estados Unidos empezó a importar estos productos del este de Asia y registró un déficit comercial con la región.

El incremento del excedente comercial de China con Estados Unidos desde 1985 ha estado impulsado, principalmente, por la evolución de la economía del este de Asia. Como sus niveles salariales aumentaron, Estados Unidos empezó a importar bienes de consumo de Japón; luego pasó a importar estos bienes de los cuatro "tigres asiáticos" -Hong Kong, Singapur, Corea del Sur y Taiwán- antes de, finalmente, traer la mayoría de estas importaciones de China.

Sin embargo, mientras que el excedente comercial de China con Estados Unidos aumentó rápidamente, la contribución de la región del este de Asia al déficit comercial estadounidense disminuyó. En tanto el ratio de su déficit comercial con China y su déficit comercial total creció a más del 40%, comparado con 0,3%, el ratio de su déficit comercial con el este de Asia y su déficit comercial total cayó a aproximadamente el 50%, de más del 100% a comienzos de los años 1990. En otras palabras, el este de Asia, incluida China, no es la causa principal de la rápida expansión del déficit comercial de Estados Unidos.

Es más, el tamaño del excedente comercial de China con Estados Unidos se ha exagerado sistemáticamente, porque los componentes que requieren mucho capital de sus productos industriales que demandan mucha mano de obra son principalmente importados de Corea del Sur y Taiwán. Esto es un resultado directo de la red de producción internacional basada en la ventaja comparativa de cada economía. En tanto los costos laborales de China aumenten, su excedente comercial con Estados Unidos se transferirá a los países y regiones que tengan menores costos laborales y estén dispuestos a admitir productos industriales que requieren mucha mano de obra.

Un país que no se beneficiará de este cambio en la fabricación que requiere mucha mano de obra es Estados Unidos, que perdió su ventaja competitiva para este tipo de productos hace medio siglo. La posibilidad de que vuelva a fabricar estos tipos de productos es, cuando menos, escasa.

Esto implica que los consumidores norteamericanos cargarán con los costos de los aranceles de la administración Trump a las importaciones chinas. La demanda de los consumidores en Estados Unidos para necesidades diarias no cambiará simplemente porque se aumenten los costos de los productos importados. Estados Unidos tendrá que seguir importando de China, y sus consumidores pagarán más, o tendrá que importar de Vietnam, India y África. Sin embargo, como los precios de los productos de estas economías son más altos, un cambio en las importaciones de Estados Unidos recortaría el déficit bilateral con China, pero haría que sus déficits con estos países aumentaran. El resultado, por lo tanto, es el mismo: el consumidor estadounidense pagaría más por los mismos productos.

La imposición de aranceles norteamericanos a las importaciones de China, motivados políticamente, iría en contra de la reciprocidad, estaría en desacuerdo con el principio del comercio según el cual todas las partes ganan y pondría en peligro los intereses de los votantes estadounidenses. China puede tomar algunas medidas en carácter de represalia, como aumentar los aranceles a las importaciones de algunos productos estadounidenses; pero debería impedir que las disputas comerciales escalen y deriven en una guerra comercial. Mientras que Estados Unidos importa decenas de miles de productos chinos, China importa un rango limitado de productos de Estados Unidos, como porotos de soja, maíz, chips de computadoras y aviones. La imposición de aranceles más elevados por parte de China a las importaciones de Estados Unidos tendría, en consecuencia, un mayor impacto en los productores de Estados Unidos que al revés.

En el pasado, Estados Unidos sacó ventaja de su posición como la mayor potencia económica y el mayor comerciante del mundo para descartar cualquier cláusula comercial multilateral que perjudicara sus intereses; de lo contrario, Estados Unidos no promovería el libre comercio. Ahora que Estados Unidos abandona el libre comercio, China puede asumir la tarea de promoverlo, mejorando así su imagen como una potencia importante y demostrando su compromiso con la gobernancia y el desarrollo global.

Justin Yifu Lin, former Chief Economist of the World Bank, is Dean of the Institute for New Structural Economics and the Institute of South-South Cooperation and Development, and Honorary Dean at the National School of Development, Peking University. His recent books include Going Beyond Aid: Development Cooperation for Structural Transformation and Beating the Odds: Jump-starting Developing Countries.

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