Argelia: de la victoria en el fútbol al éxito económico

La reciente victoria de Argelia en la Copa Africana de Naciones (el campeonato bienal de fútbol masculino del continente) no es sólo la culminación triunfal de un torneo muy disputado. Tras casi cinco meses de un levantamiento popular que ya llevó a la salida del poder del presidente argelino Abdelaziz Bouteflika, también nos sirve para entender las reformas económicas que el país necesita con urgencia.

La revolución que se desarrolló este año en el país más grande (por territorio) de África tiene amplio apoyo. Como muchos de los movimientos de protesta en la región, el de Argelia lo impulsaron jóvenes frustrados por la falta de oportunidades económicas. El crecimiento anual del PIB hoy llega a menos del 2%, la tercera parte de lo que se necesita para crear empleos suficientes para la creciente población argelina en edad de trabajar.

La clave para resolver las frustraciones de los manifestantes es completar la transición de economía administrada a economía de mercado. Pero esta perspectiva genera considerable desconfianza en Argelia, donde muchos acusan a la liberalización de mercados de haber permitido el surgimiento de un capitalismo de amigos en el que los más altos niveles de la economía del país están en manos de unos pocos oligarcas.

En realidad, ese fenómeno es resultado de décadas de predominio estatal, no de los periódicos episodios de liberalización que alguna que otra vez lo interrumpieron. En la práctica el gobierno de Argelia (liderado los últimos veinte años por Bouteflika) alentó en muchas industrias monopolios estatales o privados (en manos amigas), mediante el mantenimiento de controles de precios y subsidios que destruyeron el dinamismo. Esto desalentó la inversión extranjera e impidió prosperar a incontables argelinos talentosos.

Así como un equipo de fútbol sólo puede ganar si incluye a los jugadores más dotados y de mejor rendimiento (no los que tienen más dinero o conexiones), una economía sólo puede prosperar si libera el potencial de sus actores más capaces. Permitiendo el funcionamiento de los mecanismos de mercado, Argelia puede crear un terreno de juego más parejo, en el que nuevas figuras talentosas puedan desafiar a jugadores establecidos de bajo rendimiento.

Pero no servirá de nada si no se incentiva a jugadores talentosos a participar. Para formar una selección de fútbol ganadora hubo que convocar a los mejores jugadores argelinos, repartidos en equipos de todo el mundo.

Del mismo modo, hay que lograr que argelinos capaces (muchos de los cuales disfrutaron las enormes inversiones educativas que hizo el país desde que obtuvo la independencia en 1962, pero se fueron en busca de oportunidades económicas) regresen del extranjero e impulsen la productividad y el crecimiento. Algo que, en vista de las amplias redes de la diáspora argelina, también facilitaría la integración del país a la economía global.

Sin embargo, ningún equipo puede funcionar bien sin un buen entrenador. El de la selección nacional, Djamel Belmadi, combinó habilidades técnicas y estratégicas pertinentes con un liderazgo valiente y exigente, para transformar una colección de talentos individuales en una unidad funcional.

Una combinación similar de visión y perspicacia se necesita para gestionar la transición económica de Argelia. Esto demanda confiar la dirección del proceso de desarrollo a actores cualificados en los sectores público y privado; y en el nivel de las empresas, hay que reemplazar con estructuras de gobernanza corporativa modernas la vieja modalidad verticalista imperante, que aísla de toda rendición de cuentas a las gerencias superiores.

Finalmente, así como en un partido de fútbol hace falta un árbitro creíble, una economía necesita reguladores independientes, en forma sectorial (por ejemplo, una autoridad para las telecomunicaciones) y transversal (autoridades de defensa de la competencia), para que el juego sea justo. Argelia debe formar con urgencia un aparato regulatorio confiable con una adecuada capacidad de fiscalización.

Pero crear esas estructuras es sólo el primer paso. En vista del temor de los argelinos a la liberalización de mercados, también hay que tomar medidas que fomenten la confianza pública en las autoridades reguladoras. En esto, soluciones tecnológicas como la digitalización de pagos, licitaciones y servicios sociales pueden ser útiles, así como el video puede resolver disputas en el fútbol.

Es hora de que Argelia aproveche el impulso creado por la movilización actual e implemente reformas económicas audaces que le permitan liberar el enorme potencial de su población, numerosa, joven y educada. Sería una victoria mucho más trascendental que la que pueda ofrecer cualquier torneo de fútbol.

Traducción: Esteban Flamini

Rabah Arezki is Chief Economist of the World Bank’s Middle East and North Africa Region and a senior fellow at Harvard University’s Kennedy School of Government.

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