Argentina, al despeñadero: Sálvese quien pueda

Los recientes resultados de las primarias argentinas hacen predecir que nada bueno le espera a la otrora gran nación sudamericana. Apellidarse Fernández parece ser un martirio, toda vez que no uno sino dos Fernández serán los protagonistas de una destrucción aun mayor de la ya sufrida por Argentina en el pasado. Los anuncios preelectorales del candidato Alberto Fernández, en los que culpa al FMI y al Gobierno de Macri de los males de su país, no hacen otra cosa que confirmar la amnesia que acompaña a la dupla que se espera asumirá el Gobierno. No hay registros de que alguna gobernante haya robado tanto como Cristina Fernández. En efecto, la ahora candidata a vicepresidenta robó maletas llenas de billetes, adjudicó obras públicas sin licitación, privilegió a sus secuaces y traicionó a su pueblo. Ya José «Pepe» Mujica, expresidente de Uruguay, declaró en 2013: «Esta vieja es peor que el tuerto», refiriéndose a Cristina Fernández y comparándola con su marido, Néstor Kirchner. El candidato Alberto Fernández también ha declarado que en Venezuela no hay una dictadura.

La situación de Argentina merece ser estudiada por psicoanalistas, psiquiatras y sociólogos. ¿Cómo un pueblo puede democráticamente buscar su destrucción? La autoflagelación parece ser la máxima de una mayoría enloquecida. El cáncer peronista, la corrupción y un Estado inmenso e ineficaz tienen capturado a toda una nación. Cuando Macri intentaba, con errores y aciertos, transformar a su país en algo más decente, le llega una puñalada por la espalda. Aún no está muerto, pero sí agonizante. El mapa de América Latina, que alcanzó a dar señales de prosperidad, se enfrenta a situaciones de gran preocupación. Partiendo desde el norte, un México dirigido por un socialista progre, populista y socio de aliados de temer; Nicaragua, en la agonía; Venezuela, falleciendo de la mano de un tirano que no se rinde y con el cual aún algunos ilusos quieren dialogar; Perú, que caminaba a paso firme, se desvanece en una crisis política; Brasil, que parecía despegar de la mano de Jair Bolsonaro, se enfrenta a diversas situaciones de difícil solución, y Bolivia intenta sacudirse de Evo Morales, que no suelta el mando y quiere permanecer gobernando.

Finalmente, llegamos a la Argentina, país de riquezas inmensas, agricultura y ganadería de buena categoría, cultura y tradiciones magníficas, mas no es eso suficiente para que su propio pueblo prefiera de manera voluntaria autoinfligirse estocadas de muerte. ¿Cómo entender esta locura? Debemos remontarnos a la inmigración europea, principalmente italiana, que encontró en Argentina un país rico, en el cual se podía prosperar. El tiempo los llevó a conocer a Perón. Su marcha más representativa nos decía: los muchachos peronistas, todos unidos, triunfaremos, y como siempre daremos un grito de corazón: «¡Viva Perón, viva Perón!». Por ese gran argentino que se supo conquistar a la gran masa del pueblo, combatiendo al capital. ¡Perón, Perón, qué grande sos! ¡Mi general, cuánto valés! Perón, Perón, gran conductor, sos el primer trabajador. El tenor de esta marcha no hace más que confirmar que, aunque Perón falleció hace 45 años, sus propuestas populistas siguen más vivas que nunca.

En el corazón de la mayoría de los argentinos, la corrupción es la sangre que circula por sus venas. El ADN se llama «viveza criolla». Quienes vivimos en la región sudamericana quisiéramos una Argentina viva, con proyección, produciendo, exportando y de la cual sus habitantes se sientan orgullosos. Dios los premió con un Papa argentino, con el mejor jugador de fútbol del mundo y con un territorio extenso y rico. Pero no hay caso. Hay un gen maldito, aún no aislado, que contamina y no deja que esos argentinos elegantes, trabajadores, de buena clase campesina, logren ser mayoría. El temor es que el cáncer se expanda y la coalición Cuba-México-Venezuela-Argentina puede dañar a los vecinos y de hecho ya los está dañando. Cuatro millones de venezolanos han dejado su país, millones de mexicanos quisieran vivir en Estados Unidos, Cuba cumplió 60 años bajo atroz dictadura y tal vez desde este fin de año la emigración provendrá desde Argentina.

Chile que debió sacudirse del marxismo y recorrer un camino largo y duro para posicionarse como líder regional, ve con preocupación lo que sucede en su hermana República Argentina. Ojalá los argentinos mediten y decidan privatizar su mente para que ese Estado asfixiante los deje pensar, crear y emprender negocios y proyectos de largo plazo. Si los argentinos votan por políticos corruptos y ladrones, el futuro de su país será una clonación de Venezuela. Hambre, pobreza y muerte. Un poema del alma de Rubén Maldonado nos inspira refiriéndose a la tradición argentina: Al gaucho no le ha de faltar tabaco, mate y mujer, caballo de trote parejo y un rancho para el querer, así la vida transcurre, entre ganado y trigales, que no se note tristeza ni se llore por los males. Nunca ha de volar alto, puesto que puede caer, ni tampoco muy, muy bajo y en un árbol perecer.

Andrés Montero J. es empresario y columnista chileno.

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