Argumentarios de meritorios

Mucho he sentido el reciente, y reincidente, fervorín laicista de Alfredo Pérez Rubalcaba, persona moderada y cordial en el trato corto, amenazando con denunciar los Acuerdos entre España y la Santa Sede. Unos tratados internacionales con rango de ley interna según la Constitución y que fueron respetados y aplicados por el Gobierno de España durante los casi 22 años en los que el PSOE ocupó la Presidencia del Gobierno. Alfredo Pérez Rubalcaba fue ministro, en tres ministerios diferentes, durante nueve de esos años.

Junto con el compromiso electoral del Partido Popular de modificar la regulación sobre el aborto para reforzar la protección del derecho a la vida, el proyecto de Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) ha desatado en el PSOE un vendaval de radicalidad orquestado en declaraciones impropias de personas con una formación académica y una experiencia en la gestión pública que hacen incomprensible la utilización de unos argumentarios laicistas que parecen redactados por algún meritorio en busca de una concejalía.

La Lomce quiere dar las mejores oportunidades de futuro a los jóvenes españoles, víctimas hoy de un sistema educativo con una tasa de abandono escolar prematuro del 25%, el doble de la media europea. La Lomce promoverá el refuerzo de las materias instrumentales (lengua, matemáticas, ciencias e idioma extranjero), el esfuerzo, las evaluaciones externas, la transparencia, la autonomía de los centros y el derecho de los padres a elegir la educación de sus hijos, en toda España.

Parece una iniciativa razonable y positiva para mejorar la Educación en España y, con las naturales diferencias ideológicas, todos los partidos deberían aceptar que no podemos seguir más tiempo con un sistema educativo basado en la LOGSE y en sus secuelas y, en consecuencia, contribuir a su reforma.

Y sin embargo, el PSOE ha centrado en buena medida su dialéctica en dos asuntos tan periféricos de la reforma como la asignatura voluntaria de Religión (de oferta obligatoria según los Acuerdos con la Santa Sede) y los centros concertados con educación diferenciada.

Y aquí hay que recordar que en diciembre de 1994 un Gobierno socialista aprobó un Real Decreto, que regulaba la asignatura de Religión y su alternativa «laica», en la que esta última era discriminada al no ser evaluable, al contrario que la de Religión. Lo que convertía en una «maría» a la alternativa «laica», justo lo contrario de lo que ahora va a proponer la Lomce, en la que ambas asignaturas serán evaluables.

Con diversos ministros socialistas de Educación, y entre ellos Alfredo Pérez Rubalcaba entre junio de 1992 y julio de 1993, se firmaron conciertos con centros de educación diferenciada. Sólo en la Comunidad de Madrid, y antes de las transferencias educativas a dicha Comunidad, el Ministerio concertó ocho colegios de educación diferenciada. He manifestado en varias ocasiones que yo he enviado a mis hijos a colegios de educación mixta, y no me gustaría que me impusiesen lo contrario, pero que me parece elemental respetar el derecho de elección de esa minoría de padres que, en un 0,7% de los casos, prefiere para sus hijos la educación diferenciada.

Sorprende también la utilización del argumentario laicista por Patxi López, que ha sido, gracias al apoyo del PP, lehendakari del País Vasco, la comunidad autónoma en la que la educación concertada representa el porcentaje mayor de toda España, con abundante presencia de colegios religiosos. Oírle hablar ahora, con ánimo crítico, de «dogmas» y «catecismos» produce un cierto rubor.

La izquierda política y pedagógica no admite que posiciones que pretendían ser progresistas en los años setenta del siglo pasado son hoy profundamente conservadoras. Lo son al no querer cambiar un sistema educativo que ha rebajado la calidad de la enseñanza, la transmisión de conocimientos y valores, la exigencia, la autoridad del profesor y la vertebración educativa de España, con diferencias inadmisibles entre comunidades autónomas, tanto en resultados como en contenidos de materias como Geografía e Historia.

Nadie puede negar a esa izquierda que, junto con una sana autocrítica, aporte sus propias alternativas para mejorar la Educación en España. Lo que resulta lamentable es que –en lugar de iniciativas originales o de propuestas contrastadas en otros países que han superado la pedagogía comprehensiva– se recurra a desempolvar retóricas laicistas que tanto dividieron a los españoles en los años treinta del siglo pasado. Estrategia política bastante torpe en un país como España donde el 73% de los padres de alumnos de Primaria elige, voluntariamente, que sus hijos cursen la asignatura de Religión Católica.

Espero que rectifiquen. Y a los meritorios o meritorias que probablemente han elaborado los argumentarios del PSOE que les vayan formando, de aquí al 2015, para intentar ser concejales de provecho y respetuosos con la libertad de conciencia de sus vecinos.

Por Luis Peral Guerra, portavoz de Educación del Partido Popular en el Senado.

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