Arreglemos el tejado de Europa mientras brilla el sol

El pasado mes de marzo, la Unión Europea celebró su sexagésimo aniversario en Roma. Con dicho motivo, pudimos reunirnos y rememorar lo que hemos conseguido gracias a nuestra Unión, pero también nos permitió mirar hacia el futuro y reflexionar sobre la forma en que Europa puede seguir cumpliendo sus promesas para con las generaciones venideras. Esta es la lógica que subyace en el Libro Blanco de la Comisión Europea sobre el futuro de Europa, así como en el debate que ha suscitado.

Una parte importante de este debate gira en torno a cómo podemos aprender colectivamente las lecciones del último decenio. Si bien la crisis financiera mundial que se desató hace diez años no se inició en Europa, permitió constatar la existencia de deficiencias importantes, tanto en el funcionamiento de nuestro sistema financiero como en la estructura institucional de la zona del euro, y se tradujo en la más profunda y prolongada recesión que se recuerda.

Con vistas al futuro, no podemos vernos expuestos de la misma forma. Juntos hemos de mejorar las estructuras económicas y sociales que aportan más estabilidad y seguridad a los ciudadanos de Europa.

El calendario es ahora propicio para hacerlo. Gracias a unos esfuerzos decididos, la economía de la UE ha crecido durante varios años consecutivos. El desempleo, pese a que sigue siendo inadmisiblemente alto en algunos países, se sitúa en su nivel más bajo desde 2008. Las finanzas públicas están volviendo a estar saneadas y la inversión repunta. Los bancos de la UE casi han duplicado sus ratios de capital y los préstamos no productivos disminuyen de forma constante. Disponemos de nuevas normas que garantizan que los contribuyentes no deban pagar por los bancos en crisis. La confianza en el euro ha alcanzado el mayor nivel registrado hasta ahora.

Como reza el viejo dicho popular, hay que arreglar el tejado cuando el tiempo es clemente y brilla el sol. Tenemos ahora la oportunidad y la obligación de conseguir que la economía y nuestra sociedad sean más robustas y estén mejor adaptadas de cara al futuro.

Este fue el espíritu con el que la Comisión Europea presentó una hoja de ruta que establece la senda hacia un mayor grado de uniformidad, eficiencia y responsabilidad democrática en la gobernanza económica de la UE, que se apoya en años de trabajo y que tiene por objeto reforzar el crecimiento, fomentar la convergencia y mejorar la estabilidad macroeconómica en beneficio de todos los ciudadanos.

El euro, que siempre ha constituido un proyecto unificador, es la moneda única de la UE y actualmente es la segunda divisa más utilizada en el mundo. Una zona del euro fuerte es positiva para el mercado único y para la UE en su conjunto. Esto es especialmente cierto si se tiene en cuenta que todos los Estados miembros, salvo dos, están jurídicamente obligados a adoptar el euro una vez que cumplan las condiciones necesarias. Con la salida del Reino Unido, las economías de la zona del euro representan el 85 % del total de la economía de la UE. Al trazar el camino a seguir, no debemos olvidar a nadie.

Como parte de la hoja de ruta, ya hemos presentado propuestas para completar la Unión Bancaria y la Unión de los Mercados de Capitales, a fin de reducir los riesgos que persisten en el sector bancario, diversificar las fuentes de financiación de la economía real y asegurarnos de que los riesgos privados están mejor distribuidos.

La semana pasada, la Comisión Europea presentó nuevas iniciativas para cumplir los compromisos que expuse en mi Discurso sobre el Estado de la Unión en septiembre. Entre ellas se incluyen el establecimiento de un Fondo Monetario Europeo para apoyar la estabilidad financiera en los países que tienen necesidades urgentes y proteger a los contribuyentes frente al coste que conllevan los bancos en dificultad.

También hemos propuesto incorporar al Derecho de la UE el Tratado de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza, lo que ayudará a simplificar el marco jurídico y a consolidar las normas existentes para el saneamiento de las finanzas públicas, incluida la flexibilidad que en ellas se prevé.

Hemos presentado nuevos instrumentos presupuestarios para apoyar las reformas nacionales, un mecanismo de convergencia para los Estados miembros en su camino hacia la adhesión al euro y una función de estabilización para mantener los niveles de inversión en caso de crisis económicas intensas.

Para coordinar todos estos elementos y garantizar que la gobernanza económica de la UE sea más sencilla, coherente y eficaz, hemos propuesto la creación de la figura de un ministro Europeo de Economía y Finanzas.

Los 27 dirigentes de la UE mantendrán un primer debate sobre nuestras ideas durante la Cumbre del Euro que se celebra esta semana, y que será la primera de este tipo que se desarrolle en un entorno tan favorable y que reúna tanto a dirigentes de la zona del euro como a quienes no pertenecen a la misma. La reunión contribuirá a preparar la adopción de las decisiones concretas que deben tomarse en 2018. Estoy convencido de que asumiremos nuestra responsabilidad colectiva de pasar página de la crisis y no esperar hasta que se produzca otra tormenta.

Jean-Claude Juncker es presidente de la Comisión Europea.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *