Así podemos ayudar a suavizar el golpe económico del coronavirus

Nuestra economía funciona a través de la interdependencia mutua. A medida que pasamos tiempo en aislamiento, hay que pensar también en todas las personas que dependen de nosotros para ganarse la vida: el conductor de Uber, el dueño de la tintorería, la cuidadora de niños, el barista de la cafetería. Como todo, desde los juegos deportivos hasta las salidas nocturnas con amigos se ha ido cancelando debido al coronavirus Covid-19, la actividad económica se está deteniendo.

La gente está empezando a practicar no solo el distanciamiento social sino también el distanciamiento económico, lo que deja a muchas personas —especialmente las más vulnerables económicamente— en serios problemas. Es fácil sentirse impotente viendo cómo aumentan los costos humanos. ¿Qué podemos hacer para marcar la diferencia cuando estamos atrapados en casa, desconectados tanto social como económicamente?

Primero: si tenemos un ingreso propio asegurado, se pueden redirigir los fondos que hubiéramos gastado en desplazamientos, películas o restaurantes a aquellos que no tienen el privilegio de un sueldo fijo o una vivienda estable. A medida que las escuelas cierran y los padres pierden el que alguien cuide a sus hijos, y a medida que los trabajadores pierden sus ingresos, las familias más vulnerables enfrentan desafíos inmediatos para satisfacer las necesidades básicas. Las organizaciones benéficas locales que están cubriendo el problema necesitan donaciones (en efectivo, no en productos) ahora más que nunca. En los Estados Unidos, puede encontrar bancos de alimentos locales y servicios para personas sin hogar en ImpactMatters, que ha identificado organizaciones de alto impacto en 44 ciudades. En este momento es vital el crear conexiones económicas en nuestras comunidades.

Segundo: actuar globalmente. A pesar de lo malo que ha sido el coronavirus en los países ricos, es probable que sea mucho más devastador en los países en desarrollo, que tienen peores sistemas de atención médica. En muchos lugares, el distanciamiento social ni siquiera es una opción. Imagine qué tan rápido se puede propagar el virus en un campo de refugiados abarrotado, y sin higiene y saneamiento adecuados.

Organizaciones como el Comité Internacional de Rescate ya cuentan con la infraestructura y la experiencia para ayudar cuando el Covid-19 se propague a través de campos de refugiados abarrotados. Donar ahora puede ayudarlos a prepararse y prevenir más tragedias para aquellos en los campos de refugiados. Una organización benéfica médica acreditada como Médicos sin Fronteras o Socios en Salud puede usar nuestras donaciones para comprar suministros y conseguir personal para la pandemia.

¿Qué pasa con una organización benéfica global que reduce el distanciamiento económico sin aumentar el distanciamiento social? GiveDirectly tiene un modelo único, muy apropiado para este contexto. Envían dinero a través de transferencias móviles directamente (y rápidamente) a hogares de bajos ingresos. Y están respaldados por evidencia, habiendo realizado varias evaluaciones aleatorias con Innovations for Poverty Action para validar que el dinero se usa bien. Dado que el coronavirus no puede transmitirse por teléfono, es la organización benéfica socialmente distante/económicamente perfecta para la ocasión.

Tercero: hay que pensar en otras formas en las que ponemos distancia económicamente en la vida diaria. Se puede intentar revertirlo o compensarlo, si es que se tiene el dinero para hacerlo. Si vamos a un restaurante o cafetería y notamos que está muy vacío, podemos dejar una propina más grande de lo habitual. Si le pagamos a alguien para limpiar la casa, o a un tutor para nuestros hijo, o cualquier otra persona cuyos servicios cortemos a partir de ahora, hay que considerar continuar pagándoles. Si no estamos llevando ropa a la tintorería, pero siempre tuvimos la intención de limpiar las cortinas o los manteles, este es probablemente un buen momento de hacerlo para que estas personas sigan teniendo un negocio cuando se reanude la rutina normal. Estas pueden parecer pequeñas acciones, pero suman.

Obviamente, no todos tienen el lujo de poder tomar estas medidas en este momento. Pero aquellos que tienen los medios para capear la tormenta pueden ayudar a reducir el impacto económico en aquellos que no lo tienen. Incluso en un momento en el que puede estar físicamente más aislado que nunca, puede mantener una conexión económica con quienes dependen de nosotros y crear nuevas conexiones con personas de todo el mundo que necesitan nuestra ayuda.

Susan Athey es profesora en la Stanford Graduate School of Business y miembro de la junta de Innovations for Poverty Action. Dean Karlan es profesor en la Kellogg School of Management de Northwestern University y fundador de Innovations for Poverty Action.

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