Asignaturas pendientes para la igualdad de género

En términos de la importancia de la igualdad de género en el trabajo, el mensaje claramente ha llegado hasta las altas esferas. Las encuestas —incluidas las que mi propia organización ha llevado a cabo— muestran continuamente que los líderes empresariales entienden la necesidad del trato igualitario de los hombres y mujeres que componen la fuerza laboral.

De hecho, durante mis propias conversaciones con empresarios de alto rango en todo el mundo, confirmé que claramente se están logrando avances. La gran mayoría reconoce que la cuestión es un imperativo para el éxito de sus empresas y ha implementado medidas para fomentar la igualdad de género en sus organizaciones. Sin embargo, a pesar de todas las bellas palabras, queda mucho por hacer antes de que podamos lograrlo.

Los hechos hablan por sí solos. Aún existe una brecha en las remuneraciones en todos los países del mundo: los hombres ganan más que las mujeres por tareas similares. De igual modo, el porcentaje de puestos en la juntas corporativas ocupados por mujeres parece haberse estancado apenas por encima del 17 %.

Este sesgo no ha pasado desapercibido, especialmente entre las empleadas mujeres. En una encuesta mundial a mujeres de la generación del milenio (nacidas entre 1980 y 1995) llevada a cabo por PwC en 2015, la mitad de las que trabajan en los servicios financieros afirmaron que les parece que los hombres reciben un trato más favorable para los ascensos. Más del 70 % dijo que independientemente de cuanto hablan sus organizaciones sobre la diversidad, las oportunidades en realidad continúan siendo desiguales.

Es interesante que otros estudios concluyen que cuando se da a las mujeres la oportunidad de desempeñarse en igualdad de condiciones que los hombres, con mayor frecuencia lo hacen mejor. Un análisis reciente de 300 nuevas empresas durante 10 años respaldado por capitalistas de riesgo en Estados Unidos mostró que aquellas fundadas con mujeres tuvieron un desempeño del 63 % superior a las que nacieron con equipos compuestos solo por hombres.

Y otro de los programas de investigación de PwC que examina los cambiantes rostros de los multimillonarios en todo el mundo descubrió lo que llamamos el «factor Atenea». El aumento en la cantidad de multimillonarias supera significativamente al de los hombres y Asia registra el mayor crecimiento en las filas de las multimillonarias que alcanzaron sus posiciones gracias a sus propios esfuerzos.

Cuando las mujeres cuentan con la oportunidad de capitalizar su talento, lo hacen exitosamente y con entusiasmo. Mientras tanto, cada vez se reconoce más la contribución positiva que una fuerza laboral más diversa aporta al desempeño de los negocios. Sin embargo, como lo refleja la obstinada persistencia de la brecha en las remuneraciones, las barreras al avance de la mujer continúan existiendo.

Es necesario ahora un cambio genuino y permanente en las actitudes y el comportamiento. Muchos de los sesgos que limitan a las mujeres son inconscientes y, por su propia naturaleza, estos puntos ciegos no pueden ser abordados solo con declaraciones de intención. Ocuparnos de la desigualdad de géneros nos obligará a identificar donde, cómo y por qué se materializan estos sesgos y a desarrollar estrategias e intervenciones sistemáticas para eliminarlos.

Para ello, las empresas deben desafiar activamente a los hombres para que ayuden a las mujeres a avanzar en la fuerza laboral. Por eso estoy orgulloso de ser un Paladín del impacto corporativo fundador del movimiento HeForShe (él por ella) de las Naciones Unidas. Para crear cambios reales y duraderos los hombres y las mujeres debemos trabajar conjuntamente.

En el caso de los negocios, la justificación es incontrovertible. Las mujeres no solo constituyen la mitad de la población mundial, sino que las mismas habilidades necesarias para solucionar las diferencias de género —apertura mental, humildad y empatía— se pueden aprovechar para salvar otros tipos de diferencias, ya sean culturales, físicas o personales.

Por supuesto, es importante tranquilizar a los escépticos masculinos que consideran la igualdad de género como una amenaza. En junio de 2015 organicé un chat HeForShe en Twitter. Aunque la conversación fue abrumadoramente positiva, afloró una preocupación obvia: ¿por qué deben los hombres ayudar a las mujeres a obtener puestos que ellos mismos ansían?

Ocuparnos de esas preocupaciones nos obliga a demostrar que no estamos ascendiendo a cierta gente a expensas de otra; la igualdad de género debe generar beneficios para todos, en vez de constituir un juego de suma cero. En PwC nos estamos ocupando de esto, organizando conversaciones en las que hombres y mujeres discuten de manera colaborativa y respetuosa cuestiones de género, y trabajando con ambos géneros para desafiar la duplicidad de criterios y reconocer posibles puntos ciegos.

Investigaciones recientes sugieren que al ritmo actual de avance serán necesarios otros 80 años para lograr la igualdad de género. Eso no alcanza, debemos comprometernos para lograrlo durante nuestras vidas, en beneficio de todos.

Dennis Nally is Chairman of PricewaterhouseCoopers International Ltd., the coordinating and governance entity of the PwC network. Traducción al español por Leopoldo Gurman.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *