Atrapados en el tiempo

La especificidad horaria española no está en el huso adelantado; ocurre lo mismo en una decena de países. Nuestra especificidad radica en la racionalidad de la respuesta: la sociedad española retrasó todos sus hábitos sociales. A una acción le sucedió una reacción igual y de sentido contrario, que anuló la primera.

Este comportamiento es característico en física de los sistemas que llamamos estables. Explica, por sí solo, por qué el huso horario ha pervivido en España desde entonces. Significa que tenemos la hora de Berlín pero seguimos en Greenwich, de donde nunca nos fuimos. Esta característica no supone ni beneficio ni perjuicio alguno para los españoles. Solo hay que recordarla al comparar nuestros hábitos: los trabajadores españoles no comen a las 2.30 pm (hora de Berlín), lo hacen a las 1.30 pm (hora de Londres), como en Italia o Reino Unido; su prime-time no es a las 11.00 pm (Berlín) sino a las 10.00 pm (Londres), como en Italia o Reino Unido; no despiertan a las 7.00 am (Berlín) sino a las 6.00 am (Londres), como en Estados Unidos y como Bill Murray en la película Atrapado en el tiempo.

Setenta años después, este comportamiento es vilipendiado por la Asociación para la Racionalización de los Horarios Españoles (Arhoe), que lleva años quejándose, a la vez, de nuestros horarios retrasados y de nuestro huso adelantado. Y con ostinato impelen al Gobierno a retrasar el huso y adelantar los hábitos. Como el hámster que avanza en una rueda propone dos medidas que se anulan entre sí: Arhoe, sin darse cuenta, está diciendo que los hábitos vespertinos españoles ya son racionales.

Hay otro problema cuando comparamos la actividad económica de España con la del resto de Europa, es decir, con Alemania y Reino Unido: la diferencia de latitud y sus consecuencias. Hoy el día dura allí casi dos horas menos que aquí: una hora menos por la mañana y otra por la tarde. Por eso allí se retrasa la entrada al trabajo, se adelanta la salida y el ritmo de vida es más intenso y homogéneo en ese segmento.

En España, cualquier día del año dura más que una jornada laboral media y eso permite una panoplia de comportamientos que voy a resumir en: trabajadores que acaban a las 2.00 pm y 3.00 pm antes de comer (una parte muy importante); los que acaban entre las 4.00 pm y las 6.00 pm y que pausan brevemente para comer; los que acaban a partir de las 6.00 pm, probablemente con una pausa más larga, y también los pocos que solo trabajan de tarde.

Los dos primeros tipos agrupan aproximadamente al 50% de los trabajadores españoles: el valor mediano de la hora de la salida del trabajo (6.00 pm) es ya el objetivo que se ha propuesto la ministra Báñez. El valor también es coincidente con el de Reino Unido, Canadá, Estados Unidos o Francia y anterior al de Italia.

El deseo de todos es trasladar trabajadores del segmento más tardío al anterior. Voy a señalar dos dificultades intrínsecas. Primero, hay aversión a retomar la actividad de noche: a las 5.00 pm es de noche en Alemania hoy, pero es de día en España; esa, y no la historia, es la racionalidad de la pausa, no la estigmaticemos alegremente. Segundo, la hora a la que el 75% de los trabajadores ha dejado de trabajar depende de la latitud y, en general, ocurre dos horas después del anochecer invernal, en nuestro caso a las 8.00 pm. Está relacionada con cómo se desactiva una sociedad una vez que ha anochecido. Es posible que podamos acelerar algo ese proceso, que suele ser más lento que la activación por la mañana. Quizá hay aún sectores que pueden adelantar el fin de su actividad, bienvenidos sean, pero no persigamos objetivos imposibles.

La ministra Báñez debe tener cuidado de no alterar el conjunto: Arhoe también le está pidiendo que retrase artificialmente la entrada al trabajo (retrasando el huso) lo que perjudica, por lo menos, a la mitad de los trabajadores: los que ya salen a las 6.00 pm, al anochecer invernal.

En este debate abundan los eslóganes fáciles; es hora de desenmascararlos. La idea de que tenemos un jet-lag permanente por tener la hora de Berlín es ridícula. La idea de que el huso tenga algo que ver con la conciliación es incorrecta: podemos conciliar sin cambiar el huso. El dato repetido de que los trabajadores españoles duermen menos que los europeos es simplemente falso. Solo analizando bien el problema avanzaremos por la senda correcta.

José María Martín Olalla es profesor de Física de la Universidad de Sevilla.

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