Aunque la mona se vista de seda, ETA se queda

Quienes siguen repitiendo que Bildu no es ETA quizás hagan oídos sordos a lo que les voy a contar, pero yo sigo insistiendo para forzar a los que siguen negando que blanco y en botella... Cualquiera es capaz de imaginar el cuerpo que se me puso cuando leí en el periódico que en un pueblo de Navarra se había homenajeado al asesino de mi hermano, Alberto Jiménez-Becerril, y a su mujer, Ascención García. Respiré hondo y me dije: «Tenía que llegar, la mayoría de las fiestas de los pueblos donde gobiernan estos indeseables acaban en una celebración donde los héroes son los pistoleros, a falta de mejores candidatos». Así que todo lo serenamente que pude, me fui a la Audiencia Nacional y puse en conocimiento del fiscal la información, blandiendo la hoja del periódico, como prueba de que en mi país existían pueblos en los que se rendía homenaje a quienes disparaban por la espalda, y que yo, como víctima y como ciudadana española, no podía aceptar una indignidad tal sin al menos intentar parar la maquinaria de la infamia, la injusticia y la indiferencia.

Y la gota que colmó el vaso fue comprobar que el alcalde del pueblo en cuestión, un tal Gastoarena, no solo permitió que se celebrara dicho acto, en el que las fotografías de los terroristas eran parte del siniestro decorado, sino que asistió a disfrutar del sano espectáculo de honrar la memoria de los vivos que matan, al tiempo que se humilla la de los muertos inocentes. ¿Siguen ustedes creyendo que Bildu no es ETA? ¡Pues ya son ganas de negar lo evidente! ¿Que estos no matan? Bueno, no les tocó en el reparto el papel de los malos, sino el de los que entienden a los malos, los justifican e intentan cambiar el final de la historia para hacerla más agradable a una sociedad incapaz de asumir responsabilidades.

Salí de la Audiencia satisfecha y pensando que colaborar con la Justicia es siempre un buen ejercicio democrático. Supe poco después que el Partido Popular de Navarra había intentado reprobar al alcalde de Villava, el pueblo del triste homenaje, y que Unión del Pueblo Navarro se había sumado a tan noble iniciativa, pero para asombro, o no, de todos, el Partido Socialista de Navarra votó en contra, escogiendo como compañero de viaje a Bildu y argumentando que el alcalde de Villava, el que disfruta en los homenajes de etarras, había sido elegido democráticamente.

Deben saber estos señores parlamentarios socialistas que mi hermano también fue elegido democráticamente y que ese tal José Luis Barrios que lo asesinó y al que hoy se honra en Villava no sabía lo que era la democracia y no merece ningún homenaje, al menos no en un país que la defiende.

En fin, aquí se retrataron bien los socialistas que, votando junto a Bildu, impidieron reprobar a un alcalde no solo reprobable, sino sobre el que debe caer todo el peso de la ley; que dice que mostrar las fotografías de los asesinos es enaltecimiento del terrorismo, hecho que debe ser perseguido y castigado. Difícil explicar la humillación que supone para una víctima que se aplauda al asesino de los tuyos, que se pida continuamente su vuelta a casa.

Ver a Laura Mintegi, cabeza de lista de Bildu, la noche electoral, crecida por los resultados, diciendo: «Los traeremos a casa», refiriéndose a los presos de ETA, como si fueran inocentes secuestrados por piratas, o heridos de una catastrofe natural o indefensos ciudadanos víctimas de un conflicto fuera de su país. Cualquiera que no conociese el pasado de quienes esta señora quiere traer a casa pensaría que son eso, inocentes que merecen volver a la paz de sus hogares lo antes posible, en lugar de viles asesinos que cumplen condena por los más crueles crímenes.

Lo más triste de todo esto es que ni la noche electoral fue una fantasía, ni el homenaje al asesino de mi hermano Alberto tampoco. Todo es real en esta amada España mía donde quienes apoyan a ETA han logrado el voto de muchos, y digo muchos, ciudadanos del País Vasco y donde un cargo público participa en la fiesta donde los terroristas son los homenajeados. Y aquí nadie se rebela.

¿Saben una cosa? Que yo sí me rebelo, sin importarme los votos que obtengan en las urnas. ¿Que no soy democrática? ¿Y quién lo dice? ¿Esta chusma que da vivas a pistoleros y secuestradores? Pero Bildu no es ETA, no, no por Dios, eso nunca. ¡Venga ya!

Teresa Jiménez-Becerril, eurodiputada

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