Auschwitz: el recuerdo no basta

Menos de un kilómetro separan la entrada principal del complejo y el monumento conmemorativo internacional del campo de concentración nazi de Auschwitz-Birkenau, apenas hay un kilómetro. Una distancia que los visitantes pueden recorrer en tan solo diez minutos. Y que, sin embargo, resulta estremecedora.

Con cada paso que se da por esas vías férreas que condujeron hacia una muerte horrible a más de un millón de hombres, mujeres y niños, se sobrecoge el ánimo por el devastador fracaso de la humanidad al no haber impedido el exterminio masivo de inocentes a tal escala, y por la gran responsabilidad que sobre todos nosotros recae: asegurarnos de que nunca vuelva a suceder. Reza sobre el monumento un severo recordatorio: «Que este lugar sea por siempre para la humanidad un alarido de la desesperación y una advertencia».

Este año se celebra el 75.º aniversario de la liberación de Auschwitz. En Europa y fuera de ella se están organizando multitud de actos conmemorativos: es una ocasión señalada para rendir homenaje a los seis millones de judíos y demás víctimas que murieron a manos del régimen nazi por razón de su etnia, su identidad o sus creencias.

Una ocasión para decir: no olvidamos. Sin embargo, no basta con recordar. El 23 de enero, en el quinto Foro Mundial del Holocausto celebrado en Jerusalén, los presidentes de la Comisión Europea, el Consejo Europeo y el Parlamento Europeo enviaron un mensaje rotundo: «Todos los Estados miembros de la Unión Europea se mantienen unánimes en su determinación de que ninguna forma de racismo, antisemitismo y odio tenga cabida en Europa; haremos todo lo que sea necesario para combatirlas».

Sin embargo, los incidentes antisemitas van, lamentablemente, en aumento. En una encuesta reciente realizada a judíos europeos, uno de cada tres declaró haber sido víctima de acoso cuando vestía o exhibía públicamente objetos con los que se le podía identificar como judío.

Los tiroteos en Halle y Bruselas nos recuerdan implacablemente que, 75 años después del Holocausto, el antisemitismo sigue cobrándose vidas y poniendo en jaque el tejido mismo de nuestras sociedades. Cuando un hombre abre fuego en una sinagoga en la fiesta de Yom Kipur, no estamos solo ante un atentado contra la comunidad judía. Se trata de un atentado contra todos nosotros. Contra nuestros valores y principios fundamentales. Contra la unidad, la diversidad y la cohesión de nuestras sociedades. Contra todo lo que constituye nuestro modo de vida europeo.

Como tesalonicense, sé bien cuán inmensa ha sido la aportación de la cultura judía a nuestro patrimonio europeo, y conozco demasiado bien las estremecedoras secuelas del Holocausto en una ciudad que fue un próspero enclave judío sefardí, conocido como «Madre de Israel» por su comunidad ladino parlante.

Bajo mi responsabilidad, la Comisión Europea ha formado un nuevo equipo especializado en la lucha contra el antisemitismo, con el fin de reforzar y coordinar los esfuerzos de todos los Estados miembros para el desarrollo de estrategias nacionales que abarquen la lucha contra los delitos de odio y de incitación al odio, la protección y la integración de las comunidades judías, la educación y la sensibilización.

La seguridad sigue siendo la mayor preocupación de las comunidades judías. Estamos ultimando la Unión de la Seguridad. Queremos una Unión en la que todos los europeos se sientan seguros y protegidos, independientemente de su fe, su origen o su lugar de residencia. Seguiremos apoyando las medidas de los Estados miembros para prevenir la radicalización, combatir la incitación al odio en línea y garantizar la seguridad física de las comunidades judías.

En paralelo, debemos intensificar nuestros esfuerzos en el ámbito de la educación, que es la herramienta más poderosa de la que disponemos para prevenir a largo plazo los incidentes antisemitas. Debemos educar a nuestros hijos, informar a nuestros ciudadanos y formar a nuestros cuerpos y fuerzas de seguridad y al personal de la administración de justicia sobre la Shoá y sobre las formas modernas de antisemitismo. Contar con un plan educativo ambicioso e inclusivo y escuelas que lo apliquen adecuadamente puede ser un factor fundamental para cambiar las percepciones y las actitudes.

Y, por último, tenemos que reconocer que el antisemitismo no es solo un problema europeo, sino que requiere una respuesta global y, con este fin, la Unión Europea debe aunar fuerzas con todos los países y organizaciones internacionales dispuestos a defender los derechos humanos, nuestros valores de igualdad, pluralismo, diversidad y las libertades de religión y de expresión.

Hoy, junto con los supervivientes del Holocausto y líderes políticos de todo el mundo, recorreré a pie la distancia entre la puerta de la muerte y el monumento de Birkenau, para honrar, en nombre de la Unión Europea, a quienes allí murieron y a los millones más que han sufrido y siguen estando amenazados por el azote del antisemitismo.

Es nuestro deber.

No solo recordar, sino también no callarnos y actuar.

Margaritis Schinas es el vicepresidente de la Comisión Europea para la Promoción de nuestro Modo de Vida.

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