Autoconsumo o paraísos fiscales encubiertos

En los últimos días han sido varios los agentes que, en nombre de los consumidores, se han alzado en contra de la propuesta de regulación del autoconsumo y el balance neto. Agentes que, por otro lado, tienen intereses en el negocio del suministro de los equipos correspondientes.

El negocio parecía prometedor ya que, con una factura eléctrica donde más de la mitad de lo que se paga son costes ajenos al suministro, la posibilidad de dejar de pagarlos ofrecía una alta rentabilidad.

Nosotros defendemos hace mucho tiempo que los consumidores eléctricos no paguen los costes que no son propios del suministro eléctrico. No nos parece correcto que se carguen en la factura eléctrica los costes de la política energética nacional y/o europea. Sin embargo, desde esta Asociación no hemos tenido ningún éxito: en estos momentos, más de la mitad de los pagos que se hacen con cargo a las tarifas de acceso son precisamente costes de política energética. A esto hay que sumar el 21% de IVA, el 5% de impuesto de la electricidad y que a la producción de electricidad, una de las más competitivas de Europa, el año pasado se le añadieron 3.000 millones de euros de nuevos impuestos.

Además de encarecer la energía eléctrica, esto tiene consecuencias muy importantes en el encaje del autoconsumo y del balance neto.

El Gobierno ha decidido que unos costes que debieran pagar los Presupuestos Generales del Estado los paguen los consumidores de electricidad. No estamos de acuerdo con ello, pero tampoco lo estamos con la creación de “paraísos fiscales” en los que unos pocos puedan eludir su parte del gravamen a costa del resto de consumidores. Pues bien: esto es precisamente lo que ocurriría si se permitiera el autoconsumo “desordenado” y, aún más, si se añade el balance neto.

El autoconsumo no puede ser un mecanismo que permita que aquellos que disponen de los recursos económicos para autoproducir su consumo eludan los costes e impuestos que el Gobierno ha decidido recaudar por medio de la factura eléctrica; entre otros motivos, porque el autoconsumo no reduce ninguno de esos extracostes y el resto de consumidores tendrían que pagar lo que hoy ya están pagando más lo que dejarían de pagar los “autoconsumidores”.

Quienes contratan un seguro médico o de pensiones privado no ven reducidos sus impuestos, sino que siguen colaborando al sostenimiento de la Seguridad Social como los demás; y eso que al asistir a un médico privado sí se reduce el coste de la sanidad pública.

Lo queramos o no, más de la mitad de los costes que pagamos en la factura eléctrica no son costes del suministro eléctrico. El autoconsumo no reduce estos “costes añadidos” y no puede ser un artificio para que nadie traspase a otros estos “costes impuestos”. Es importante recalcar que no se trata de evitar que los afortunados auto-productores reduzcan sus costes, lo que hay que evitar es que otros acaben pagando lo que ellos dejan de pagar.

Debe recordarse que los citados “costes añadidos” e impuestos se pagan tanto en la tarifa de acceso como en el precio de la energía. Para que el autoconsumo sea neutral han de tenerse en cuenta ambas cosas. Hay varias formas de conseguir esta igualdad de todos los usuarios ante los impuestos, una de ellas podría haber sido gravar la energía “autoproducida” con los mismos impuestos que el resto de las energías, pero esto tiene una complejidad tributaría que no tiene la fórmula adoptada por el Gobierno, que consiste en aplicar una tarifa de respaldo para la energía “autoconsumida”. Por el contrario, esta fórmula da pie a comparaciones engañosas con la tarifa de acceso, olvidando que la tarifa de respaldo, para ser neutral debe añadir a la tarifa de acceso los impuestos que no se van a ingresar por la energía “autoproducida”.

Hay quien va más allá y no solo niega la tarifa de respaldo, también la de acceso, se dice: si yo produzco mi propia energía ¿por qué tengo que pagar tarifa de acceso?, la respuesta es que si usted se aísla del sistema tiene toda la razón. Pero si se mantiene conectado y quiere tener suministro eléctrico cuando su autoproducción no esté disponible o sea insuficiente, entonces tiene que pagar los costes de este servicio. Las redes eléctricas son un coste fijo, no se pueden andar quitando y poniendo a cada instante, se dimensionan de acuerdo con la potencia máxima que el consumidor declara que le va a pedir al sistema y a partir de aquí el coste ya está incurrido con independencia de si luego se consume mucho o poco. La tarifa de acceso es para pagar todo aquello que se necesita para que la electricidad esté a nuestra disposición y no para pagar la energía consumida. Es cierto que con las tarifas de acceso se pagan más cosas, como impuestos y costes de política energética, que para nada son costes del suministro, pero precisamente por eso, el autoconsumo no puede ser la forma de eludirlos.

En definitiva, el autoconsumo, debe retribuirse por los costes que evita y en España evita una parte muy pequeña de los costes de la factura eléctrica.

Alberto Bañón es director de Regulación de UNESA.

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