El terror y el amor
La semana pasada, el terror me hirió con su zarpa oscura. De hecho, todos los sicarios tienen el mismo rostro informe, una mueca amasada de odio, de oscura irracionalidad y de ofensiva falta de alfabetización. Hace tiempo que dejé de interesarme por sus imbéciles motivaciones, sean éstas ideológicas, religiosas, cualquier género de patria o la simple y grosera pulsión de poder o de dinero. Aparte de un insecto de ocho patas con apariencia humana, hay que ser un perfecto idiota para segar una vida humana inocente apostado en una esquina tras una espera arácnida.
En cambio, me parecen dignos de análisis los que afirman que los terroristas interpretaron correctamente el significado de la Transición como un cambio lampedusiano en el que las élites dominantes consiguieron imponer su hegemonía financiera, económica y cultural mediante la añagaza de la Constitución de 1978.… Seguir leyendo »