Alfredo Semprún

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Hubo un tiempo en el que la expresión «hacer un Panamá» significaba meterse en un negocio ruinoso. Viene de cuando quebró la compañía francesa del Canal (1869) y dejó con una mano delante y otra detrás a sus 80.000 pequeños accionistas. Hoy, Ferdinand de Lesseps tiene una estatua en Panamá y parecen olvidados sus errores de concepción –no quiso hacer un paso con esclusas, sino al mismo nivel, como en Suez– y los 22.0000 trabajadores que murieron de malaria y fiebre amarilla. Aun así, los 30 millones de metros cúbicos de tierra excavada, la apertura parcial del corte Culebra en el macizo montañoso del istmo, el acopio de materiales y la experiencia acumulada representaban un capital nada despreciable que los norteamericanos supieron aprovechar cuando compraron los derechos del canal a un precio ridículo.…  Seguir leyendo »

En aquel tiempo, cuando los kurdos eran comunistas y nosotros, amigos de los sátrapas, matar kurdos era una ocupación socialmente aceptada. Luego, tras la Primera Gerra del Golfo, el mundo vio con horror cómo Sadan Husein gaseaba las aldeas kurdas como represalia a la rebelión y España envió a sus paracaidistas –«Operación Provide Confort»– para crear zonas seguras y abastecer a los millares de refugiados. Todo era absurdo. Estados Unidos habían derrotado al Ejército iraquí en un paseo militar, pero dejaron que el tirano siguiera en el poder. Y así, junto a los kurdos, fueron los opositores iraquíes, chiíes en su mayoría, quienes pagaron muy cara una decisión geoestratégica que no tenía más objetivo que impedir la expansión política de Irán.…  Seguir leyendo »

Todo indica que, por fin, Arabia Saudí ha decidido ejercer el papel de «potencia regional» para el que ha venido preparándose desde que la primera guerra del Golfo pilló a sus Ejércitos en bragas. Hoy, sin embargo, la panoplia saudí parece el catálogo de la industria militar occidental, con «lo más bonito y lo más moderno» que se puede comprar en cazabombardeos –F-15 y Eurofighter–, carros de combate, artillería autopropulsada, vehículos blindados, misiles aire-tierra y material de guerra electrónica. Todavía necesitan la asistencia técnica y, sobre todo, los medios de reconocimiento táctico de los norteamericanos, pero mientras que a los príncipes saudíes se les abren todas las puertas, su gran rival, Irán, tiene que tirar de lo que llaman «ingeniería inversa», que no es más que plagiar la tecnología militar que le prestaron al Sha en la década de los 70 del pasado siglo.…  Seguir leyendo »