Andrés Barba

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En el plazo de tres meses he sufrido dos demandas civiles a la policía por el mismo motivo, la primera me pareció una fábula moral, la segunda un termómetro del miedo. En la primera acababa de aterrizar repatriado desde Nueva York, en plena pandemia, y cuando conseguí llegar a la única casa en la que me podía alojar, en Aljaraque, Huelva, una vecina que me ha visto crecer desde la infancia prefirió llamar a la policía antes de preguntarme por qué estaba allí con mi mujer y mi hijo de un año. La segunda ha ocurrido esta misma semana, en Buenos Aires, recién trasladado con mi familia y a pesar de haber dado al portero del edificio nada más llegar una documentación que demostraba una PCR negativa de todos los miembros de la familia, el administrador ha preferido denunciarnos al Gobierno de la ciudad por salir a hacer la compra y no cumplir con el estricto protocolo de cuarentena impuesto por el Gobierno argentino (a pesar, repito, de haber testeado negativo).…  Seguir leyendo »

Durante estos días, la prestigiosa revista Harper´s ha publicado un manifiesto firmado por numerosos liberales de izquierda —con nombres tan eminentes como Noam Chomsky, Salman Rushdie, Anne Applebaum o Martin Amis— que ha reabierto el debate sobre la siempre polémica cultura de la cancelación en Internet y a favor de la tan vapuleada libertad de expresión. El debate, sin embargo, sigue polarizado precisamente porque elude esa ambigüedad que pretende defender y presenta el fenómeno como una estrategia diabólica en la que unas multitudes enardecidas se meriendan a unos pocos liberales que se atreven a manifestar alguna opinión poco ortodoxa. A partir de aquí, 10 puntos que creo que pueden ayudarnos a llevar el debate a lugares más complejos y menos previsibles:

1.…  Seguir leyendo »

Cada vez son más los expertos que nos lo advierten de distintas maneras: puede que no sepamos aún la manera precisa en que venceremos al coronavirus, ni la forma en la que modificará nuestra economía, ni cómo será el aspecto de nuestra futura cita romántica con mascarillas, pero hay algo de lo que no podemos tener ninguna duda: cuando acabe esta pandemia mundial, otra gran pandemia arrasará el mundo, la pandemia de la nostalgia.

“La gente —explica Ivan Krastev en ¿Ya es mañana?, su excelente libro sobre el virus— tendrá nostalgia de esa época en que podíamos volar fácilmente a casi cualquier parte del mundo, en que los restaurantes estaban llenos a rebosar y la muerte era tan antinatural que, cada vez que moría una persona, nos preguntábamos si había sido por negligencia médica”.…  Seguir leyendo »

Nunca se ríe como en los funerales y en los entierros. Es una realidad compleja, difícil de gestionar. La risa que podría parecer ofensiva para un extraño es a veces la única manifestación auténtica para los más allegados. Resulta inquietante descubrirlo en el entierro del propio padre o de la hermana, pero quien lo probó lo sabe. Por si fuera poco, en la periferia de lo macabro son demasiadas las situaciones potencialmente cómicas: ceremonias en las que es fácil equivocarse, excesos retóricos en los que se dice lo contrario de lo que se pretendía, pantanos desecados a los que hay que arrojar las cenizas… Pero si dejamos a un lado el cadáver y nos centramos en el lado de los vivos, el mal gusto para gestionar el trance de la muerte puede llegar a convertirse también en una elocuente radiografía de nuestra era.…  Seguir leyendo »

El escritor y editor inglés J. R. Ackerley consignó en una entrada de su diario una de esas pequeñas epifanías domésticas que a veces nos hacen comprender súbitamente el carácter de un familiar. Él, que siempre se había quejado de la incapacidad crónica para escuchar de una hermana con la que convivía, se dio cuenta durante una cena de que el ensimismamiento de su hermana estaba acompañado —como en el caso de esos animales minúsculos que se ven obligados a sobrevivir en un entorno hostil— de un don de proporciones equiparables: el de ser capaz de repetir las últimas palabras que se habían dicho y a las que, por supuesto, no había prestado ninguna atención.…  Seguir leyendo »

Cada día aprendemos a convivir un poco más con dinámicas digitales que hace no tanto nos llenaban de pavor. Nos asustamos menos y establecemos menos enmiendas a la totalidad cuando un Kevin Spacey desaparece de una serie por haber cometido abusos sexuales hace años o se cancelan conciertos de R. Kelly, como si lo primero fuera el justo castigo por lo segundo. Sospechamos que en el fondo no debería haber motivo para privarnos de un buen actor que ha cometido un delito siempre y cuando salde sus cuentas con la justicia, pero algo en nosotros ha acordado que en este estado de la situación, la lógica fluya por otros caminos, o tal vez ni siquiera la lógica sino algo más poderoso: lo inevitable.…  Seguir leyendo »

En su Vida de las hormigas, el gran biólogo y premio Nobel Maurice Maeterlinck afirmaba que somos capaces de comprender y emitir juicios sobre la realidad porque reconocemos sus patrones. Si abriéramos de golpe un hormiguero, el movimiento de las hormigas nos parecería aleatorio e incomprensible al principio, pero bastaría con que nos detuviéramos a observarlo para que empezaran a manifestarse ciertas repeticiones: entenderíamos primero las funciones de cada uno de los tipos de hormigas; luego, su jerarquía, finalmente, sus peculiaridades. Tras muchos años, seríamos capaces de escribir un pequeño tratado con un puñado de tesis y todo gracias a un recurso elemental: la observación de patrones que se manifiestan una y otra vez.…  Seguir leyendo »

Los hechos son sencillos: el pasado miércoles 28, la presidenta del jurado del Festival de Venecia —la cineasta argentina Lucrecia Martel— declaró que no asistirá a la gala de la película de Roman Polanski por solidaridad con Samantha Geimer, la adolescente víctima de la violación perpetrada por el director en 1977, y declaró abiertamente su incomodidad ante la presencia del director polaco en el festival, aunque no su “veto”, un gesto político no sé si muy compatible con la neutralidad que se debería exigir a la presidenta de un jurado y que reabre el sempiterno debate sobre la distinción entre el artista y su obra, y, más ampliamente, sobre si debemos vetar los contenidos generados por artistas de vida censurable o, más que censurable, delictiva.…  Seguir leyendo »

Las protestas sobre Madrid Central, las movilizaciones ciudadanas para salvar el legado ecologista de la ciudad y el estilo con que ciertos partidos políticos han puesto sobre la mesa el desarrollo de la ciudad como si se tratara de un enemigo de la vida comunitaria parecen abrir más que nunca la necesidad de un debate respetuoso y serio sobre algunos principios básicos de urbanismo en nuestras ciudades. Se trata de un enfrentamiento que siempre se ha producido desde mediados del siglo XX: optar por una planificación urbana de carácter humanista aunque sea a coste de ciertas restricciones o seguir creyendo en el paradigma de un desarrollo económico que siente amenazada su “libertad” solo porque no puede imponerse sobre las libertades de los otros (suele ocurrir, la libertad solo se piensa en términos privados).…  Seguir leyendo »

Decía Calvino que la pulsión por la fotografía asociada al nacimiento del bebé —ese movimiento capaz de convertir a una persona antes completamente desinteresada por las imágenes en verdadero experto en iluminación y montaje— no es misteriosa; un bebé de pocos meses es una criatura demasiado cambiante. Hay que dejar testimonio y atesorar esas perfecciones sucesivas, salvar del tiempo al bebé de seis semanas engullido y eliminado por el de siete, librar al de ocho del atropello del de nueve, cuyo rostro puede transformarse de la noche a la mañana en alguien cada vez más parecido al suegro. En mi experiencia —tal vez porque está todavía demasiado vivo el nacimiento de mi hijo— a la confirmación de ese descubrimiento se añadió también el de que en la batalla habitual que todos libramos con la estética, el bebé añade un plus épico: es difícil salir bien parado en una foto cuando uno está estrenando el esfínter.…  Seguir leyendo »

La primera vez que contemplé la escena fue hace veinte años. En el Museo del Louvre, unos quince japoneses esperaban pacientemente en fila ante La Gioconda. Cuando llegaba su breve instante de intimidad frente al cuadro, sacaban su cámara, tomaban una fotografía e inmediatamente después seguían la visita sin detenerse. Qué rápido lo bizarro se vuelve familiar. Aunque no hay que equivocarse: lo que convertía esa escena en bizarra en 1998 no es exactamente lo mismo que la convierte hoy en familiar. Hace veinte años nos sorprendía que alguien sustituyera el acto natural en un museo (mirar) por el acto artificial de generar una imagen; hoy casi nos resulta una impertinencia que alguien esté plantado demasiado tiempo frente a un cuadro sin hacer otra cosa que mirar y nos impida hacernos un selfi.…  Seguir leyendo »

La primera vez que escuché la comparación entre la “conquista” de América y la romanización fue hace diez años, y no precisamente a un político de derechas sino a un alto cargo de cultura del PSOE. Fue durante una charla en el Instituto Cervantes de Nueva York: un escritor chileno hizo un chiste bastante inocuo sobre la celebración del Día de la Hispanidad y el político español (cuyo nombre no cito por perfectamente intercambiable) cogió el micrófono con aire destemplado y dijo que a él no se le ocurriría exigir reparaciones a Italia por haber “romanizado” la península Ibérica. Reconozco que el desconcierto me dejó mudo.…  Seguir leyendo »

Hemos inventado ya la prisión perfecta, se llama Internet y se parece al panóptico de Bentham, esa cárcel con forma de estrella en la que un solo guardián podía dar cuenta de la vigilancia de cientos de presos. Al final, el epicentro de la libertad ha resultado ser su negación absoluta: un espacio en el que pensábamos actuar a nuestras anchas, pero en el que los movimientos más mínimos están controlados y queda registro de toda actividad.

A veces no hay nada más difícil de penetrar que una verdad desnuda. La fantasía de la comunicación parece desdibujar el hecho de que con cada búsqueda un domingo a las cuatro de la tarde, con cada like a una declaración de “dudosa moralidad” o cada distraído whatsapp estamos redactando nuestra sentencia.…  Seguir leyendo »

Muchas veces los atentados contra los derechos elementales de la ciudadanía se manifiestan como una trampa dialéctica. Una de las astucias políticas más comunes cuando una institución o mandatario ve amenazados sus privilegios es la de plantear una ley que supuestamente defiende a los oprimidos para acabar, por vía interpuesta, blindando esa hegemonía que ha visto peligrar. A cada época su delirio: en la Alemania prenazi, las leyes de Núremberg de 1935, que supuestamente pretendían el proteccionismo de los alemanes, acabaron derivando en unas leyes raciales que culminaron en la persecución antisemita; en 1998, en los Estados Unidos de Bill Clinton, se promulgó una ley contra la pornografía infantil en internet —Child Online Protection Act— que utilizó la buena conciencia (¿quién no estaría dispuesto a enfrentarse a la pederastia?)…  Seguir leyendo »

La irrupción en escena de la excelente exposición comisariada por Guillermo Solana para el Museo Thyssen-Bornemisza y la Fundación Caja Madrid vuelve a replantear el debate (eterno, a ratos cansino y nunca resuelto) de arte, erotismo y pornografía. La pregunta acerca de los difusos límites del erotismo y su díscola hermana la pornografía, así como el debate acerca de la inclusión de esas imágenes en la esfera de lo público (o de si el arte tiene la capacidad de "redimir" o de "anular" la condición "obscena" de esas imágenes para permitir su inclusión) no se resolverá nunca, entre otras cuestiones porque está erróneamente planteada.…  Seguir leyendo »