Andreu Mayayo

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El 23 de diciembre de 1938, el católico Caudillo, por la gracia de Dios, Francisco Franco ordenó el inicio de la ofensiva final contra Catalunya sin respetar la tradicional tregua navideña. El zambombazo de aquella Nochebuena fue estremecedor. En un mes, los rebeldes llegarían a las puertas de Barcelona y, en un par de semanas más, a la frontera francesa. Setenta años después conviene recordar la entrada a saco de un Ejército que se llamaba a sí mismo "de ocupación" y que declaró el estado de guerra para limpiar a fondo sin miramientos.

La Delegación del Estado para la Recuperación de los Documentos (DERD), adscrita al Ministerio del Interior de Ramón Serrano Súñer y dirigida por el requeté navarro Marcelino de Ulibarri y Eguiraz, estaba a punto para su cometido, que no era otro que la apropiación, custodia y clasificación de todo tipo de documentación procedente de archivos de las administraciones públicas, entidades y personas "hostiles y desafectas al Movimiento Nacional (...)…  Seguir leyendo »

Hace unos días, encontré a mi amigo Pere Camps Campos, uno de los activistas culturales más incansables que conozco, colgando carteles de la nueva edición del Festival Barnasants, la niña de sus ojos. Este año el cartel reproduce la famosa silueta de Karl Marx con una leyenda sacada de la rumba El muerto vivo: "No estaba muerto, estaba de parranda". ¡Bingo!

En efecto, un fantasma recorre el mundo desde hace semanas. Es el fantasma de Marx coincidiendo con el 190° aniversario de su nacimiento (Tréveris, Alemania, 1818-Londres, 1883). El pensador del siglo XIX que ha ejercido una influencia más directa, deliberada y profunda sobre la humanidad --según las palabras de Isaiah Berlin, el pensador liberal más prestigioso del siglo XX-- nunca había desaparecido del todo, pero ahora su presencia se ha hecho más visible tras los escombros de la contrarrevolución neoconservadora aplastada por la caída del muro de Wall Street.…  Seguir leyendo »

En el último canto de la Ilíada, el rey Príamo de Troya, aconsejado por los dioses del Olimpo, decide ir al campamento enemigo para suplicar a Aquiles que le permita llevarse el cadáver de su hijo y enterrarlo como es debido. Aquiles mató a Héctor para vengar la muerte de Patroclo y arrastró su cuerpo por el campo de batalla hasta el túmulo de su amigo/amante. A pesar de su inmenso dolor, Aquiles es un ser piadoso y muestra su empatía por el desconsuelo del anciano Príamo accediendo a entregarle el cadáver para que pueda celebrar las honras fúnebres y, de este modo, poder descansar en paz (el muerto y los vivos).…  Seguir leyendo »