
Viajar en la pandemia puede ser liberador
Hace un cuarto de siglo atravesaba España por el Camino de Santiago, la antigua ruta de los peregrinos. A las dos semanas de mi caminata de 800 kilómetros me sentía ansioso, solo y miserable. Cada día era peor que el anterior. Me sentía fracasado y débil.
Una tarde, mientras caminaba bajo un sol intenso por un campo seco de trigo cortado en el altiplano, caí de rodillas y empecé a llorar. Mis lágrimas me habían tomado desprevenido y eran imparables. Maldije a cualquier Dios en el que medio creía y exigí respuestas de por qué me sentía tan solo, tan frágil, tan incompleto.… Seguir leyendo »