Arde la pobreza
Me pilló en Delhi el espeso nubarrón de ceniza que cayó sobre la ciudad y del que este diario se hizo eco, tal como pude comprobar allí mismo, con los ojos volcados en mi móvil, certificando ellos mismos —mis ojos— y mis pulmones que era verdad lo que relataba EL PAÍS, abrigo en la lejanía. La visión era extraña pues había un sol bajo que penetraba la nube dotándola de una especie de fulgor atenuado, crepuscular, que hacía pensar en cierta clase de belleza. Mirabas el horizonte y la ceniza resplandecía, como en atardeceres prolongados compenetrados con brumas marinas. Pero dañaba esa ceniza, y hasta se recomendaban mascarillas para evitar inhalaciones insalubres.… Seguir leyendo »