Literofobia
No sé si a otros padres y abuelos les pasa lo que a mí, pues mis cinco hijos y el único nieto cercano a la mayoría de edad se propusieron y proponen leer libros de pensamiento; pero algo se lo impide una y otra vez, y tras intentos acompañados por desasosiego o tedio aplazaron el empeño, cuando no lo cumplen con una lentitud que emula la del perezón paraguayo, cuyos movimientos son al parecer los más pausados de vertebrado alguno en el continente americano.
También es cierto que en casa del herrero abunda la cuchara de palo, y por eso me gustaría trascender un círculo limitado a familiares, amigos y conocidos.… Seguir leyendo »