Por una tierra comprometida
En una concepción agónica de la vida casi todo puede verse como una partida. En 1922 T. S. Eliot titulaba «Una partida de ajedrez» la parte II de «La tierra baldía», donde reflejaba la confusión de un mundo perdido interpelando desde la vulnerabilidad del ser humano: «¿Qué piensas? ¿Qué? Nunca sé qué piensas. Piensa». La metáfora, definiendo los gobiernos nacional y catalán como sujetos del juego, es aplicable a la tensión independentista que se vive en España. Desde la Constitución de 1978 asistimos a una partida de ajedrez arriesgada y desigual. Arriesgada, porque, más allá de los problemas que surgen al arrojar palabras sin definir como dados sobre la mesa, lo que realmente está en cuestión es la arquitectura del Estado español y los vínculos de solidaridad entre sus ciudadanos, comprometidos por una confrontación planteada en términos tan excluyentes que hacen muy difícil acoger bajo unos principios comunes al que opina de un modo distinto, al independentista entre los no independentistas y al no independentista entre los independentistas.… Seguir leyendo »