Antonio Muñoz Molina

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Lobotomía democrática

En una fachada de Madrid, en la esquina de Juan Bravo y Conde de Peñalver, hay una de esas placas modestas en las que no se fija casi nadie a no ser que vaya a propósito. Son placas más apropiadas para el olvido que para el recuerdo. Están muy altas, de modo que uno puede pasar al lado sin verlas, y como la letra es pequeña no todo el mundo tendrá la vista suficiente para descifrarla. La que yo miro siempre que paso por ahí nunca deja de conmoverme y de indignarme. No la puso el Ayuntamiento, como yo creía recordar, sino la Sociedad General de Autores, he comprobado esta misma mañana.…  Seguir leyendo »

No hay vida que no esté a cada momento pendiente de un hilo. Uno empuja la puerta al salir de casa de una cierta manera o aprovecha la espera en la parada del autobús para llamar por teléfono y no sabe que está jugando temerariamente a la ruleta rusa. Una mañana de noviembre, a la hora urgente de los trabajos y las escuelas, un hombre se adelanta en el pasillo a su mujer y a su hijo de año y medio, abre la puerta, va a salir al rellano, con la prisa de todos los días, pero quizás hoy va con retraso y por eso abre más bruscamente, y nada más hacerlo, en vez de seguir el automatismo de todos los días, se detiene un momento, porque en el felpudo hay una maceta, quizás un regalo que ha dejado alguien la noche anterior.…  Seguir leyendo »

Todos los valientes

En esta época de permanente exhibición pública del verbo follar, incluso en medios antes tan comedidos como este, y de celebración de los órganos genitales de uno y otro sexo, o género, o como haya que decirlo ahora, estoy esperando el momento en que alguien dé un paso al frente y alabe sin eufemismos el tamaño y la potencia de los atributos del rey Felipe VI. Cabe suponerlos muy superiores a los del presidente del Gobierno, que en virtud sin duda de la pobre dotación de los suyos salió huyendo protegido por los paraguas de los escoltas —”como una rata”, dicen algunos estilistas del columnismo—, mientras el Rey, “el rubio alto”, en palabras de mi colega Arturo Pérez-Reverte, aguantaba a cuerpo limpio la furia de los ciudadanos todavía envueltos en barro y azotados por la desgracia.…  Seguir leyendo »

Hacen un desierto

Es instructivo asistir a un enloquecimiento colectivo en el que uno no participa, aunque haya compartido el duelo por la tragedia que lo desató. Recuerdo la emoción de formar parte de una multitud silenciosa congregada en uno de esos tibios atardeceres suntuosos de septiembre en Manhattan, llenando todo el espacio de Washington Square, uno o dos días después del ataque a las Torres Gemelas, cuando sobre las calles que se extienden desde el lado sur de la plaza seguía elevándose la columna gigante de humo negro, y el aire olía a ceniza mojada y a materia orgánica pulverizada y en descomposición.…  Seguir leyendo »

Nuevos guerreros de Lepanto

Yo creía hasta ahora que solo los cervantinos incondicionales nos acordábamos de la batalla de Lepanto, y seguíamos las referencias a ella en la obra y en la vida de nuestro héroe, que ya en su vejez comprendía melancólicamente que una victoria militar de hacía casi medio siglo estaba siendo olvidada, y con ella la memoria del sufrimiento y el heroísmo de muchos muertos anónimos, y el desengaño y la penuria de muchos supervivientes, entre ellos el propio Cervantes, mutilado de guerra que persiguió en vano alguna recompensa a sus méritos. Un año antes de morir, “viejo, soldado, hidalgo y pobre”, aún se acordaba con apasionada elocuencia de haber participado “en la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros”.…  Seguir leyendo »

No hay día en que no se nos instruya pastoralmente sobre alguna nueva ventaja de la inteligencia artificial. Gracias a ella, se ha sabido hace poco, el ejército israelí (que no se llama ejército, sino “Fuerzas de Defensa”) ha desarrollado unos algoritmos que permiten determinar el número de víctimas inocentes (“daños colaterales”) que es lícito provocar cuando se atenta contra un enemigo señalado: no más de 100. Hace poco, un misil israelí destruyó un edificio entero en una de esas zonas que las propias Fuerzas de Defensa señalan como seguras para los refugiados. Era un “ataque de precisión” en el que, al parecer, mataron a un dirigente de Hamás, así como a otras 90 personas de las que no se sabe que tuvieran culpa de nada, aparte de su desdichada condición de palestinas.…  Seguir leyendo »

Los maestros macabros

Este muchacho que no ha cumplido ni 19 años va de un lado a otro por Madrid cargado con secretos que nadie podría sospechar mirando una cara juvenil en la que todavía no hay huella alguna de sufrimiento ni experiencia. Lleva panfletos subversivos impresos a multicopista. Lleva libros de divulgación marxista que en esa época estaban en los escaparates de todas las librerías. Lleva otros más peligrosos, clandestinos, manuales para fabricar explosivos, para agitar la lucha urbana. Lleva también una pistola. Cruza Madrid con el corazón agitado, menos de miedo que de pura expectativa, porque le han anunciado que va a encontrarse con jóvenes héroes de la clandestinidad que vienen del Norte, o de Francia, y a los que tendrá que guiar por Madrid.…  Seguir leyendo »

Cuando no es tiempo de ficción

Oleksandr Mykhed no ha dejado de escribir desde que el ejército ruso invadió su país hace ya más de dos años, pero no ha vuelto a leer novelas. El 22 de febrero de 2022 lo despertaron las explosiones de los misiles y el tableteo cercano de las palas de los helicópteros que asaltaban el aeropuerto cercano. Él y su mujer no abrían los ojos a un nuevo día sino a un nuevo mundo infernal que no ha cesado desde entonces. Mykhed llamó a sus padres, que vivían cerca, y les dijo que tenían que salir huyendo. Quizás paralizados por el miedo, o por una súbita realidad trastornada que no les era posible asimilar, los padres se quedaron, y Oleksandr Mykhed, junto a su mujer y su perro aterrorizado, huyó en coche hacia el oeste de Ucrania.…  Seguir leyendo »

Mi abuelo paterno hablaba muy poco, y se fue tan en silencio como había vivido, doblando la cabeza blanca hacia el pecho, sin un quejido, en la mesa del comedor. Mi abuelo materno no se callaba nunca, pero en los últimos años de su vida, muerta su mujer, apenas volvió a abrir la boca. En esa época yo llevaba ya mucho tiempo fuera de mi casa, y había dejado de prestarle atención, de esa manera algo despiadada en que los jóvenes se desinteresan de los viejos, pero toda mi niñez la había pasado escuchando las historias que contaba, que me contaba a mí a solas como si fuera adulto, quizás porque en la familia todo el mundo estaba aburrido de ellas, o porque en aquellas vidas tan difíciles que tenían sobraba poco tiempo entre el regreso agotado del trabajo y la caída en el sueño.…  Seguir leyendo »

En lucha contra la apisonadora

Cada época encuentra sus metáforas: imágenes que resumen la realidad y el espíritu de un tiempo igual que una fórmula química contiene la composición de una materia. La metáfora visual que resume con descaro cínico este tiempo es ese anuncio de un nuevo modelo de iPad que la compañía Apple se ha apresurado a retirar nada más estrenado, con la rapidez culpable de quien quisiera borrar unas palabras recién dichas sin darse cuenta o un gesto incontrolado que revelan justo aquello que más quisiera ocultar. Los dueños de Apple, que en gran parte son los dueños del mundo, cultivaban en otras épocas más crédulas una fantasía publicitaria de creatividad desatada, de una especie de misticismo futurista que estaba entre la psicodelia pop de los últimos sesenta y los vapores corporativos de la new age, que parecían irradiar de la presencia de su líder, surgiendo como una visión religiosa o un holograma en aquellos escenarios lejanos como altares, o como cimas de esas montañas sobre las que desciende una cegadora divinidad, en este caso algún modelo nuevo y más bien superfluo de cualquiera de sus muchos productos.…  Seguir leyendo »

La cara de vergüenza

En las últimas sesiones del Parlamento de la República antes del golpe militar del 18 de julio había guardias de asalto que cacheaban a los diputados a la entrada del hemiciclo a fin de incautarse de las armas de fuego que muchos de ellos llevaban. Entre proferir un insulto y disparar una pistola hay por fortuna una distancia muy grande, pero las palabras pueden alcanzar un grado de irracionalidad y agresión que ya sean en sí mismas actos de violencia, y vayan preparando el clima venenoso que debilita, corrompe y luego destruye la convivencia civil. En el Parlamento republicano, gracias a las precauciones de la policía, los diputados no podían sacarse los unos a los otros navajas o pistolas, pero en la calle había criminales que estaban pasando de las palabras a los hechos, en una escalada de sangre que abatió primero al teniente José Castillo en la esquina de Augusto Figueroa con Fuencarral, a plena luz, en la tarde del domingo 12 de julio, y esa misma noche, en un insensato acto de venganza, al diputado derechista José Calvo Sotelo.…  Seguir leyendo »

Estado de penuria

El Estado es una idea abstracta, una institución a la vez temible y lejana, y también es una carta certificada que si no se entregara a tiempo causaría un problema, un trámite judicial que si se atasca puede sabotearle a uno la vida, una pensión que llega con puntualidad a la cuenta de un jubilado, una escuela o un instituto donde profesores competentes educan a alumnos que reciben igual trato sin que importe su origen, un quirófano en el que un enfermo sin recursos se somete a una operación a manos de un personal médico de máxima cualificación que usa la mejor tecnología.…  Seguir leyendo »

La corrupción tranquila

Hay tantas cosas urgentes que a nadie le queda tiempo para ocuparse de las cosas importantes. Con el espanto de la guerra en Gaza, de la guerra en Ucrania, con el esperpento de ese fugitivo catalán de la justicia y los edecanes de su corte irrisoria en Bruselas recreándose en mantener en vilo a un país entero, ¿quién tiene tiempo, por ejemplo, para prestar seriamente atención al cambio climático, a las noticias diarias sobre los récords escalofriantes de temperaturas, o a las otras noticias no ya sobre la inacción a la vez criminal y suicida de empresas y gobiernos, sino sobre el incremento de las inversiones en combustibles fósiles en los mismos países teóricamente comprometidos a ponerles un límite?…  Seguir leyendo »

Los muertos tutelares

En el anochecer adelantado y lluvioso del 1 de noviembre me acuerdo de aquellas velas llamadas mariposas que se encendían a esta hora para honrar a los muertos en las casas donde viví de niño. En aquel mundo tan despojado de todo, las mariposas encendidas eran un lujo de la poesía simple de las cosas. Estaban hechas con unas obleas de cartón, casi siempre recortes de naipes, a cada una de las cuales se añadía una mecha diminuta. Flotaban en un tazón de aceite que nutría la llama. Se ponían en las habitaciones retiradas de las tareas diurnas de la casa, en los dormitorios, sobre las cómodas, en las mesas de noche, en aquellos comedores formales que no se usaban nunca.…  Seguir leyendo »

El espacio de lo público se va reduciendo, desmoronando, encogiendo cada día delante de nuestros ojos, sin que prestemos demasiada atención, aturdidos y atomizados cada uno en la privacidad incesante de nuestras pantallas, abismados sobre ellas, hipnotizados, lo mismo en un vagón del metro que junto al ventanal superfluo del autobús, o la ventanilla del tren por la que discurre un paisaje que no mira nadie. Alzas los ojos de la pantalla, como el que se incorpora un momento y no llega a despertar, y lo que tienes delante es otra pantalla en la que muy probablemente hay un mensaje que se dirige a ti, en exclusiva, a ti porque eres especial, te asegura.…  Seguir leyendo »

Hace casi exactamente un siglo, el 9 de enero de 1923, Katherine Mansfield murió después de un gran vómito de sangre. Su marido había venido a visitarla al sanatorio de Fontainebleau en el que estaba recluida y Mansfield subió delante de él las escaleras hacia su habitación con tanta impaciencia que sus pulmones enfermos no pudieron resistir el esfuerzo. Esa impaciencia nerviosa contra el infortunio y contra cualquier clase de imposición era un rasgo de su carácter, un principio rector de su vida. Había cumplido 34 años solo unos meses atrás, en octubre de 1922. Llevaba cuatro años enferma de tuberculosis.…  Seguir leyendo »

Culpable de herejía

En el seminario de no ficción que yo daba cada lunes tocaban esa semana las Prosas apátridas de Julio Ramón Ribeyro. Era un grupo de 20 estudiantes, mujeres sobre todo, y cada sesión semanal de lectura en común, en un aula sobrecaldeada de la Universidad de Nueva York, creaba un ámbito de fervor compartido y variado por los libros. Pero ese lunes, apenas empezada la clase, una alumna levantó la mano con expresión severa y me dijo que no podía participar en el debate porque se negaba a leer ese libro, tan machista que era un insulto para todas las mujeres.…  Seguir leyendo »

Siempre lo supieron

En el plazo de poco más de una semana hemos sabido que los últimos ocho años han sido los más cálidos desde que existen registros de temperaturas, y también que la compañía petrolífera Exxon Mobil tuvo antes que nadie la información científica suficiente para prever ese calentamiento y para determinar su causa. En 1980, nadie hablaba todavía de cambio climático. Había incluso predicciones sobre la inminencia de un nuevo período glacial. Pero fue entonces cuando un superpetrolero propiedad de Exxon que cubría el trayecto entre California y el golfo Pérsico fue equipado en secreto y por primera vez con sensores que medirían los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera y en el agua del mar.…  Seguir leyendo »

Recuerdos de Charles Simic

Alguna utilidad práctica tiene la literatura: Charles Simic ha muerto, en estado de demencia, en un asilo de ancianos, pero el fulgor y la negrura de sus recuerdos se preservan intactos en los poemas que escribió, en sus cuadernos de apuntes, en sus libros de memorias, en los que no hay ni rastro de languidez o de complacencia en el pasado, sino una voluntad testimonial concentrada en la observación de los detalles que revelan las tragedias del mundo, algunas de las cuales él presenció con sus ojos de niño. Hombre irónico y amante de los placeres de la vida, Simic detestaba todas las generalizaciones y las grandes palabras, todas las teorías, todas las utopías, todas las obsesiones de pureza.…  Seguir leyendo »

Hay evidencias a las que la mente humana no puede o no sabe enfrentarse. Una de ellas es la de lo cerca que estuvo el mundo de un apocalipsis nuclear durante varios días de finales de octubre de 1962. Distraídamente recordamos documentales sobre aquella crisis de los misiles soviéticos en Cuba, y, como ha hecho 60 años justos que sucedió, lo miramos todo con la indiferencia con que se recuerdan las amenazas abolidas, o incluso con la confianza retrospectiva de que si aquel peligro se evitó tampoco debió de haber sido demasiado grave. Lo que la mente racional no puede concebir la imaginación se niega a representarlo.…  Seguir leyendo »