Antonio Muñoz Molina

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La cara de vergüenza

En las últimas sesiones del Parlamento de la República antes del golpe militar del 18 de julio había guardias de asalto que cacheaban a los diputados a la entrada del hemiciclo a fin de incautarse de las armas de fuego que muchos de ellos llevaban. Entre proferir un insulto y disparar una pistola hay por fortuna una distancia muy grande, pero las palabras pueden alcanzar un grado de irracionalidad y agresión que ya sean en sí mismas actos de violencia, y vayan preparando el clima venenoso que debilita, corrompe y luego destruye la convivencia civil. En el Parlamento republicano, gracias a las precauciones de la policía, los diputados no podían sacarse los unos a los otros navajas o pistolas, pero en la calle había criminales que estaban pasando de las palabras a los hechos, en una escalada de sangre que abatió primero al teniente José Castillo en la esquina de Augusto Figueroa con Fuencarral, a plena luz, en la tarde del domingo 12 de julio, y esa misma noche, en un insensato acto de venganza, al diputado derechista José Calvo Sotelo.…  Seguir leyendo »

Estado de penuria

El Estado es una idea abstracta, una institución a la vez temible y lejana, y también es una carta certificada que si no se entregara a tiempo causaría un problema, un trámite judicial que si se atasca puede sabotearle a uno la vida, una pensión que llega con puntualidad a la cuenta de un jubilado, una escuela o un instituto donde profesores competentes educan a alumnos que reciben igual trato sin que importe su origen, un quirófano en el que un enfermo sin recursos se somete a una operación a manos de un personal médico de máxima cualificación que usa la mejor tecnología.…  Seguir leyendo »

La corrupción tranquila

Hay tantas cosas urgentes que a nadie le queda tiempo para ocuparse de las cosas importantes. Con el espanto de la guerra en Gaza, de la guerra en Ucrania, con el esperpento de ese fugitivo catalán de la justicia y los edecanes de su corte irrisoria en Bruselas recreándose en mantener en vilo a un país entero, ¿quién tiene tiempo, por ejemplo, para prestar seriamente atención al cambio climático, a las noticias diarias sobre los récords escalofriantes de temperaturas, o a las otras noticias no ya sobre la inacción a la vez criminal y suicida de empresas y gobiernos, sino sobre el incremento de las inversiones en combustibles fósiles en los mismos países teóricamente comprometidos a ponerles un límite?…  Seguir leyendo »

Los muertos tutelares

En el anochecer adelantado y lluvioso del 1 de noviembre me acuerdo de aquellas velas llamadas mariposas que se encendían a esta hora para honrar a los muertos en las casas donde viví de niño. En aquel mundo tan despojado de todo, las mariposas encendidas eran un lujo de la poesía simple de las cosas. Estaban hechas con unas obleas de cartón, casi siempre recortes de naipes, a cada una de las cuales se añadía una mecha diminuta. Flotaban en un tazón de aceite que nutría la llama. Se ponían en las habitaciones retiradas de las tareas diurnas de la casa, en los dormitorios, sobre las cómodas, en las mesas de noche, en aquellos comedores formales que no se usaban nunca.…  Seguir leyendo »

El espacio de lo público se va reduciendo, desmoronando, encogiendo cada día delante de nuestros ojos, sin que prestemos demasiada atención, aturdidos y atomizados cada uno en la privacidad incesante de nuestras pantallas, abismados sobre ellas, hipnotizados, lo mismo en un vagón del metro que junto al ventanal superfluo del autobús, o la ventanilla del tren por la que discurre un paisaje que no mira nadie. Alzas los ojos de la pantalla, como el que se incorpora un momento y no llega a despertar, y lo que tienes delante es otra pantalla en la que muy probablemente hay un mensaje que se dirige a ti, en exclusiva, a ti porque eres especial, te asegura.…  Seguir leyendo »

Hace casi exactamente un siglo, el 9 de enero de 1923, Katherine Mansfield murió después de un gran vómito de sangre. Su marido había venido a visitarla al sanatorio de Fontainebleau en el que estaba recluida y Mansfield subió delante de él las escaleras hacia su habitación con tanta impaciencia que sus pulmones enfermos no pudieron resistir el esfuerzo. Esa impaciencia nerviosa contra el infortunio y contra cualquier clase de imposición era un rasgo de su carácter, un principio rector de su vida. Había cumplido 34 años solo unos meses atrás, en octubre de 1922. Llevaba cuatro años enferma de tuberculosis.…  Seguir leyendo »

Culpable de herejía

En el seminario de no ficción que yo daba cada lunes tocaban esa semana las Prosas apátridas de Julio Ramón Ribeyro. Era un grupo de 20 estudiantes, mujeres sobre todo, y cada sesión semanal de lectura en común, en un aula sobrecaldeada de la Universidad de Nueva York, creaba un ámbito de fervor compartido y variado por los libros. Pero ese lunes, apenas empezada la clase, una alumna levantó la mano con expresión severa y me dijo que no podía participar en el debate porque se negaba a leer ese libro, tan machista que era un insulto para todas las mujeres.…  Seguir leyendo »

Siempre lo supieron

En el plazo de poco más de una semana hemos sabido que los últimos ocho años han sido los más cálidos desde que existen registros de temperaturas, y también que la compañía petrolífera Exxon Mobil tuvo antes que nadie la información científica suficiente para prever ese calentamiento y para determinar su causa. En 1980, nadie hablaba todavía de cambio climático. Había incluso predicciones sobre la inminencia de un nuevo período glacial. Pero fue entonces cuando un superpetrolero propiedad de Exxon que cubría el trayecto entre California y el golfo Pérsico fue equipado en secreto y por primera vez con sensores que medirían los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera y en el agua del mar.…  Seguir leyendo »

Recuerdos de Charles Simic

Alguna utilidad práctica tiene la literatura: Charles Simic ha muerto, en estado de demencia, en un asilo de ancianos, pero el fulgor y la negrura de sus recuerdos se preservan intactos en los poemas que escribió, en sus cuadernos de apuntes, en sus libros de memorias, en los que no hay ni rastro de languidez o de complacencia en el pasado, sino una voluntad testimonial concentrada en la observación de los detalles que revelan las tragedias del mundo, algunas de las cuales él presenció con sus ojos de niño. Hombre irónico y amante de los placeres de la vida, Simic detestaba todas las generalizaciones y las grandes palabras, todas las teorías, todas las utopías, todas las obsesiones de pureza.…  Seguir leyendo »

Hay evidencias a las que la mente humana no puede o no sabe enfrentarse. Una de ellas es la de lo cerca que estuvo el mundo de un apocalipsis nuclear durante varios días de finales de octubre de 1962. Distraídamente recordamos documentales sobre aquella crisis de los misiles soviéticos en Cuba, y, como ha hecho 60 años justos que sucedió, lo miramos todo con la indiferencia con que se recuerdan las amenazas abolidas, o incluso con la confianza retrospectiva de que si aquel peligro se evitó tampoco debió de haber sido demasiado grave. Lo que la mente racional no puede concebir la imaginación se niega a representarlo.…  Seguir leyendo »

Perduración de una fábula

Hay una particular intensidad de símbolos en estos días cercanos al final del año; una gravitación de leyendas antiguas sobre nuestra conciencia laica. Lo que no es más que una división ilusoria de fechas en el calendario cobra una presencia inmediata de umbral y paso fronterizo. Por debajo de todo late la evidencia astronómica del solsticio de invierno, la noche más larga y más oscura del año, que a partir de ahora irá retrocediendo muy gradualmente según avance la duración solar de los días. Las leyendas originarias tienen sobre nosotros un influjo tan poderoso, y tan inadvertido, como las leyes de la naturaleza, que por frivolidad o soberbia tecnológica no nos cuesta nada ignorar.…  Seguir leyendo »

Jordi Sabater Pi, un gran desconocido

Uno de los hallazgos decisivos sobre el comportamiento de los simios lo hizo un científico español que no tenía ni título universitario y cuyo nombre muy probablemente usted no ha oído nunca. En los años sesenta, en los bosques de Guinea Ecuatorial, el naturalista Jordi Sabater Pi se fijó en unos bastones como de cuarenta centímetros incrustados en las paredes de una termitera. Pensó que podían pertenecer a los pigmeos que habitaban la zona, pero tras mucha observación, y tras encontrar muchos bastones similares, Sabater Pi descubrió que eran chimpancés quienes los cortaban y los usaban, para extraer termitas y larvas sabrosas del termitero, y también para recoger un cierto tipo de arena con propiedades terapéuticas.…  Seguir leyendo »

Los malversadores

No hace falta creer que este Gobierno aspira a destruir la democracia, o que su presidente lleva camino de convertirse en dictador, para sentir un inmediato rechazo hacia esta reforma del Código Penal que reduce el castigo del delito de malversación casi a una cariñosa reprimenda. Las contorsiones de la prosa jurídica expresan al mismo tiempo confusión y descaro. Las palabras no sirven para explicar ni precisar, sino para encubrir, vanamente, lo que está a la vista, no ya de esos iniciados que saben siempre descifrar lo que otros no vemos, sino a la de todo el mundo. La dama alegórica de la justicia se levanta la venda unos centímetros para guiñar el ojo a los interesados, pero lo hace con tan poca maña, o con tanta desvergüenza, que no hay nadie tan torpe que no se entere de su maniobra.…  Seguir leyendo »

En el espejo del cine

Nos hacían una promesa tramposa y nosotros sabíamos cuál era la trampa y aun así éramos incapaces de no caer en ella. Decían: “Esta noche vamos al cine…”, aunque era ya tarde, y añadían, con esa pequeña crueldad que tienen a veces las bromas que los adultos hacen a los niños: “… al cine de las sábanas blancas”. Era desde luego a la cama aburrida y fría a donde nos mandaban, pero en el enunciado de nuestro desengaño había una cierta verdad. Al fin y al cabo, la pantalla de cine era una sábana blanca sobre la que se proyectaban mágicamente las imágenes, y el cine mismo tenía algo del refugio íntimo de un dormitorio, porque las películas se hacían visibles en la oscuridad, igual que los sueños.…  Seguir leyendo »

Presente escrito

En tiempos de aflicción y trastorno las personas comunes escriben diarios. Parece que tan poderoso como el instinto de sobrevivir es el de dejar testimonio. Ahora mismo, en Ucrania, en medio de la guerra, bajo el acoso de los misiles rusos que destruyen tan heroicamente las redes de suministro de la electricidad y del agua, mujeres refugiadas en sótanos escriben sus diarios a lápiz, a la luz de las velas o de los teléfonos móviles. Escriben para dar cuenta de lo que están viviendo en el momento en que lo viven. La soledad austera del diario escrito a mano se convierte en difusión inmediata en los que se publican en plataformas digitales.…  Seguir leyendo »

La edad de la ignorancia

Una falta de ortografía arruinó en 1992 la carrera política de Dan Quayle, vicepresidente de Estados Unidos. Visitando una escuela primaria, con un gran cortejo de ayudantes y cámaras de televisión, Quayle le pidió a un niño que escribiera en la pizarra la palabra potato. El niño la escribió correctamente, pero Quayle, afectando una paciencia de maestro bonachón, le indicó que había cometido un pequeño error: a la palabra potato le faltaba, según el vicepresidente, una “e” al final. El pitorreo fue tan universal que todavía hoy basta teclear Quayle en Google para asistir de nuevo a aquella escena memorable.…  Seguir leyendo »

Un cementerio en Alemania

Desde la ventana de la habitación del hotel se veía un ángulo de lo que al principio me pareció un parque, un muro de piedra y por encima copas de árboles otoñales, amarillos y rojos en el gris plomizo de la tarde, en una llovizna que flotaba en el aire. Al entrar en la habitación había caído de golpe sobre mí toda la aflicción gradual del viaje. Lo único que había visto de Stuttgart, desde la ventanilla empañada del taxi, era una desolación de calles periféricas, bloques de oficinas, edificios industriales, todo con esa modernidad reglamentaria sin alma de las ciudades alemanas reconstruidas tras la guerra.…  Seguir leyendo »

Un paisaje de trastorno

A su alrededor las banderas ondulaban al viento helado de enero en Washington, pero el peinado de Donald Trump apenas se estremecía, ni siquiera cuando gesticulaba alzando la voz enronquecida con una furia en la que había una parte de histrionismo de comediante cínico. Durante una hora y 13 minutos estuvo hablando sin parar, sin consultar ningún papel, sin progresar en ningún argumento, dejándose llevar en un monólogo que cambiaba a cada momento de dirección, aunque volvía una y otra vez, con obcecación maníaca, a unos cuantos latiguillos verbales, a pasajes de burla o parodia, a superlativos megalómanos, a cataratas de cifras a la vez detalladas y delirantes, que brotaban atropelladamente de su boca contraída en una perpetua mueca de narcisismo jactancioso y contrariado.…  Seguir leyendo »

Otro noviembre americano

El noviembre de la victoria electoral de Donald Trump fue el último que pasé en Nueva York. A los amigos que yo tenía en la ciudad, demócratas con inclinaciones progresistas casi todos, Trump no les causaba ninguna inquietud, incluso cuando las encuestas empezaron a resultarle favorables, a partir del momento crítico en que el director del FBI anunció que habría nuevas revelaciones dañinas sobre Hillary Clinton en su época de secretaria de Estado. Las revelaciones quedaron en nada, pero la ventaja de Clinton empezó a reducirse, y quienes pensaban que a Trump iba a hundirlo aquel audio célebre sobre las alegrías de agarrar a las mujeres “by the pussy” se llevaron una amarga sorpresa.…  Seguir leyendo »

La otra pandemia

A cada momento la política española se va volviendo más tóxica que el virus de la pandemia. Día tras día, desde principios de este septiembre desolador, las noticias sobre el aumento de los contagios y las muertes las hemos visto agravadas por el espectáculo cochambroso de la discordia política, de la ineficacia aliada al sectarismo, de la irresponsabilidad frívola que poco a poco va mutando en negligencia criminal. La política española es tan destructiva como el virus. Contra el virus llegará una vacuna, e irán mejorando los tratamientos paliativos; contra el veneno español de la baja política no parece que haya remedio.…  Seguir leyendo »