Sergio y las otras víctimas
El sol abrasador que mantenía la temperatura de Bagdad estacionada a 50 grados centígrados hizo que nuestra mañana comenzara temprano, como le gustaba tanto. Fui a la cocina a hacer chocolate caliente y una rodaja de papaya, pero los planes para un desayuno tranquilo se desvanecieron cuando me di cuenta de que un apagón al amanecer había cortado la leche. Tuvimos que conformarnos con Ovomaltine diluido con agua. No se quejó. Tomó mi mano en la suya y dijo para consolarme que pronto estaríamos de vuelta en Río de Janeiro. La promesa fue acompañada por su sonrisa franca y un beso apresurado.… Seguir leyendo »