Claudio Magris

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Las ruinas del progreso

En la lengua de los chamacocos, población indígena del Paraguay, el futuro se expresa en negación; es la negación misma, la expresión del mañana que nunca existe porque siempre tiene que llegar y existir. Lo sabe bien, aunque no viva en los bosques de Paraguay, el moroso que siempre promete «mañana te pago», es decir, que no te pago. El futuro no existe pero destruirá lo que es. Aquello que se busca, se desea, es siempre todavía no. El doctor Kien, protagonista del Auto de fe de Elias Canetti, quiere precipitarse hacia el futuro, quiere cada vez más futuro, que transformará cada vez más todo lo del pasado en lo que ya no está.…  Seguir leyendo »

Al comienzo de uno de los más importantes cuentos de Borges, El Aleph, el protagonista sale del hospital donde acaba de morir Beatriz, su amada, y nota que en la pared de enfrente ya no luce un gran anuncio de una marca de cigarrillos rubios. Y tiene una corazonada, porque entiende que el mundo está cambiando; ya no es su mundo, ya no es un mundo para encontrarse y comprenderse.

No sólo el espacio, el tiempo también separa. El mundo cambiará, pero yo no cambiaré, se dice el protagonista enamorado de la historia de Borges, que sigue cortejando a su amada perdida; sigue celebrando sus cumpleaños, tratando de ganarse la simpatía de los que pudieron ser sus suegros, para que lo continúen invitando a cenar.…  Seguir leyendo »

Occidente, víctima de su propia vileza

La ciega xenofobia y la renuncia a nuestros valores son las amenazas más graves alimentadas por una falsa cultura. La reedición por parte de Nino Aragno de la obra de Spengler, en la versión de Giuseppe Raciti, ofrece importantes pistas, para reflexionar profundamente sobre el futuro de una civilización que parece haber perdido el vínculo con su vocación universal y de la Ilustración.

La tarde cae dos veces en el ocaso de Occidente; el ocaso de la civilización se produce en el mismo nombre de la tierra donde cae, el Occidente, Abendland, como se dice en alemán, el País del Anochecer.…  Seguir leyendo »

La verdad de las puertas de hierro

En uno de sus célebres relatos, Borges escribe que, en su biblioteca, tiene libros que nunca podrá leer o releer. Es una de las señales de la muerte, que le impedirá y ya ha comenzado a impedirle tantas cosas. Una biblioteca es un custodio de la vida, pero también es un cementerio, a veces monumental. A menudo, el dorso de tal o cual volumen insiste hasta que se le coge de la estantería y se comienza a leerlo o a releerlo. Hacía tiempo que la vista se detenía en Las puertas de hierro, de Stefano Terra, atraído sobre todo por su título, nombre de aquella ciclópea zona encerrada en el Danubio, en la frontera yugoslava (ahora serbia)-búlgara, a través de siglos de barreras, peajes, destierros, intrigas, espionajes y venta de armas y de personas.…  Seguir leyendo »

Las editoriales, como la construcción de edificios, tienen sus cimientos profundos y sus fachadas atractivas, las vigas maestras y los balcones. Los muros de carga no se ven, pero lo sostienen todo y permiten que pueda haber flores en los balcones. Hay, ciertamente, algunos editores, grandes o pequeños, que trabajan como los empresarios de la burbuja, cuyos edificios se deterioran rápidamente, mientras otros, grandes o pequeños, publican textos fundamentales o menores, pero siempre necesarios para la cultura de un país, al igual que el calcio para los huesos de una persona.

Algo que no siempre resulta fácil para un editor. Por ejemplo, la editorial Lavoro ha publicado una espléndida versión de una obra maestra como El cuarto siglo de Édouard Glissant, que no encuentra fácilmente sitio entre las pilas de libros de las novedades.…  Seguir leyendo »

La historia de un matrimonio

Escribe Borges que hay dos historias que han sido y siempre serán contadas: la de un hombre crucificado y resucitado; y la de un hombre que, tras una guerra que duró una década, regresa a casa, tras otros muchos años de viajes por el mar, aventuras, embrujos y desastres varios. Yo creo que hay una tercera, aunque en parte sea asimilable a la segunda: la del hombre que se va de su casa y, pasados muchos años, regresa, pero solo para desaparecer todavía más en la insignificancia y en la ausencia interior. Regresa para ser todavía más paria, más nadie. Paria en todas partes, en la vida y en el universo.…  Seguir leyendo »

En menos de tres días se acumularon en mi teléfono móvil (de primera generación) 418 mensajes. O mensajitos con emoticonos, según el léxico lujurioso y vicioso que adorna con flores y dibujitos las jaulas de acero de la tecnología, los celulares, SMS y huellas dactilares en pantallas y teclados.

No sé qué dicen esos 418 mensajes, porque no soy capaz de leerlos y, por lo tanto, de contestarlos. Y no se trata de una estúpida pose antitecnológica, siempre falsa y patética, no sólo porque sería desconocer con altanería la ayuda que la tecnología presta a la vida -basta pensar en la medicina y en la cirugía-, sino también porque se cree que la tecnología es sólo la reciente, la que planea sobre nuestra vida ya adulta, y se identifica su naturaleza con la técnica que ya existía cuando nacimos.…  Seguir leyendo »

L'Europe n'est pas en crise, elle est en train de mourir. Pas l'Europe comme territoire, naturellement. Mais l'Europe comme idée. L'Europe comme rêve et comme projet. Cette Europe selon l'esprit célébré par le philosophe Edmund Husserl (1859-1938) dans ses deux grandes conférences prononcées en 1938, à Vienne, à la veille de la catastrophe nazie.

Cette Europe comme volonté et représentation, comme chimère et comme chantier, cette Europe qu'ont relevée nos pères, cette Europe qui a su redevenir une idée neuve en Europe, qui a pu apporter aux peuples de l'après-seconde guerre mondiale une paix, une prospérité, une diffusion de la démocratie inédites mais qui est, sous nos yeux, en train de se déliter.…  Seguir leyendo »

En estos momentos, a menudo uno tiene la impresión de estar asistiendo al fin del mundo en directo. Llegan hasta nuestras casas las imágenes del terremoto, del maremoto y de los incendios desbocados que están acabando con tantas vidas humanas en Japón. De pronto, ante la naturaleza -tan domesticada, atacada y explotada- nos sentimos como los liliputienses ante Gulliver. El cielo se incendia y las olas derriban enormes edificios como juguetes, mientras automóviles y trenes desaparecen como cohetes. Pero así es esta naturaleza a la que, a menudo, se enfrentan los hombres -unas veces con la arrogancia del dominador, otras con la angustia y la humildad del culpable despilfarrador-, como si ellos mismos no formasen parte de ella, como si no fuesen también ellos naturaleza.…  Seguir leyendo »