Podríamos tener solo unos meses para prevenir la siguiente crisis de salud
Me preguntan a menudo qué se sintió tener ébola.
Ocho años después, todavía es difícil responder. Pero la verdad es que sentí culpa. Culpa por ser diagnosticado tan solo horas después de ingresar a un hospital en Nueva York y saber que mis pacientes en Guinea esperaban en un limbo durante días o más tiempo. Culpa por tener a tantas personas encargadas de mi cuidado mientras recordaba las decenas de pacientes a quienes trataba de manera frenética y al mismo tiempo en África Occidental. Culpa por sentirme inútil a medida que mis pacientes fallecían, la peor sensación para cualquier médico.
En los primeros días de mi enfermedad, me obsesioné con mi mortalidad, una fijación comprensible, dadas las altas probabilidades de que no sobreviviera.… Seguir leyendo »