Dana Milbank

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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el candidato presidencial demócrata, Joe Biden, durante el debate presidencial final en la Universidad de Belmont en Nashville el 22 de octubre de 2020. (Jabin Botsford/The Washington Post)

La comisión del debate silenció su micrófono. Los propios asesores del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, le dijeron que cerrara la boca. Pareciera que incluso alguien puso a escondidas un poco de Ambien en su Coca-Cola dietética.

Y funcionó, en cierto modo. Trump guardó la mayor parte de sus intimidaciones y su actitud parlanchina hacia la moderadora, Kristen Welker de NBC, para la segunda mitad del debate presidencial final de este jueves. Este Trump más subyugado al menos hizo que el debate fuera soportable, a diferencia del primer encuentro.

Sin embargo, hubo algo que los asesores de Trump aparentemente no habían considerado cuando le dijeron, en palabras más educadas, “cállate, hombre”, como Joe Biden le pidió durante el último debate: lo único peor para Trump que tener un debate insoportable era tener uno soportable.…  Seguir leyendo »

Israeli Prime Minister Benjamin Netanyahu, in his stunning acquiescence last week to President Trump’s wish that Israel bar entry to two Democratic members of Congress, shows he has no qualms with interfering in U.S. politics.

So he shouldn’t mind when Americans offer political advice to Israelis. Here’s mine: Dump this guy in next month’s election. He is rapidly destroying the 71-year-old U.S.-Israel alliance — if he hasn’t doomed it already.

Last week’s denial to U.S. lawmakers who criticize Israel may have been Netanyahu’s most egregious provocation, but it was the latest of many. The previous day, Democratic lawmakers had received a letter from Netanyahu taking issue with their request that he refrain from deporting a U.S.…  Seguir leyendo »

Julian Assange se mostraba insufrible mientras abandonaba la Audiencia de Justicia londinense tras quedar en libertad provisional. «Durante el tiempo que he pasado encerrado, en régimen de aislamiento, en los calabozos de una cárcel victoriana, he podido reflexionar sobre las condiciones de las personas que en todo el mundo también están encerradas en aislamiento», decía tras abonar la fianza, como si nueve días en una cárcel británica, a la espera de que se decida su extradición o no a Suecia por cargos de agresión sexual, le convirtieran en un Nelson Mandela en toda regla.

Antes de que Assange se marchara en coche a la mansión de un amigo donde permanece bajo arresto domiciliario, uno de sus abogados expresaba su convencimiento en que Assange «no volverá a esa celda ocupada en tiempos por Oscar Wilde».…  Seguir leyendo »