El relato evanescente del trabajo
En el siglo XVIII los autómatas habían pasado de ser curiosos juguetes medievales a complicados ingenios mecánicos que asombraban por sus posibilidades para imitar la vida. De todos ellos, el Turco, presentado en la corte vienesa en 1770, parecía el más sofisticado. Con la apariencia de un maestro otomano que fumaba en pipa, aquella máquina no solo era capaz de jugar al ajedrez, sino de emprender una gira por Europa que lo llevó a enfrentarse a Napoleón o Benjamin Franklin. En aquel espectáculo su inventor, Wolfgang von Kempelen, mostraba al público el alambicado mecanismo de relojería que dotaba de inteligencia al ingenio.… Seguir leyendo »