
Nuestro romance con lo digital se ha terminado
Hace una década compré mi primer teléfono inteligente: un pequeño y torpe BlackBerry 8830 que tenía una elegante funda de piel. Me encantaba ese celular. Adoraba la manera en que fácilmente entraba y salía de su funda, me encantaba la suave vibración que emitía cuando llegaba un correo electrónico, amaba el sonido silencioso de su rueda de desplazamiento mientras jugaba Brick Breaker en el metro y la sensación de sus pequeñas teclas bajo mis pulgares gordos. Era el mundo en mis manos y cuando lo apagaba me sentía solo y ansioso.
Como la mayoría de las relaciones en las que nos involucramos con el corazón agitado, nuestro romance con la tecnología digital nos prometía el mundo: ¡Más amigos, dinero y democracia!… Seguir leyendo »