Diego Martínez

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Wang Huning, en un Congreso del PC chino. Reuters

Mucho se ha especulado sobre el futuro de China. Algunos observadores, especialmente occidentales, creyeron que la apertura económica del país y su consiguiente desarrollo material irían acompañados de una apertura de su sistema político.

Para autores como Acemoglu y Robinson, esta es la única forma de lograr un crecimiento sostenido en el tiempo. En su libro Por qué fracasan los países: los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza, argumentaron que son las instituciones políticas y económicas el principal factor que determina el éxito o el fracaso de un país en términos de desarrollo económico y bienestar social. Así pues, unas instituciones integradoras y democráticas, que permitan la participación en igualdad de todos los miembros de la sociedad, son la clave del progreso a largo plazo.…  Seguir leyendo »

“Queremos ser respetados”. Con estas palabras abroncó a Putin su homólogo tayiko, Emomalí Rahmon, el pasado mes de octubre durante la cumbre Rusia-Asia Central.

“No queremos vuestro dinero —continuó—, queremos que nos respetéis como nos merecemos. Albergamos vuestras bases militares, hacemos todo lo que nos pedís, tratamos de ser lo que queráis que seamos, socios estratégicos. ¡Pero nunca se nos trata como socios estratégicos!”.

Sorprendentes por su inusual claridad, estas palabras podrían reflejar el inicio de un cambio de paradigma que puede redefiniría los equilibrios de poder en la región. Desde la caída de la Unión Soviética, Rusia ha venido actuando como garante de la seguridad y estabilidad de los países de Asia central (Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán) y parte del Cáucaso.…  Seguir leyendo »

El papa Francisco se desplazó el pasado lunes a Canadá, donde completó su peregrinación penitencial para pedir perdón "por el mal que tantos cristianos hicieron a los indígenas" en ese país. Y, en particular, por la cooperación e indiferencia de "muchos miembros de la Iglesia".

Se estima que desde finales del siglo XIX hasta la década de 1990, unos 150.000 niños indígenas fueron separados de sus familias y trasladados a internados dirigidos por órdenes religiosas cristianas en un intento por asimilarlos a la cultura dominante.

El plan no formaba parte de ninguna agenda oculta. Esta política asimilacionista estuvo especialmente activa tras la promulgación de la Ley India de 1867, que otorgaba al Ejecutivo canadiense la potestad de legislar sobre los indios y sus tierras con el objetivo de que alcanzaran "un mayor grado de civilización".…  Seguir leyendo »