E. Rodríguez Marchante

Este archivo solo abarca los artículos del autor incorporados a este sitio a partir del 1 de septiembre de 2006. Para fechas anteriores realice una búsqueda entrecomillando su nombre.

A Elizabeth Taylor le habría escrito impecable y elegantemente su propia vida Douglas Sirk, gran estratega y mejor delineante de existencias azarosas, el maestro del melodrama. La de lágrimas que habrán vertido esos ojos (y que se habrán vertido por ellos) de color incomprensible, como esas telas brillosas por el roce del mucho tiempo, entre violáceos y malva. Un ligero repaso a su vida como estrella o a su estrella como persona nos la presentaría como la protagonista del más lloroso y atribulado melodrama, como alguien que ha tenido que escalar contra vientos y mareas las más altas cimas para ocupar el sitio en el que todo el mundo la suponía dueña de un modo natural, sin esfuerzo.…  Seguir leyendo »

Como tantos otros años, lo mejor de esta última ceremonia de entrega de los Premios Goya es que ya pasó. Y pasó lo que tenía que pasar: que estuvieron todos (casi), que habló el presidente con voz de ex presidente, que ganó el que tenía que ganar y perdieron los que tenían que perder, que la gala se alargó y se espesó tanto que al final de la velada, en el momento de los grandes premios, no había ni tiempo ni ganas para prestarles más que los despojos y saldos de nuestra atención… Así son los Goya y, en general, la vida: solemos embobarnos en lo accesorio y cuando llega lo sustancial no hay modo de estar bien despierto.…  Seguir leyendo »

Tiene más garantías de éxito aquél que aspire a ganar un Oscar que aquél que aspire a entenderlos. Año tras año, cualquier cinéfilo del mundo tarda varios días en reponerse del hecho insólito de que la Academia de Hollywood no haya sabido ver y recompensar lo que era evidente, y lo que era evidente para un par de ojos no lo era, al parecer, para varios miles. Unos días después, sí, uno se repone del disgusto. Y varios años después, uno se repone de la vista y le da la razón a la Academia... Hay excepciones (cinéfilos, películas, años...), pero sólo responden a esa ocurrencia que dice que alguien tiene siempre la razón cuando todo el mundo está equivocado.…  Seguir leyendo »

Cualquiera puede jugar a los detectives con el cine español... Llega uno al lugar de los hechos, la noche de los Goya, y, tras acordonar la zona y encender un pitillo, puede comenzar la investigación: ahí está todo para los ojos que quieran y sepan verlo. El cine español es un termómetro de sí mismo y un espejo cóncavo de todo lo demás, hasta el extremo de que se podría hacer un diagnóstico preciso de los achaques y dolencias de la sociedad española midiéndole la temperatura al pecho de su cine.

Todo lo que ocurre en la ceremonia de los premios Goya, aquello que se ve, lo que no se ve, lo que se dice, lo que se calla, lo que se premia y lo que se ignora...,…  Seguir leyendo »

Charlton Heston fue uno de esos actores a los que le crujía la mandíbula al recitar las frases del guión. Siempre se le oyó llegar al plano con unos pasos rectos, fuertes, decididos, y con ellos atravesó varias décadas del mejor cine, y en ocasiones también el más grande, de Hollywood, un lugar en el que no todos consiguen morirse antes que su propia imagen. Él no sólo se ha muerto mucho antes que su leyenda, sino que, probablemente, su olfato de hombre de cine y de finales de película le advirtiera de que su imagen llevaba varias secuencias sitiada y rodeada por una horda de truhanes y que él, aún a precio de su propia vida, tendría que rescatarla de allí.…  Seguir leyendo »

Alfredo Landa es de Pamplona, lo cual tiene muchas ventajas, pero una desventaja: Si Alfredo Landa fuera de, pongamos por caso, Stratford-upon-Avon, sería lo que allí llaman Sir. Sir Alfred Land, tal vez. No hay caso: es de Pamplona y, todo lo más, con un ramalazo donostiarra. Su último trabajo es un finísimo bordado en la película «Luz de domingo», de José Luis Garci; y su última ocurrencia, que tras desempeñarlo, se retira... ¿Qué habrá querido decir Alfredo Landa cuando declara aquello de su retirada?, ¿Se refiere el gran actor a que a partir de ahora no interpretará en ninguna otra película o serie televisiva, o se refiere sencillamente a que no interpretará más en ningún lugar?…  Seguir leyendo »

Por más que uno busque, no encontrará muchas cosas que gusten a todo el mundo. Por poner alguna, podría ponerse la voz de Sinatra, el pie (el pie) de Maradona, el corazón de la Madre Teresa de Calcuta, la peca (¿la peca?) de Marilyn Monroe... Sólo puede ser algo prodigioso lo que consiga anudar tanta idea dispersa, tantos gustos, voluntades, querencias, sensibilidades, visiones, culturas y caprichos. Ni siquiera lograron la venia absoluta de todo el mundo cumbres como Picasso, Borges, Buñuel, Bergman, los Beatles y/o los Rollings. Y como es natural, Martin Scorsese, tampoco. Es decir, él y su película «Infiltrados» pueden gustar o no gustar, sin que en ninguno de los dos casos se quiebre ninguna tablilla de ninguna ley.…  Seguir leyendo »

La muerte hace unas horas de Glenn Ford ha caído como eso que los franceses suelen llamar un «déjà vu», algo que ocurre ahora pero lleva impreso un rastro, una huella apenas perceptible de algo que había ocurrido ya antes. Lo que se conoce como «esto ya lo he vivido yo». Juraría, incluso, que hace mucho tiempo escribí una de esas necrológicas entre sirenas de urgencia a propósito de su muerte: la bofetada, Gilda, el vaquero con cara de tipo honrado... Esa sensación de bucle temporal adquiere su sentido prosaico al recordar que, en efecto, Glenn Ford estuvo hace algo más de una década prácticamente debajo de su epitafio, en uno de esos comas profundos que aconsejaban ese ejercicio tan poco estimulante de tenerlo muerto periodísticamente, es decir, necrológicamente hecho.…  Seguir leyendo »