Las palabras son navajas afiladas
Antonio Caballero hablaba muy bajo, como en un susurro permanente. Muchas veces, durante alguna conversación en un restaurante ruidoso o una cena, alguien le pedía que repitiera lo que acababa de decir. Su reacción era siempre la misma: se enfurecía. A Caballero no le gustaba repetir porque medía el valor de cada cosa que decía. La fragilidad de su voz contrastaba con el peso de sus palabras: esas que utilizó a lo largo de su vida como navajas afiladas.
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En una entrevista con la revista Semana, en 1994, dijo: “Todo lo que puede salir mal saldrá mal, toda situación por mala que sea es susceptible de empeorar.… Seguir leyendo »