Félix de Azúa (Continuación)

Pocas cosas me sorprenden más que el habitual juicio según el cual los estudios, tanto escolares como universitarios, han de ser divertidos. Nadie lo niega. ¿Alguna vez fueron aburridos? Yo tuve profesores soporíferos como también los hubo extremadamente tontos, pero las asignaturas no tenían la culpa.

Sobre el supuesto de que sólo es divertido lo estúpido, parece que se hubiera llegado a un acuerdo según el cual el más aburrido de todos los estudios posibles es la filosofía. Quizás porque los responsables de la actual educación jamás se interesaron por ella. Son gente curiosa, los responsables del actual sistema educativo. El que ha logrado una tan espléndida destrucción de conocimiento.…  Seguir leyendo »

En esa inagotable base de datos que son las casi 2.000 páginas del monumental Cultura. El patrimonio común de los europeos, de Donald Sassoon (Crítica), hay una frase notable por su concisión: “Las masas de los años que siguieron a la primera guerra mundial eran cuantitativamente mayores que el pueblo de los románticos” (página 1179). Fue, en efecto, a partir de la Revolución rusa, la cual se solapó con la gran guerra, cuando el ya muy estropeado concepto de pueblo acabó su recorrido. Aunque todavía lo utilizan los sátrapas tipo Hugo Chávez y los clérigos con angustia nacional, lo cierto es que el pueblo ha desaparecido sin dejar rastro.…  Seguir leyendo »

En esta región los ríos vuelven a bajar secos. Ha sido una primavera lluviosa, pero los ciclos naturales ya no son lo que eran. Antes bastaba con esperar a que la Gran Madre cumpliera con su obligación y renovara las venas con chorros violentos que arrancaban los carrizales de la ribera y limpiaban de ramas muertas y bichos dañinos los cauces. Si la Gran Madre se dormía, pues aunque era de suyo cariñosa no dejaba de ser olvidadiza, llegaba el momento de sacar los santos con mucho ropón, figurilla de escayola y salmodia, para que el Gran Padre le metiera prisa a su señora.…  Seguir leyendo »

El 13 de mayo ganaba el Barça a los de Bilbao la Copa (del Rey). Antes del partido, los nacionalistas catalanes y vascos armaron un sindiós contra el himno español y el rey Juan Carlos. La televisión del Gobierno censuró el abucheo. El avance nacional catalán se ha ido haciendo con prudencia y astucia, mediante una mesurada ocultación de los hechos.

La ocultación se dirige en primer lugar hacia lo que podríamos llamar pre-catalanes, pues es inevitable que la totalidad de la población catalana acabe siendo nacionalizada. Solo en segundo lugar la ocultación se dirige hacia los españoles. La verdad es que no hace falta, porque ya no merece la pena: la independencia de Catalunya es una realidad de facto aunque no lo sea de iure.…  Seguir leyendo »

Para Demetrio Pin en Saint-Julien Le Pauvre

Si descartamos el pundonor profesional, virtud de difícil defensa (¿soy honrado o me he acomodado a la "honradez" de mi biotopo?), no hay muchas razones para escribir honradamente la verdad. Los historiadores, como los periodistas, han de verse constantemente asaltados por la duda. ¿Es verdad que los franquistas "ocuparon" Barcelona, o la "liberaron", como decían las grandes familias que todavía hoy controlan el país con nuevas máscaras? Decidir sobre un verbo puede marcar para siempre.

En una ocasión, M. McCabe, que se encargaba de la Filosofía Antigua en el King's College de Londres, se las hubo con un historiador astuto y deconstructivo, poco partidario de la verdad.…  Seguir leyendo »

A una edad temprana, cuando la arcilla todavía húmeda solo se sostiene si gira velozmente, conocí a un personaje notable. Era el heredero del pintor Rusiñol y, aunque quizá entonces no contara ni 50 años, me parecía un anciano al borde de la muerte. Coincidíamos en verano, época en la que mis abuelos me llevaban consigo a un balneario del Pirineo. Rusiñol júnior, larguirucho, filiforme, de presencia gótica, era allí celebrado por hablar con los gansos del estanque. Más tarde me diría que tenía por más inteligente la conversación de los gansos que la de los veraneantes. Conmigo hacía una excepción.…  Seguir leyendo »

El título que encabeza este artículo fue coreado por miles de estudiantes españoles, con el ritmo exacto de las sílabas propuestas, hace unos 40 años. Algunas cosas duran mucho, pero ninguna dura para siempre. Me asombró volver a oír la cantinela el otro día, en los mil reportajes sobre el desalojo de la Universidad de Barcelona.

Cuando esta canción sonó por primera vez, España era un país que se mantenía en el tercer mundo con el fin de que unas cuantas familias vivieran en el primero. Esas familias (madrileñas, sevillanas, vascas y catalanas), nunca lograron vivir en el primer mundo, pero les hacía ilusión creerlo.…  Seguir leyendo »

Cuando el presidente Zapatero aseguró públicamente, con ese énfasis suyo tan inseguro, que habíamos superado a Italia y que pronto alcanzaríamos a Francia, me eché a temblar. No sólo por el disparate (evidente para cualquiera que haya viajado un poco), sino porque sin la menor duda el presidente estaba persuadido de lo que decía. Un amigo bien situado en Asuntos Exteriores me comentaba su desazón.

Hay que tener en cuenta que nuestros vecinos de la bota están bien informados: todos los grupos mediáticos españoles, menos uno, están controlados por empresas italianas, y sus carcajadas se oyeron en Pekín. Ahora ya empiezan a quedarse con la energía, ese sector llamado estratégico.…  Seguir leyendo »

El contraste entre la vieja pintura que sólo quería representar el orden del mundo para un puñado de aristócratas e ilustrados capaces de entenderlo, y la actual pintura que más bien da cuenta del orden de un individuo genial enfrentado al desorden del mundo, ha encontrado un ámbito efusivo en el Museo del Prado. La exposición de Francis Bacon es una grata aventura para quien se acerca a ese viejo arte del conocimiento con ánimo de aprender algo nuevo.

Es cierto que Bacon ha sido ya tan estudiado como para que apenas podamos añadir una coma a lo ya sabido. No obstante, volver a constatar la radical expresión de su tragedia personal y cómo logró elevar una vida sórdida al más alto registro de nuestra efímera dignidad, sobrecoge.…  Seguir leyendo »

Debo confesar que la primera vez que entré en la Documenta de Kassel aquel verano de 1972, no reparé en él. Sólo a la tercera o quizás la cuarta visita al recinto me pareció que un hombre quieto, frontero a la puerta, inmóvil y con sombrero negro, no era del todo coherente en aquel ambiente. Avanzaba junio con un clima fresco, seco, luminoso y masas del mundo entero habían acudido a aquella feria de la Alemania septentrional con el ánimo festivo tan propio de la época. Mucho beatnik, mucho flower people, mucho hippy, aunque también refinadas comisarias neoyorquinas, ambiguos entendidos franceses, feroces críticos alemanes, atildados profesores italianos y algunos sobrios españoles, como nosotros, vestidos a la usanza de Castrillo de los Lodazales.…  Seguir leyendo »

Nadie tiene ni idea de cómo será el mundo cuando comience de nuevo a girar y los medios de persuasión nos ordenen un cambio de lenguaje. Para explicar el final del actual expolio bancario suelen emplear una fórmula curiosa: "la salida de la crisis". Los gerentes quieren dar a entender que eso llamado crisis es una enfermedad infantil: primero, grandes ataques de fiebre; luego, estabilidad, y, al poco, regresa la salud para cargar de energía a ese niño que ahora es un adulto. La metáfora, sin embargo, es beocia. Nada de enfermedad. A lo que más se parece es a una guerra, aunque de momento los muertos solo sean económicos.…  Seguir leyendo »

El paciente se desnuda, se cubre luego con una bata atada a la espalda a modo de sudario, se acuesta sobre una bandeja y con un deslizamiento suave le introducen en una cápsula similar a las que trasladan por el espacio a los héroes del cine de fantasía. En ese ataúd electrónico, bajo una luz cenital y un desconcertante espejillo en el que puede verse los ojos mirando a sus ojos, comienza la exploración. El paciente sabe que va a morir y también sabe que esta máquina blanca, impoluta, que emana una luz fluorescente, ha sido construida para proporcionar un simulacro de perduración a su vida.…  Seguir leyendo »

Pocos años antes, la Verdad del mundo se escondía bajo las enaguas de cien damas y jugaba al escondite entre puntillas y finísimo encaje o dormitaba en la entrepierna de las jovencitas que se habían labrado un hueco en el lecho del rey Luis y su corte. Pero ahora, 15 años más tarde, la Verdad chapoteaba entre los ríos de sangre que fluían por las calles de París, como un colegial que se complace en salpicar a las gentes que pasan azoradas o eufóricas o aterrorizadas, mientras miles de ciudadanos degüellan aristócratas, roban a los burgueses o asesinan a los amantes de sus esposas.…  Seguir leyendo »

Varios hombres sentados a una mesa están jugando a las cartas. Chupan distraídamente sus pipas de barro y sueltan espesas nubecillas. Tienen entre las manos esos naipes mil veces usados que se pegan a los dedos, pero es justamente esa cualidad doméstica lo que hace que tarden mucho en cambiar de baraja. Los naipes nuevos resbalan suavemente los unos sobre los otros, se deslizan limpios y rectos cuando se abaten sobre la mesa, son duros y fríos. En consecuencia, sólo pueden ser plenamente aceptados cuando, al cabo de los meses, vuelven a tener esa cualidad húmeda, combada, cálida que comparten con el morro de los perdigueros apiñados y ateridos de frío en el patio de la taberna, cuyos leves gemidos llegan a veces hasta la mesa de juego.…  Seguir leyendo »

El taxista miraba el billete de 10 euros con suma atención, como si le hubiera extendido una sábana de 500. Por su expresión entre desolada y perpleja ya veía yo que la culpa era toda mía por no llevar los ocho euros que costaba el viaje. ¡Un billete de 10 euros! Me juró que a esas horas de la mañana (eran las 13.10) no llevaba cambio, pero que me daría los dos euros en el muelle, cuando volviera a embarcarme. Era la quinta vez que me estafaban, pero es el precio que hay que pagar para conocer la ciudad más caótica y fascinante del continente.…  Seguir leyendo »

Hay en el norte de París una catedral truncada de la que sólo queda el ábside y parte del transepto. Es, sin embargo, el mayor edificio de su tiempo y sigue siendo uno de los fracasos más admirables del arte de la construcción. Tanto quisieron subir los muros que la nave central se derrumbó una y otra vez con el eco ominoso de Babel. Los templos góticos crecieron en menos de cien años como leves jaulas de vidrio por cuyas vidrieras entraba en haces la luz solar teñida de azul, rojo y amarillo. El interior del templo sufrió una enorme sacudida y los rayos tintados fueron expulsando geniecillos, demonios y otras potencias mágicas que aún tenían sus nidos en las covachas y hornacinas.…  Seguir leyendo »

Los actuales escolares serán, quizá, los primeros niños españoles para quienes el signo de la cruz ya no sonará como el bajo continuo de todo lo visible. Desde el siglo octavo y hasta hace unos decenios, la cruz ha sido el signo más repetido, más presente en el espacio y en el tiempo de los españoles. También en otros lugares, en los extintos estados vaticanos particularmente, pero sin la fiera intensidad con que entre nosotros se imponía, como si fuera la firma al pie de un permiso de vida. En España la cruz, la cruz impenetrable, había nacido en respuesta a la afilada media luna, el arco blanco con ojeras femeninas contra el que se alzó Santiago y, aunque nosotros ya lo habíamos olvidado, la cruz mantenía su nervio guerrero y nos trabajaba en el silencio nocturnal.…  Seguir leyendo »

Son cuatro cabezas equinas fáciles de reconocer ya que todavía hoy se pasean por la estepa mongol unos pocos caballos de Prezewalski, que no son sino sus descendientes. Se trata de animales paticortos, cabezones, de vientre prominente, pero insensibles al hielo y de inagotable fortaleza. Sin embargo, lo que sorprende en estas cuatro cabezas no es tan sólo la exactitud del trazo, la seguridad y elegancia de la curva que define la quijada, la perfecta proporción de orejas y ollares, sino, por encima de todo, los ojos. La mancha ocular es apenas una leve almendra negra protegida por el hueso de la órbita, pero tiene la expresión tan viva como los ojazos forrados de pestañas y reflejos cristalinos de los caballos de Rubens.…  Seguir leyendo »

El pasado 23 de junio, Fernando Savater presentaba en buena compañía un Manifiesto por la lengua común. El título no ha sido citado en ninguno de los 800 artículos del Tambor del Bruc mediático que de inmediato se publicaron en la prensa catalana, la cual, naturalmente, tampoco reprodujo el texto. El título no era del gusto de los nacionalistas, de modo que pasaron a llamarlo "Manifiesto en favor del castellano", frase que no figura en ningún lugar ni forma parte del contenido, ya que el castellano no necesita de ningún favor, pero ¿qué más da? ¿Vamos a detenernos a pensar un poco, antes de cargar el trabuco y disparar a bulto cuando la Patria está en peligro?…  Seguir leyendo »

Entre las muchas expresiones que se pierden cada día, una ya casi desaparecida es aquella tan bonita de: "Eres tonto de remate". Se ha esfumado porque ya nadie es tonto (solo tiene un talento redimensionado) y porque nadie sabe lo que es un remate fuera del terreno de juego. Un remate puede ser muchas cosas, pero en el caso que nos ocupa es el adorno final de una obra ("una veleta remata la casa") o bien el precio final de una subasta ("se remató en diez euros"), de modo que el tonto de remate es la cúspide de todos los tontos o el que mayor precio alcanza en una puja.…  Seguir leyendo »