Todos eran populistas
En un conocido poema, Becquer sostenía que la poesía es eso que queda una vez nos hemos desprendido de la rima, el metro, la cadencia y “hasta la idea misma”. Para la política, para la mejor política, quizá debamos buscar una definición parecida: lo que queda una vez nos olvidamos de encuestas, broncas, oportunismos y búsquedas de titulares. Eso sí, habría que retener “la idea misma” e, inmediatamente, echarse a llorar, porque esa política, la de las ideas, con principios reconocibles y propuestas institucionales acordes con ellos, resulta infrecuente. La competencia electoral impone palabras vacías, promesas imprecisas y griterío descalificador. Se trata de prometer todo a todo aquel en condiciones de votar, omitir propuestas incómodas, aplazar dificultades y buscar clientes por cualquier esquina.… Seguir leyendo »