Fernando Rey

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La Constitución roza los 40 años, la edad del demonio meridiano contra el que proviene el salmo 91. El azote que devasta en las horas centrales del día, las de mayor calor, cuando uno está más débil. En la tradición monacal, a esa hora se produce el peor ataque: la acedía, la tentación por la que el monje se vuelve perezoso y descuidado… y pierde la esperanza. España vive una crisis de acedía democrática, de pérdida de ilusión en algo que nos una; es un tiempo de echar las culpas siempre al otro, de pereza e incluso de crispación para convivir.…  Seguir leyendo »

El 1 de octubre no habrá referéndum, sino su caricatura. El Gobierno español está ahora actuando inteligentemente. Los gobernantes catalanes han profundizado su desvarío hasta el paroxismo, pero miles de personas les siguen. Esa es su única fuerza, nada desdeñable: masa y no razón; eslogan y no argumento; hechos y no normas. Con la amenaza de la violencia (a los fanáticos les gustan los mártires). La presencia de tantos jóvenes asegura, además, problemas futuros.

No es momento de mirar atrás y repartir culpas. El conflicto catalán tampoco ha debutado ayer. Lo decisivo es que tenemos un problema político al que responder.…  Seguir leyendo »

El 17 de enero está convocada la sexta conferencia de presidentes de Gobiernos autonómicos desde su creación por el presidente Rodríguez Zapatero en 2004. Su reglamento de funcionamiento (2009) establece con claridad que deberá reunirse como mínimo una vez al año (artículo 4), lo cual, obviamente, ha sido incumplido. El dubitativo y tímido devenir de la Conferencia es una anomalía, otra más, de nuestro modelo territorial en comparación con el resto de países tan intensamente descentralizados como el español (por ejemplo, Austria, Suiza o Alemania). Una primera cuestión interesante es preguntarse por qué esto es así, a la que debe seguir la de por qué esto no debería ser así.…  Seguir leyendo »

La obligación de la verdad

Como constitucionalista interino en tareas políticas (me apunto a la autodefinición de Ortega como diputado por León en las Cortes republicanas: “transeúnte de la política”), no tengo más remedio que contrastar cada día mis teorías adquiridas en libros y aulas con la realidad de gobierno. El ejercicio es apasionante pero difícil porque descubro que no pocas de las ideas que me parecían incontestables no son sino un envoltorio de relatos mitológicos; no son ideas, sino ideología, es decir, el mapa de una realidad conflictiva que se dibuja no desde las coordenadas reales de cómo funcionan las cosas, sino de cómo algunos imaginan que sería deseable que lo hicieran.…  Seguir leyendo »

La mutación de la política española tras el 20-D es sorprendente, crítica y enervante. Sorprendente, porque casi nadie preveía una situación como la actual. Una distribución de escaños tan repartida y alejada de la mayoría absoluta nos sitúa ante un dibujo de Cortes sin precedentes en nuestro país —no así en otros, por cierto— y de endiablado manejo. Muchos han oficiado el funeral del bipartidismo, pero me temo que las noticias sobre su muerte son algo precipitadas. El 20-D no extingue el bipartidismo, sino que tan solo ha comprometido (temporalmente) la tradicional estabilidad de nuestro sistema constitucional. En efecto, el valor de la estabilidad es central en nuestro modelo, buscado deliberadamente por los constituyentes.…  Seguir leyendo »

Independencia líquida

Los independentistas catalanes siguen moviendo ficha, aunque no hablan de romper con el Estado español, sino, más amablemente, de “desconectarse”. La idea parece evocar las conocidas tesis de Zygmunt Bauman sobre la modernidad líquida. Frente a otros procesos de independencia de la historia, el catalán no propugnaría una separación radical, y mucho menos aún, violenta, sino amigable, sencilla y limpia. No sería una ruptura, sino una desconexión, como la que uno hace casi imperceptiblemente con su ordenador; cabrían nuevas conexiones, eso sí, con diferentes formas respecto de la actual. Naturalmente, no parece relevante que un proceso así sea original o que una división territorial sea, objetivamente, el acto político más traumático que quepa imaginar.…  Seguir leyendo »

Los nuevos tiempos de la política española, con la irrupción de nuevas caras y el evidente relevo generacional, seguramente serían calificados por Michael Oakeshott como un momento álgido de política de “fe” y no de “escepticismo”. En la primera, la actividad pública está al servicio de la salvación de la comunidad: el Gobierno lo abarca todo y se espera de los gobernados no sólo obediencia, sino, incluso, entusiasmo. Por el contrario, la política del escepticismo, entiende el Gobierno como una actividad distinta de la búsqueda de la perfección humana. El político escéptico observa que los hombres tienden a entrar en conflictos, porque a menudo tienen intereses contrapuestos, y la misión del Gobierno no es otra que minimizar la gravedad de tales disputas.…  Seguir leyendo »

La Asamblea Nacional francesa ha aprobado el derecho a la sedación terminal de los pacientes con una enfermedad irreversible. En España, este tratamiento es el protocolo indicado desde hace años para enfermos incurables con síntomas refractarios, esto es, no susceptibles de control por otros medios. Y es que, en los países de nuestro entorno, se abre paso el acuerdo de que las personas disponemos, en virtud de nuestra autonomía, del derecho a ser ayudados en el morir, lo que comprende la posibilidad de rechazar o interrumpir un tratamiento de soporte vital (eutanasia pasiva o limitación de esfuerzo terapéutico); el derecho a recibir cuidados paliativos dirigidos a evitar el dolor, aunque acorten la vida (eutanasia activa indirecta o medidas de doble efecto), incluyendo la sedación terminal cuando el dolor no se pueda controlar; y la facultad de dejar por escrito anticipadamente la designación de la persona que nos representará y nuestra voluntad para el caso de que no podamos adoptar ya la decisión por nosotros mismos (instrucciones anticipadas, testamento vital).…  Seguir leyendo »

Uno de los textos más influyentes sobre derechos humanos es el artículo de Ronald Dworkin titulado precisamente como este. En 1977 se enfrenta a la sospecha de los derechos individuales como “un viento de proa que encara la nave del Estado” (S. T. Agnew), es decir, como una suerte de rémora de los intereses de la mayoría o de factor de división social, concluyendo que los derechos son, precisamente, “la promesa que la mayoría hace a las minorías de que la dignidad y la igualdad de estas serán respetadas”. No pocos conservadores (escépticos) piensan que el discurso de los derechos no es más que el conjunto de privilegios que los más progresistas (idealistas ilusos) intentan conseguir para quienes no se lo merecen (aprovechados): revoltosos, delincuentes y excluidos del sistema que no aportan nada al bien común, salvo depredar los recursos escasos y perjudicar a los demás.…  Seguir leyendo »

Era un ‘plum cake’, no un ‘soufflé’

He tenido la sorprendente oportunidad de vivir el 9-N en Cataluña, participando en un programa de la TV-3 de tanta solera como es 30 minuts. Estuve en el acto que cerraba la campaña proconsulta; dialogué en el Ateneo de Barcelona con Santiago Vidal, el magistrado que ha estado a punto de ser expedientado por el Consejo del Poder Judicial a raíz de su participación en la elaboración del proyecto de Constitución catalana (por fortuna no lo fue, del mismo modo que finalmente la Universidad de Girona no retiró el doctorado honoris causa a la magistrada Encarna Roca); asistí al acto de participación ciudadana en Barcelona, Berga y Rubí.…  Seguir leyendo »

Callejón sin salida

El enfoque actual de la cuestión catalana no da más de sí. Los independentistas exhiben músculo en la calle, pero, jurídicamente, no pueden avanzar ni un milímetro más. El Gobierno central dispone de la fuerza de las normas, pero tiene seriamente enfrente a millones de personas. La tercera vía que proponen los socialistas, la federal, es tan evocadora como inconcreta; además, ahora la arista más cortante del problema no es tanto cómo profundizar en el autogobierno autonómico o mejorar la financiación, cuanto encontrar una fórmula magistral que permita singularizar aún más a Cataluña sin enfadar a las demás comunidades. Es decir, la cuestión en este momento no es cómo incrementar el federalismo, sino, más bien, cómo introducir nuevos elementos confederalizantes.…  Seguir leyendo »

El Rey y la ley

La abdicación, que no renuncia (porque ello afectaría a sus herederos) ni dimisión (porque, en cuanto Jefe del Estado, no tiene superior), del Rey Juan Carlos I es una metáfora del cambio de época de nuestra democracia, abre la puerta a un tiempo nuevo, aunque lo viejo no acabe de morir, y suscita algunos problemas constitucionales interesantes. Uno primero es que estamos en presencia de una abdicación, que es un acto complejo de sucesión en la Corona, compuesto de tres momentos: la comunicación del Rey de su voluntad de abdicar (lo que sucedió el lunes 2 de junio); la aprobación mediante ley orgánica de la abdicación (artículo 57.5 de la Constitución Española, CE) y, por último, la proclamación del nuevo Rey ante las Cortes Generales (art.…  Seguir leyendo »

No hay mucho que celebrar este 6 de diciembre. La Constitución cumple 35 años y ha inaugurado el único periodo auténticamente democrático de nuestra agitada historia, un periodo de estabilidad política, conexión a Europa y modernización social y económica sin parangón. Pero ya no es el texto vivo que recoge el acuerdo básico y fundacional de la convivencia, sino un documento político coagulado, en parte incorporado a la legislación y la jurisprudencia, pero en parte claramente superado por la realidad. Que hayamos reformado la Constitución sólo dos veces, y por exigencias europeas, es una anomalía impresentable en comparación con cualquier otro país.…  Seguir leyendo »

La Monarquía vive en España una situación crítica que reclama a gritos una reforma. Es una institución curiosa: tan visible como poco transparente, tan popular como, en realidad, escasamente comprendida por el común. Se trata de una figura históricamente potente en nuestro país, donde, salvo en breves y azarosos periodos, ha habido un Estado débil con una Monarquía fuerte. El diseño constitucional actual de la Corona configura, sin embargo, una Monarquía particularmente embridada, con competencias modestas y tasadas, actuadas siempre a propuesta de otros órganos (actos debidos) y refrendadas por el Gobierno. El monarca es jefe del Estado, esto es, le representa globalmente y de ahí su importancia en las relaciones internacionales y también que los actos más importantes procedentes del resto de órganos constitucionales (la Ley del Parlamento, los decretos del Gobierno, las sentencias del Judicial, etcétera) deban contar con su participación, normalmente, vía firma.…  Seguir leyendo »

Para cada problema complejo hay una solución sencilla y equivocada; yo propondré la mía. La tesis que sostengo es minoritaria y provocadora: el Estado autonómico es el mejor modelo posible para España. Si no se ha enfadado y ha decidido seguir leyendo, explicaré por qué. En este momento, se está produciendo un choque frontal de trenes entre la tesis que invita, para ahorrar costes, corrupciones y abusos, a abolir o fragilizar el Estado autonómico para regresar a un hipotético modelo unitario, y la idea radicalmente contraria, que reclama huidas hacia adelante del modelo, hasta la eventual independencia de Cataluña (o del País Vasco, o de otros).…  Seguir leyendo »