Gregorio Morán (Continuación)

La gente que apenas lee suele darles una gran importancia a los premios literarios. Y los que ni siquiera leen, aún más. Eso explica la algarabía en torno a un señor, de larga trayectoria, dedicado a la canción y últimamente convertido en sionista militante, después de haber pasado por todo. Me estoy refiriendo, como es obvio, a Bob Dylan, de quien se puede decir que si las letras de sus canciones (sin música) estuvieran a la altura de su equipo de promoción mediática sería un poeta notable. Si alguien se ha tomado la molestia de leer sus versos a palo seco habrá constatado que están un poco por debajo de lo mediocre.…  Seguir leyendo »

Ahora que acaba de morir a los 90 años el cineasta polaco por excelencia, Andrzej Wajda, no puedo resistirme a la memoria. Cenizas y diamantes, recuerdo hasta el cine madrileño donde la vi, el Rosales, y aunque creo que repetí otra hará treinta años o más, tengo el recuerdo vívido de la primera vez. Sería hacia 1966. Fraga y las gentes de su equipo se inventaron unos procedimientos harto singulares para que “las minorías de las minorías” madrileñas –en Barcelona debía ocurrir otro tanto– pudiésemos acceder a un cine que estaba prohibido para el público común. Eran sesiones extrañas y proyectaban, por ejemplo, todo lo mejor del cine soviético en unas versiones espantosas; pero es lo que había.…  Seguir leyendo »

Siempre que me propongo escribir un artículo sobre un personaje cultural español de otro siglo me hago la misma pregunta. ¿En el círculo de nuestros cultos dirigentes periodísticos que, ¡ay!, tienen que sufrir tertulias por la mañana, por la tarde y hasta por la noche, les queda un cuarto de hora para enterarse de que existieron tipos como Antonio Buero Vallejo, que influyeron de manera notable en nuestro teatro del siglo XX? ¡Siglo XX, cambalache, que decía el tango! Yo tuve que degradar a un jefe de sección en Bilbao, donde dirigía un periódico, cuando el veterano jefe de la sección de Cultura incluyó un recital de tango en la sección de Música Clásica, y no se trataba precisamente de Astor Piazzolla.…  Seguir leyendo »

Asistí por segunda vez en mi vida barcelonesa a uno de esos festejos del Ayuntamiento, en este caso por la Mercè, para escuchar de viva voz y entre el personal egregio y variopinto que suele asistir a estos actos como quien va al Liceu o al Palau. La primera vez que fui, tuve un incidente con el servicio de protocolo por el trato despreciativo que mostraban hacia unos brigadistas, más que ancianos, que habían venido de EE.UU. y Canadá, para ver Barcelona por última vez. Ellos que habían arriesgado su vida por la democracia, se encontraban a unos desdeñosos funcionarios.

Creo que Javier Pérez Andújar es un espécimen de la Barcelona no institucional, es decir, ni heredero de Pujol ni de Maragall, máximos prebostes de la decisión trascendental de ser considerado ciudadano de Barcelona, o un anexo –antiguamente los llamaban charnegos, pero hoy es palabra nefanda–.…  Seguir leyendo »

Sorprender no sorprende, pero llama la atención que seamos el país más corrupto de Europa occidental. No estoy en condiciones de hablar de la Europa oriental poscomunista, porque no la conozco salvo los casos delirantes de Albania, Macedonia y Kosovo. Pero lo más llamativo es que nadie se haga la pregunta en voz alta, y que nuestros talentos mediáticos no se hayan detenido en pensar a qué se debe: si a nuestra tradición, si estará incluido en el ADN de los españoles, a la dieta, al peso de la familia como única institución respetable, es un decir; a nuestro inveterado desprecio por el Estado, primer pozo de corrupción nacional.…  Seguir leyendo »

Como me consta que la memoria es frágil, cabe recordar que Xavier Batalla (1948-2012) fue el más brillante e inteligente analista de política internacional que tuvo nunca este periódico. Muy por encima de figuras como Gaziel, y no digamos de Fernández Armesto, el fulero; conservo una colección de falacias bien pagadas del inefable gallego, que empezó en comunista spartakista en Alemania y terminó administrando sus vaquitas y sus finquitas, y su señora, ¡una fortuna!, bien metida en política. Lo digo a beneficio de inventario. Su hijo salió historiador notable. Hay que ser justos.

Pero estamos en Xavier Batalla, en la añoranza que no sólo es familiar y amistosa sino profesional.…  Seguir leyendo »

Se ha cumplido esta semana el primer aniversario de la muerte de Jesús Martínez, amigo, profesor, buena persona, sin otras ambiciones que vivir tranquilo entre sus libros, dos hijos, sus alumnos de formación profesional a los que ¡enseñaba literatura! en uno de esos barrios duros del Madrid más implacable. No aspiró a la universidad ni a cargo político alguno. Lo suyo era la literatura clásica española. ¡Vamos, el ideal para meterse en un mundo de motos, petas y miembros de las asociaciones de padres, que deberían disolverse antes de que conviertan los colegios en almacenes de frikis!

A Jesús Martínez le dediqué una sabatina con la aparición de sus memorias –debí de ser el único– (Retrato con fondo rojo, 2013).…  Seguir leyendo »

Lo más probable es que no se me hubiera ocurrido leer a una poeta sueca de la que no había oído hablar en mi vida, Sonja Akesson (1926-1977). Pero cometí la indiscreción de echarle una ojeada al libro –Vivo en Suecia. Antología (Editorial Vaso Roto)– y encontrar que sus últimos versos póstumos estaban recogidos bajo un lema irresistible: El ojo del caballo.

El ojo del caballo es el título más hermoso e inquietante que un escritor pueda imaginar. Incluso es posible que ya exista otro autor que se le haya adelantado y que mi ignorancia no haya detectado a ese genio consagrado con tan sólo un verso, un poema, una imagen.…  Seguir leyendo »

Hay que empezar presentando al autor. Cuando uno se apellida Pérez y no pone una discreta “P.” ocurre como con todos los Pablos, Manolos, Fernández, etcétera, etcétera, que en sociedades muy marcadas por complejos de clase encuentran subterfugios para introducir pequeños cambios en su nomenclatura para que los que mandan tengan claro que aceptan la autoridad. Conocí en Bilbao, hace muchos años, a José Elorrieta, secretario del sindicato nacionalista vasco ELA-STV. Ni en la lucha contra el franquismo, ni en la democracia, dejó de ser José, como siempre. Tienen mucho que ver los cambios de patronímicos con el oportunismo de los cambios de ideología, pero dejémoslo ahora porque nos llevaría demasiado lejos.…  Seguir leyendo »

La primera vez que hice un viaje en avión, acababa de cumplir 21 años. Otoño de 1968. En el aeropuerto de Orly, París, un tipo de cara arrugada, bajito, y de mirada aviesa, al que no vi sonreír nunca y al que llamaban Ramos, como podían haberle puesto funeraria, me entregó un sobre. Luego me dio la mano con discreción de amantes que se separan con la sensación de no volverse a ver, a menos que fuera imprescindible, se dio la vuelta y desapareció.

En el sobre había un pasaporte a nombre de alguien muy común, “José López”, o “Luis Fernández”, o algo así.…  Seguir leyendo »

A estas alturas de la película a nadie le cabe la menor duda de que la sociedad española es tan cómplice ante el delito económico que ocupará un puesto elevado en la lista de países corruptos, con una buena mayoría de ciudadanos indiferentes. Usted puede robar, si es posible al Estado, que es un ente que desde hace siglos nadie acaba de entender a quién pertenece, y salir de rositas, con felicitaciones, si no de los juzgados, que a lo más que llegan es a cierta complicidad visual, pero con las ovaciones del público elector. “¡Qué tío, dos cojones, desvalijó la comunidad autónoma y ahí le tienes, fresco como una lechuga y arrogante como un chispero!…  Seguir leyendo »

Aquella tarde de junio, en plena campaña electoral, Córdoba, si mi memoria no me delata, contemplé la surrealista escena de un mitin de Podemos donde, a la vieja usanza de la Pasionaria, subió al estrado Julio Anguita, engarzándose a Pablo Iglesias en un emocionado abrazo; uno miraba a su modo de rey moro destronado por la historia y el otro derramaba unas lágrimas que le honran como persona y le achican como líder –porque los dirigentes también lloran, pero sus lágrimas son votos–. En ese momento, lo confieso, me cupo una duda; a lo mejor es bueno para ellos, pero es la derrota más evidente de un movimiento, Podemos, que había nacido, cre­cido y provocado con mayores pretensiones que las de visitar a los anticuarios políticos que ya no tienen nada que vender salvo los saldos de sus derrotas.…  Seguir leyendo »

El partido más corrupto de España ha ganado las elecciones. Esos caballeros que saquearon España antes, durante y después de la burbuja han sacado pecho. Ese españolísimo, “aquí roban todos”, es nuestra marca del siglo, y debió de nacer en Catalunya, me temo, aunque sólo fuera porque tuvieron un presidente con tal desparpajo que cuando le descubrieron como delincuente apeló a las masas y ellas le dieron el aval de que a partir de aquel momento sería la medida de la honradez en política.

Todo eso sumado y revuelto se llama España, y tiene de Gran Padrino a Mariano Rajoy, un individuo atildado como corresponde a un registrador de propiedades ajenas, y que no pasará a la historia porque ya está en ella.…  Seguir leyendo »

Desconozco si existe algún libro sobre cómo “se hacen” los premios Nobel de Literatura. Porque los Nobel no se dan sin esfuerzo. No dependen de ser un gran escritor, aunque haya casos, sino de una serie de circunstancias que influyen en la Academia sueca que los otorga. Cuenta la personalidad del candidato, la circunstancia, el momento, la historia, el equilibrio… y por supuesto la política. (Winston Churchill fue Nobel en 1953 por sus volúmenes de memorias.) No podría ser de otra manera. El prestigio social, que no literario, que otorga el Nobel obliga también a la intervención del Estado.

En España, las “fuerzas vivas” de comienzos del siglo XX –expresión que nunca entendí, porque se refiere a la parte más muerta de la sociedad–, compuestas por la Iglesia, el Ejército y el propio rey Alfonso XIII, vetaron la candidatura de don Benito Pérez Galdós.…  Seguir leyendo »

Un debate o un fraude

Después de escuchar las homilías de los cuatro dirigentes que aspiran a repartirse el pastel, ¿hay alguien que pueda decir que ha cambiado su voto? A quienes no necesitaban exhibición televisiva alguna no les fue necesario el circo.

¿Hay alguien en España, derechista y con patrimonio, incluso con la senyera puesta a secar en el aseo de la criada en espera de otra oportunidad, que no vote a Mariano Rajoy? Estuvo sublime. Mintió a quien quiso creerle, no pronunció una verdad que pudiera ser avalada ni por notario amigo, tiene un partido donde la gama de estafadores al Estado es quizá superior a los tiempos de mi paisano Posada Herrera, y no le hace ascos a emular a otro paisano suyo del Ferrol.…  Seguir leyendo »

Después de ver la última “película-documental-sátira” sobre su propio país, ese imperio que domina la tierra y sus habitantes, titulado con precisión de profeta ¿Qué invadimos ahora?, he empezado a preguntarme sobre el personaje Michael Moore. ¿Por qué le odian tanto, los suyos, sus cómplices y sus sicarios?

El siglo XIX inventó un instrumento social que fue de dudosa utilidad, el nacionalismo. El XX lo convirtió en un arma letal, y el XXI lo trasformó en una parodia. ¿Alguien se imagina un caballero atildado, con su fortuna colocada en bonos del Estado –da lo mismo el Estado que sea, aunque se trate de un Estado enemigo, como en el caso de una de las dirigentes de la CUP catalana– que en plena conversación sobre los principios que rigen su vida, dijera “yo soy un patriota”?…  Seguir leyendo »

Lecciones de Francia

Estamos viviendo uno de los fenómenos sociales y políticos más importantes de los últimos años: la situación en Francia, atenuada desde hace dos días por las inundaciones. Confieso que echo en falta más artículos de nuestro irónico corresponsal Rafael Poch. Serían de agradecer para contrarrestar los lugares comunes de la prensa convencional.

En Francia se confrontan dos concepciones, de cuyo resultado nosotros seremos de los primeros en sentirlo. Primero, porque ya estamos en ello, y luego porque la derrota aceleraría nuestra decadencia. En claro; un gobierno con el marchamo socialdemócrata asume a trompicones la política que exige “la patronal” –no sé si el término ha sido arrumbado de nuestro lenguaje cosmopolita–, pero que se mueve en las mismas coordenadas que se crearon a comienzos del siglo XIX y la acumulación de riqueza y capital.…  Seguir leyendo »

Nadando entre tiburones

¿Qué puede ser más tóxico: un banco o una cajetilla de cigarrillos? ¿Son más letales los recortes o el tabaco? Son preguntas nada académicas, que jamás se harán nuestros intelectuales de oficio, pero que convendría empezaran a hacérselas; porque la diferencia entre el ser y el no ser, la esencia y la presencia, me temo que no figuran entre las preocupaciones de las entidades financieras que muy pronto pagarán sus salarios, sus charlas y el futuro de sus hijos, a costa de nuestra benevolencia.

No hay mejor periodista económico que el que está en nómina, libre de impuestos, ya me entienden, por eso la aparición del iluminador libro del holandés Joris Luyendijk empieza prácticamente con unas referencias oportunas sobre la relación entre el mundo financiero y los medios de comunicación.…  Seguir leyendo »

La ternura pesa más de 150 kilos

A qué genio del marketing se le habrá ocurrido titular Corazón gigante una de esas películas insólitas, que se refiere a un hombre más que entrado en carnes, y que para mayor rareza se desarrolla en Islandia, con director islandés, actores islandeses y diálogos islandeses? En la versión original se titula Fúsi, que es el nombre del protagonista, un cuarentón que derrocha pureza; una singularidad que se da poco en los tropecientos mundos que pueblan el planeta, y que aparece aquí, en Islandia, tan raro como un ave a la que toda la contaminación de la vida, eso que se llama sufrir y pelear por ser uno mismo, sin pretensiones, no ha afectado en lo más mínimo a su ternura.…  Seguir leyendo »

La hora de los caimanes

Como lo de caimanes suena fuerte, también podría denominarse la hora de los monitos graciosos, porque hay de todo. Aquellos que están dispuestos a quebrarle la columna al enemigo y los que ya se organizan para campanillearle la victoria. Por primera vez en nuestra siempre angosta historia democrática, vamos a vivir y sufrir sensaciones nuevas. Nada demasiado trascendental, pero nuevo. Vayamos por partes.

Nadie puede perder. En otras elecciones cabía un plan B –que se dice ahora– de la derrota. En esta ocasión no. O ganas o te vas al carajo. ¿Alguien se imagina a un Rajoy derrotado? Desataría la caja de los truenos, y medio partido pasaría de estar al borde de la cárcel a entrar en ella; que es una diferencia notable.…  Seguir leyendo »