Aún quedan jueces en Madrid
Según una leyenda muy célebre entre los juristas, el rey Federico II de Prusia se encaprichó un día con demoler un molino que estropeaba las vistas de su palacio. Para satisfacer sus deseos, trató primero de persuadir al molinero a través de su bolsillo, ofreciéndole sumas a cada cual más generosa que la anterior, que fueron sucesivamente rechazadas por el humilde ciudadano.
El rey, preso de la furia que asalta al poderoso al que se niega un derecho que cree suyo, ordenó la expropiación del molino sin pago de justiprecio.
Cuando al día siguiente el molinero se presentó en el palacio, el rey y su corte pensaron que, derrotado, acudía a suplicar una humillante compensación.… Seguir leyendo »