Gustavo Martín Garzo (Continuación)

Estamos en el circo. Suena la música y vemos aparecer a un hombre delgado y flexible. Camina hasta el centro de la pista y, tras saludar al público, se encarama a una cuerda y empieza a subir por ella. Llega hasta lo alto de la carpa y allí alcanza el trapecio, su único reino en esta tierra. Vuela de un lugar a otro, realiza insólitas piruetas ajeno en apariencia a esas leyes de la gravedad que limitan los movimientos de las otras criaturas del mundo. Y sin embargo, no es cierto que sea así. Su corazón late apresuradamente, y teme caerse.…  Seguir leyendo »

Un pueblo vive aislado en un valle. Es un valle silencioso, de noches oscuras y temibles, del que han desaparecido los animales. Fue hace tanto tiempo que ya nadie se acuerda de ellos, ni siquiera si fueron reales alguna vez. Los niños han crecido en ese silencio y no saben lo que es tener un gato en las manos, acariciar un caballo o sorprender en un árbol el nido de un pájaro. Y una noche un niño y una niña se internan en el bosque tratando de resolver el enigma de esa paz tan parecida a la muerte. (De repente en lo profundo del bosque).…  Seguir leyendo »

¿Qué hemos hecho de la psicología? Aquella delicada ciencia que exploraba el alma humana y se preguntaba por el significado de nuestros sueños hoy día apenas es otra cosa que un conjunto de obviedades y recetarios apresurados. Atrás parecen haber quedado la insondable obra de Freud y su pregunta acerca de por qué nos perturban nuestros deseos, las divagaciones de C. G. Jung sobre el poder liberador de los símbolos, las delicadas fantasías de Melanie Klein sobre el mundo de los niños, o las reflexiones de Lacan sobre el poder creador del lenguaje. La psicología ya no trata de responder a la pregunta eterna de quién somos, sino de encontrar fórmulas que nos permitan lograr mejor nuestros objetivos de acomodación a lo que hay.…  Seguir leyendo »

Me pregunto cómo podemos convivir con la muerte. Cómo nos las arreglamos para aceptarla a nuestro lado sin caer en la desesperación o enfermar de tristeza, para continuar nuestra vida convencidos de que con un poco de limpieza todo será como antes, como nos pasa con esos invitados que al alejarse dejan un rastro de vasos sucios, colillas y ceniceros sobre la alfombra. Me pregunto cómo podemos acostumbrarnos a esas idas y venidas, a que la muerte esté aquí cada día, con sus mil caras, sus mil disfraces distintos, cobrándose sus víctimas como los cazadores se cobran ciervos, perdices, patos o conejos.…  Seguir leyendo »

"Sólo la gente buena", escribió Mary McCarthy en Memorias de una joven católica, "puede permitirse el lujo de ser religiosa. Para la demás gente es una tentación demasiado fuerte, una tentación a los pecados mortales del orgullo, la ira y la pereza". No hay más que ver la actitud de una buena parte de los católicos de nuestro país para concederle la razón a la gran escritora norteamericana. Claman ruidosamente contra esa aspiración irrenunciable en un Estado moderno de separar religión y sociedad civil, forman rebaños airados que toman ruidosamente las calles, se empeñan en decirnos cómo debemos vivir y educar a nuestros hijos.…  Seguir leyendo »

Hace unos años se publicó en nuestro país un hermoso libro titulado Enciclopedia de las cosas que nunca existieron. Se hablaba en él de esos objetos, personajes y lugares que habían vivificado con sus cualidades las fantasías de los hombres. Hadas, gnomos y duendes vivían en los setos floridos; una granja destartalada podía ser la morada de una bruja, y había ojos acechantes en los agujeros de los árboles huecos. Los bosques, selvas, montañas, desiertos y praderas tenían poblaciones misteriosas, que solían vivir en una dimensión diferente de la nuestra y que en casos especiales podían llegar a visitarnos. Avalón, Camelot, El Cementerio de Elefantes, El Centro de la Tierra, La Ciudad de los Monos, El Dorado, El Castillo de la Gatablanca, La Montaña de Azúcar, eran algunos de los nombres de esos lugares de la irrealidad.…  Seguir leyendo »

John Keats escribió que había que saber conformarse con la mitad del conocimiento. Es decir, que si queríamos penetrar en el misterio del mundo debíamos ser capaces de no buscar a cada momento una explicación a lo que nos sucedía en él. Es lo que suelen hacer los personajes de los cuentos infantiles y por eso pueden vivir sus aventuras. Es lo que hace Alicia, cuando corre tras el Conejo Blanco, o Wendy cuando Peter Pan la conduce a la Isla de Nunca Jamás. O lo que hace Mary Lennox, la protagonista de El jardín secreto, la hermosa novela de Francis Hodgson Burnet.…  Seguir leyendo »

Conocí a Antonio Gamoneda a mediados de los años ochenta. Entonces, un grupo de amigos habíamos puesto en marcha un pequeño proyecto editorial y queríamos reeditar Descripción de la mentira, uno de sus títulos míticos. En ese tiempo, Antonio Gamoneda, a pesar de su temprana dedicación a la poesía, sólo había publicado tres libros: Sublevación inmóvil (1960), Blues Castellanos (1965) y Descripción de la mentira (1977). Los tres eran prácticamente inencontrables y pasaban de mano en mano en fotocopias que hacían sus lectores. Aún recuerdo la impresión que me causó la lectura de Descripción de la mentira, tanto por la belleza y la fuerza de sus palabras e imágenes como por su tono de encendida ira ante la injusticia.…  Seguir leyendo »

Poco antes de morir, en una entrevista para televisión, una periodista le preguntó a María Zambrano por las cosas que le hubiera gustado ser de pequeña. María Zambrano apenas necesitó pensar su respuesta: una cajita de música, un centinela y un caballero templario. El centinela y el caballero tenían que ver con su gusto por la filosofía, que era desvelo, estado de alerta, anhelo de conocer; la caja de música, con su amor a la poesía, que era misterio, atrevimiento, vocación nupcial. María Zambrano hablaba como el que se inclina sobre un arroyo de aguas claras que no dejan de renovarse y espera recibir de ellas algo desconocido.…  Seguir leyendo »