Nuestras tres nacionalidades
Cada uno de nosotros, si nos atenemos al pasaporte u otros documentos oficiales, es legalmente ciudadano –o súbdito– de un solo país. Esta afiliación obligatoria tiene su lejano origen en el Tratado de Westfalia de 1648, cuando en Europa los monarcas y prelados se repartieron los territorios y sus habitantes tras unas fronteras supuestamente inalterables. Durante el reparto, en ningún momento se tuvo en cuenta el deseo de las poblaciones, como tampoco su libertad religiosa ni lo que por aquel entonces aún no se conocía como derechos humanos. En esta misma página de ABC, en «Adiós Westfalia» (31 de agosto de 2014), tuvimos ocasión de denunciar el arcaísmo de este «orden mundial» que ha perdurado hasta nuestros días, aunque desbordado en el interior y discutido en el exterior.… Seguir leyendo »