J. J. Armas Marcelo

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Salí de La Habana por última vez al final de la Cumbre Iberoamericana del año 2000. Tuve ciertas molestias con la oficina de Inmigración, problemas que se inventaban para incomodarme. Y, al Coronel de la Seguridad del Estado que me estaba entrevistando le hice una afirmación dura: "No volveré a Cuba hasta que se muera Fidel", le dije. Me miró con sorna y me contestó con una cierta contundencia: "Pues va a tardar". "Máximo dos años", me atreví a decirle. Se sonrió casi al borde del sarcasmo y terminó el coqueteo con una frase lapidaria: "Con Fidel nunca se sabe".

Pero ahora no está Fidel y yo puedo volver a Cuba, si me dejan los castristas que se quedan, que quedan muchos y mandando.…  Seguir leyendo »

Las elecciones presidenciales del domingo pasado han terminado por evidenciar lo que ya sabíamos: los años del chavismo han dividido el país en dos partes, al parecer irreconciliables. Nicolás Maduro, el hijo en el que Chávez puso todas sus expectativas, ha salido del maldito embrollo en que estaba metido dejando a Venezuela donde lo dejó Chávez: partida en dos y con sospechas de guerra civil. Algunos de mis amigos venezolanos, entre ellos el novelista e historiador Juan Carlos Chirinos, sostienen que Venezuela se encamina hacia esa guerra civil pendiente, pero a mí se me hace muy cuesta arriba pensar en una Venezuela en guerra consigo mismo.…  Seguir leyendo »

Ahora que cunde el pánico en la UE hay que declararse explícitamente más europeo que nunca. A la caída del turbio universo soviético, quienes se habían camuflado de «internacionalistas» y comunistas para estar en el poder se convirtieron de la noche a la mañana en nacionalistas, patriotas, propietarios y millonarios. No querían sino el poder y el dinero, eran todos comunistas de derecha y, con la ayuda de un débil y enfermo capitalismo, construyeron sus pequeñas patrias, inventaron himnos gloriosos y se volvieron sus líderes, en muchos casos totalitarios, ese tic nacionalista. Con razón en el diccionario del doctor Johnson, el gran pensador y lexicógrafo define el patriotismo como «el último refugio del sinvergüenza».…  Seguir leyendo »

Hace unos años, cuando comenzó la revolución digital (y muchos no creían que esa interminable fiesta también se iba a celebrar), un amigo cercano que cumplía altas funciones de Estado me presentó a un hacker verdadero. Era un muchacho de unos veinte años, alto, espigado, vestido con pantalones vaqueros y una camisa blanca de manga corta. Fumaba con la displicencia de Bogart en una película con guión de Dashiell Hammett, doblaba las piernas con la naturalidad estética de la gente del 68 cuando éramos jóvenes y alocados; era flaco y despeinado, y echaba humo por la boca mientras hablaba, aunque hablaba poco.…  Seguir leyendo »

Alfredo Pérez Rubalcaba tiene una bien ganada fama de «inteligente» dentro de la política española de los últimos veinte años. Es leyenda que Felipe González, en los buenos y viejos tiempos de los triunfos inapelables del PSOE, confiaba en Rubalcaba para que «saliera de los embrollos en los que él mismo (Rubalcaba) se metía», y solía meter al gobierno de González con los medios informativos. Siempre en un segundo plano, detrás de los jefes y los líderes, pero dejándose ver con ellos (y en el primer plano), ha manejado con destreza —dentro de la torpeza general que parece ser una característica de nuestros políticos— los hilos ocultos de la intriga, la componenda, el «consenso» y, por supuesto, la división, la pelea con el adversario y el pariente ideológico.…  Seguir leyendo »

Los franceses, que inventan humo de la nada y son capaces de venderles toneladas de hielo a los esquimales, idearon hace ya bastantes años la «excepción cultural». Entendieron, pues, que los bienes culturales y la creación artística estaban fuera de toda discusión política y que, como tal excepción, serían subvencionados por las instituciones del Estado. Contra la «excepción cultural» se alzaron voces autorizadas de intelectuales, profesores y artistas que no veían con buenos ojos que su trabajo fuera considerado «excepción cultural», como si ellos fueran tipos raros cuya enfermedad sería tratada con sumo cuidado y mimo en un zoológico creado para ellos por la prodigalidad del Estado.…  Seguir leyendo »

Una de las virtudes del llamado Movimiento de los indignados está en habernos llamado la atención sobre cosas y asuntos de nuestra incumbencia ciudadana. Y hasta tal punto ha llegado el golpe que son pocos los escritores y periodistas que no han escrito y publicado ya comentarios, artículos, y hasta ensayos, que critican o aplauden las manifestaciones de los indignados. Hay muchas razones para que muchos ciudadanos de España y de toda Europa (y mucho más los que peor lo pasan en este estado de crisis aparentemente perenne) se sientan indignados. Hace tiempo que las clases dirigentes de nuestros países iniciaron por su cuenta un lamentable divorcio con la calle, con la gente en general, con el pueblo en cuyo nombre tantos políticos de todo pelaje se llenan la boca.…  Seguir leyendo »

En primera instancia, la marcha definitiva de Zapatero ha conseguido dos cosas: un respiro para los socialistas y sus votantes, que son millones, y la esperanza de una mejoría de las relaciones de España con «los mercados». Seguro que los candidatos que más suenan para la presidencia en los entornos periodísticos son los más cualificados en un PSOE que se ha ido quedando sin primeras figuras y al que Zapatero ha sometido a un dominio excesivo y lamentable. «En todas las clases sociales, el deterioro ejerce su dominio», escribió hace ya muchos años el poeta peruano Carlos Germán Belli. En la democracia española y en sus partidos políticos también.…  Seguir leyendo »

No hace falta ser un experto conocedor de Dublín, lector de Joyce y amigo de Leopold Bloom para caer en la cuenta y sacar consecuencias de la última lección irlandesa. Tampoco hace falta que me repitan una vez más que España no es Irlanda (ni Portugal) y que está todavía muy lejos el procedimiento de la intervención europea sobre nuestra economía. Hablo hoy de la lección política, derivada —claro— de la económica. El poder político ha cambiado de manos en Irlanda. Era natural. Era lo esperado, porque lo contrario hubiera sido, además, un contrasentido delirante. En democracia, los errores de los gobiernos suelen pagarse con suma contundencia en las urnas y Enda Kanny y su partido, Fine Gael, han desalojado del poder al Fianna Fail de los liberales, que llevaban organizando el país desde lo político desde hace muchas décadas.…  Seguir leyendo »

Hace unos días volví a ver, por puro placer, Apocalypse now, la película de Francis Ford Coppola. Casi al final de la cinta, cuando el capitán Willard ha llegado al fin del mundo, al centro de infierno en tinieblas que el sistema identifica con el coronel Walter E. Kurtz, el jefe loco le pregunta al joven intrépido, que todavía cumple las órdenes del mando superior: «¿Tú eres un militar o un asesino?». Willard duda unos segundos, pero después contesta con firmeza, creyendo que así desarbola la pregunta del jefe loco: «Yo soy un soldado», dice. Entonces, Kurtz, con la superioridad asombrosa de quien se sabe condenado de antemano, lo aplasta con una sola frase: «No, tú eres el chico bueno al que envían los tenderos a cobrar las facturas».…  Seguir leyendo »

En todos los países del mundo, hay escritores que sueñan con ganar el Premio Nobel cada mes de octubre de cada año. No hace falta que no tengan méritos, porque casi todos ellos aspiran a ganar el Nobel por el simple hecho de escribir y soñar que lo van a ganar. Cela, que tuvo méritos literarios de sobra, echó a perder su Nobel, y lo retrasó durante más de veinte años, por la puesta en práctica de sus inveteradas y reconocidas dotas histriónicas ante señores, los académicos suecos, que lo menos que se puede decir de ellos es que son esas dos cosas: académicos y suecos.…  Seguir leyendo »

Carlos Barral o Carlos Fuentes (todavía se disputa ese privilegio) lo nombraron «El Cadete». No sólo porque había escrito «La ciudad y los perros» (el mundo que conoció precisamente de «cadete», en el Colegio Militar Leoncio Prado), sino porque era el más joven del «boom» de la novela latinoamericana de los 60. Después del Leoncio Prado, y ya en el periodismo, Vargas Llosa era para todos «Varguitas», el primero de la clase. Quería ser Flaubert desde muy joven, soñaba y escribía novelas fumando como un poseso, y por la noches, con una jauría de tribuletes limeños comandados por Carlos «Coco» Meneses, visitaba hasta el amanecer los burdeles del puerto del Callao.…  Seguir leyendo »

Sostienen los filósofos pesimistas que lo peor del deseo es que llegue a convertirse en realidad. Los hedonistas, por el contrario, sostenemos que la tentación no existe, sino que es una realidad disfrazada de deseo. Quisimos tanto a la selección española de Sudáfrica que el deseo de todos nosotros, ciudadanos españoles, se cumplió como se cumplen siempre las realidades de los españoles: con mucho sufrimiento, con sensaciones dubitativas, con una fe que ya quisiera para él cualquiera de los carboneros que cargan con esa leyenda. ¿Cuál fue el secreto de verdad para ganar el Mundial de Sudáfrica? El fútbol, según se sabe porque lo dijo una vez Gary Lineker, es un juego que inventaron los ingleses para que siempre ganaran los alemanes.…  Seguir leyendo »

En un reciente viaje a Lisboa hablé largo tiempo con el novelista portugués Almeida Faria. Un solo tema ocupó nuestra conversación: Saramago, el personaje que se creó a lo largo de su fructífera vida y su obra literaria. Almeida Faria me habló de la ideología de Saramago, «eterno marxista», de su empecinada tenacidad para convencernos de que «el comunismo volverá porque no se han eliminado las condiciones injustas que dieron lugar a esa ideología». Almeida no le rebatía, sino que atendía la larga retahíla —bien hilada, desde luego— de argumentos que Saramago mostraba en la defensa de sus puntos de vista.…  Seguir leyendo »

Según TeleSur, la cadena de Hugo Chávez para el continente iberoamericano, Venezuela camina hacia el mejor de los mundos: el socialismo del siglo XXI. Su discurso político no varía un ápice del otro socialismo («socialismo o muerte») que llevó la ruina total a Cuba a mediados del siglo pasado.

¿Cuál es el socialismo que discursea Chávez con trágica comicidad? En un artículo extraordinario titulado La revolución evaporada, publicado en LetrasLibres del pasado mes de marzo, el periodista y escritor venezolano Alberto Barrera Tyszka, que sigue «el discurso del enemigo» según Chávez, nos lo cuenta: «A comienzos de este año ante el parlamento (venezolano), en un acto de presentación de la memoria y cuenta de su gestión durante 2009, Chávez, con cierta teatralidad dijo: «Por primera vez lo admito: asumo el marxismo...,…  Seguir leyendo »

En los primeros 80, un grupo de escritores iberoamericanos, en su mayoría mexicanos, se reunieron en la Universidad de Windsor. A esa jarca, desde el mismo México, se le comenzó a llamar «el grupo de Windsor». Allí estuvieron Eduardo Lizalde, Sergio Pitol, Fernando del Paso, Arturo Azuela, Bryce Echenique, José Emilio Pacheco, Salvador Elizondo y otros muchos. Un par de años más tarde, Azuela concibió un híbrido intelectual incorporando al primigenio Windsor otros muchos escritores de lengua española. Desde Carlos Barral y Jorge Edwards, a José Esteban, Sánchez Dragó, Caballero Bonald, Ángel González, Luisa Valenzuela, Margo Glatz, Vaz de Soto, yo mismo y algunos otros de los que me olvido ahora.…  Seguir leyendo »

Desde hace muchos años llevo Chile en el corazón. No como una espina, sino como una rosa. Nos enamoramos de un país, por la gente, el ambiente, la política, la risa, la memoria, el amor mismo, una mujer, su vida, su muerte. Nos enamoramos de un país en un instante determinado de nuestras vidas, a veces sin saber exactamente cuáles son las razones que provocan esa pasión que crece con el tiempo, como una añoranza ardiente, que nos hace regresar a esa tierra cada vez que podamos.

Me enamoré de Chile por Neruda, por Allende en su momento, por Violeta Parra, por el congrio, por los amigos, por el paisaje de la memoria.…  Seguir leyendo »

Llegué a Venezuela por primera vez en el momento en que el presidente de la República, Carlos Andrés Pérez, «el hombre que camina», nacionalizaba el petróleo. Julio de 1976. La noticia firme era un rumor extendido por el propio gobierno venezolano desde hacía unos meses. En todos los circuitos financieros, empresariales, sindicales, periodísticos, universitarios y culturales se discutía sobre la medida «histórica» con demasiada altivez nacionalista y siempre en torno a una botella de Old Parr y «pasapalos» para cada comensal y «conversador». Incluso en la llamada República del Este, en Sabana Grande, «heterodoxa y libre» por oposición geográfica al Palacio de Miraflores de Caracas, los intelectuales afectos al trago cotidiano no dejaban la fiesta en paz: Venezuela era rica y podía hacer con el petróleo, que también era suyo, lo que le diera la gana.…  Seguir leyendo »

Era capaz de esperar más dos horas en la cola de una firma de libros para que le dedicaran su ejemplar. Esa espera le parecía a Telesforo Fuentes la cosa más normal del mundo, porque en ese momento el autógrafo del autor del libro que traía en sus manos era su misión más importante en la vida. Le interesaban los libros de cualquier género, y leía de todo, desde los ensayos de la Generación del 98 y los poemas de la Generación del 27 hasta las novelas de sus coetáneos. Pero los libros de su biblioteca personal «tenían que estar todos autografiados y dedicados por sus autores», de modo que, de una u otra manera, había conocido, hablado y tratado con los escritores de su biblioteca.…  Seguir leyendo »

Los visitantes y turistas no pueden entrar en la plaza da Tiananmen desde hace un mes. Tampoco se puede visitar la Ciudad Prohibida. Miles de operarios chinos se afanan en el centro de Pekín para que los fastos del 60º aniversario de la proclamación de la República Popular China por Mao Tse Tung desde el Palacio Ming sean un gran éxito. Comenzaba entonces una nueva etapa histórica para el Gran Dragón Dormido, un inmenso y lejano país que para cualquier occidental era más un territorio de leyenda que una nación enorme y desconocida.

Todo había empezado quince años antes cuando los comunistas escapan de Jiangxi en un momento crucial de la guerra contra los que luego fueron llamados «nacionalistas», el ejército de la República de China.…  Seguir leyendo »