Javier Moreno Luzón (Continuación)

El alma inconfundible

Las naciones, se pongan como se pongan los nacionalistas, no son eternas. Tampoco muy antiguas, pues aparecieron como comunidades políticas a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, en el espacio abierto por las revoluciones liberales. Pronto quedó claro que la legitimidad nacional resultaba imprescindible para cualquier Estado o Gobierno, que las fórmulas de la monarquía absoluta habían caducado y que la opinión pública se abría paso como actriz principal. La llegada de la política de masas, con democracia o sin ella, hizo de lo nacional una verdadera obsesión colectiva. Los nacionalismos se empeñaron en construir sus propias naciones, en nacionalizar a los ciudadanos a través de la incansable difusión y reinvención de sus señas identitarias.…  Seguir leyendo »

La Transición, epopeya agrietada

La mayoría de las comunidades políticas modernas, esas que llamamos naciones, se asientan sobre interpretaciones del pasado que, promovidas por élites y asociaciones de todo tipo, legitiman fronteras y regímenes y se ofrecen a la ciudadanía como explicaciones de su presente. Esos relatos, renovados una y otra vez, subrayan a menudo los momentos fundacionales, epopeyas en las que los antepasados realizaron actos admirables que sus descendientes deben tomar como modelo para sus vidas. Las escuelas y los medios de comunicación los difunden, los historiadores más entregados confirman su importancia, las conmemoraciones periódicas los recuerdan. En el mejor de los casos, dan lugar a fiestas patrióticas que marcan en rojo el calendario.…  Seguir leyendo »

El camino de las renuncias

La historia contemporánea de las izquierdas europeas está llena de renuncias, especialmente visibles en las de raíz marxista. La socialdemocracia, el tronco principal del obrerismo en la mayor parte del continente, combinó durante décadas su fe en las profecías de Karl Marx, que auguraban la inevitable llegada de la revolución proletaria, con prácticas templadas que asumían la participación en el juego parlamentario y se plasmaban en reformas graduales para mejorar poco a poco la vida de los trabajadores. Los debates en el seno de la II Internacional, que enfrentaron a ortodoxos y revisionistas, no lograron resolver esa contradicción. Sin embargo, los partidos socialdemócratas occidentales sostuvieron las frágiles democracias de entreguerras y se convirtieron, tras la II Guerra Mundial, en organizaciones de amplio alcance, interesadas tanto en las clases medias como en las populares.…  Seguir leyendo »

Los huesos de Cervantes

Llama la atención esa rebusca de huesos que se traen arqueólogos y forenses en el convento madrileño de las Trinitarias. Pagados por el municipio, llevan meses removiendo osarios y, a falta de un análisis genético, afirman que, entre los restos desenterrados, podrían estar los de Miguel de Cervantes. Ante el comprensible desasosiego de las monjas, aún no saben qué hacer con semejante hallazgo, que ha costado ya más de cien mil euros en tiempos de recortes y ha merecido en los medios de comunicación un seguimiento lleno de detalles necrófilos. En la segunda década del siglo XXI, y con las novedades técnicas pertinentes, se reproducen comportamientos propios del XIX, cuando los despojos de glorias y héroes nacionales sufrían continuos trasiegos.…  Seguir leyendo »

Repensar Madrid

Madrid no es una ciudad cualquiera. Su desarrollo se ha visto marcado, desde que Felipe II decidió ubicar en este paraje mesetario su corte de forma estable en 1561, por su condición de capital. Pensar en Madrid significa pues, hasta cierto punto, pensar en el Estado y en la articulación territorial de todo el país. A lo largo de su historia se han sucedido proyectos muy diversos para la urbe, siempre al compás de los distintos regímenes y ministerios, de administraciones a menudo contrapuestas y de una sociedad civil cada vez más compleja. Lo que ocurre en Madrid afecta, de un modo u otro, al conjunto de España, y su falta de rumbo dice mucho de la desorientación general que nos amilana.…  Seguir leyendo »

Es difícil exagerar la importancia de la universidad para nuestro futuro. Siempre que no nos resignemos a vivir en un país de salarios bajos y alto desempleo, amarrado al turismo y en espera de periódicos arranques inmobiliarios. De la universidad dependen la formación y el reciclaje de profesionales competentes, gran parte de la investigación científica y de las innovaciones que alimentan una economía moderna, y el trabajo en libertad de gentes dedicadas a pensar en un mundo complejo. Además, la buena universidad pública constituye un potente motor para el fomento de la igualdad de oportunidades y para el aprovechamiento de la inteligencia.…  Seguir leyendo »

En una de las mejores entrevistas que le han hecho hasta ahora, la de Jordi Évole en el programa Salvados, Pablo Iglesias mencionaba una canción reciente de Los Chikos del Maíz. Estos raperos proponen en ella entrar en el Congreso de los Diputados para preguntar —como Clint Eastwood cuando se lía a tiros en el saloon de la película Sin perdón— “¿quién es el dueño de esta pocilga?”. Ante los comentarios de Évole sobre el ajuste de cuentas que presagia el duro lenguaje de su partido contra la política parlamentaria, el jefe de Podemos admitía que “hay una parte de eso”.…  Seguir leyendo »

El núcleo de la democracia

Al término democracia se le han añadido demasiados adjetivos a lo largo de la época contemporánea. Algunos intelectuales adeptos al franquismo opinaban que aquella tiranía no era sino una democracia orgánica, en la que estaban representados organismos naturales como el municipio, el sindicato o la familia. Bastardeaban así una vieja tradición organicista, que había criticado los excesos del individualismo y reclamado la presencia de corporaciones o asociaciones en los parlamentos. A la vez, los países dominados por la Unión Soviética presumían de democracias populares, extensión de los frentes que habían proliferado antes de la Segunda Guerra Mundial. Pero estaban llenos de estructuras totalitarias, controladas por un partido hegemónico que, fundido con el Estado, ejercía una dictadura implacable.…  Seguir leyendo »

Todos quieren café

La ansiedad que provoca el desafío nacionalista catalán conduce a menudo a plantear el problema como un mero conflicto bilateral entre Cataluña y España. Entre una comunidad autónoma y el Estado, entre dos Gobiernos o entre dos naciones, según se mire. Así, la solución consistiría en reformular las relaciones que mantienen ambas partes, ya sea con un nuevo acuerdo de convivencia o con una ruptura, preferiblemente pactada. Sin embargo, esta visión de las cosas olvida que cualquier fórmula afectará de lleno a la estructura estatal de toda España, que las demás comunidades no van a limitarse a tomar nota de lo que ocurra en Cataluña y que allí se juega el futuro del conjunto del Estado español.…  Seguir leyendo »

La caída de los viejos caciques

Si no lo impide una petición de indulto, Carlos Fabra —jefe del Partido Popular en Castellón durante más de dos décadas— entrará en la cárcel un día de estos. El Tribunal Supremo ha confirmado la sentencia que le condenó a cuatro años de prisión por fraude fiscal. Poco antes, un juzgado inhabilitó por prevaricación continuada a otro notable del mismo partido, José Luis Baltar, que estuvo al mando en Ourense un cuarto de siglo, aunque su castigo no tendrá consecuencias porque ya está retirado. Ambos encarnan una manera de hacer política que, para emplear una palabra que todo el mundo entiende, llamamos caciquismo.…  Seguir leyendo »

Lo accidental y lo sustancial

República o Monarquía: este dilema marcó algunos momentos cruciales en la España contemporánea y definió durante décadas culturas políticas enfrentadas e incluso incompatibles. Hubo varias maneras de ser republicano, pero la más habitual se vinculaba a la herencia de la revolución que en Francia había guillotinado a un Borbón, enemiga acérrima de aquel Antiguo Régimen que adjudicaba el poder a la Corona, legitimada por la Iglesia, y sostenía un orden jerárquico que presidía la aristocracia. La República, en cambio, equivalía a un sistema democrático que reconocía ciudadanos iguales y no súbditos, en el que se atendían los intereses del pueblo y el clero perdía su influencia.…  Seguir leyendo »

En la España contemporánea, Monarquía y democracia fueron casi siempre incompatibles. Durante el siglo XIX, Fernando VII acabó con la Constitución de Cádiz, Isabel II reinó sobre un sistema liberal muy restringido y sus descendientes disfrutaron de poderes constitucionales que les permitían decidir quién y cuándo gobernaba. El paréntesis de Amadeo I apenas esbozó un régimen parlamentario. Ya en el XX, Alfonso XIII tiró por la borda la experiencia acumulada a lo largo de varias generaciones y apostó, en el agitado contexto europeo que siguió a la Gran Guerra, por una alternativa autoritaria. La Monarquía se asoció con la dictadura militar y traer la democracia equivalía a proclamar la República.…  Seguir leyendo »

Neutralidad convulsa

No se preocupen: la historia no se repite. Conforme se aproxima el centenario del comienzo de la Gran Guerra se intensifican las especulaciones acerca de las similitudes entre 2014 y 1914, aunque no hay en el horizonte un conflicto bélico, de alcance continental o global, entre dos grandes alianzas de potencias militares. Nunca se sabe, y tal vez las crisis en el este de Ucrania o en el Mar de China nos den una desagradable sorpresa. Pero por ahora es mejor dejar a un lado los paralelismos facilones y aprovechar la inevitable efeméride para comprender mejor lo que pasó entonces. Porque resulta difícil exagerar la importancia de aquella lucha, que transformó por completo el mundo.…  Seguir leyendo »

¿Qué es la corrupción? Aunque parezca mentira, no está del todo claro. Ni siquiera cuando hablamos de corrupción política. Los expertos en el asunto manejan definiciones que admiten muchas dudas: para los partidarios de una visión amplia, se trata de abusos que contravienen la moral vigente con el fin de obtener beneficios particulares; para los que prefieren concretar más, son actos que violan la ley e implican el enriquecimiento de los corruptos. Pero, ¿qué ocurre cuando las costumbres aceptan que los responsables públicos rebañen algún botín? ¿No hay entonces corrupción? ¿Y si las leyes no previeran ciertos casos de saqueo? Cualquier definición cojea.…  Seguir leyendo »

El economista César Molinas, en su importante artículo Lo que no se quiere oír sobre Cataluña (EL PAÍS, 19 de enero de 2014), trata de aportar soluciones al actual conflicto territorial y pone sobre la mesa propuestas bastante sensatas. Hace, además, un recorrido histórico en el que señala, con acierto, cómo los siglos XVI y XVII, pese a la conservación de las “libertades” medievales, representaron una fase oscura y decadente en la vida catalana, mientras que el XVIII, tras los Decretos de Nueva Planta, supuso el inicio del crecimiento industrial, mercantil y cultural de Cataluña. Sin embargo, el autor recurre a argumentos esencialistas, tan viejos como desacreditados, que no solo no aclaran el problema al que nos enfrentamos, sino que lo agravan con renovadas ofensas y descalificaciones.…  Seguir leyendo »

"Los que de palabra, por escrito, por medio de la imprenta, grabado, estampas, alegorías, caricaturas, signos, gritos o alusiones, ultrajaren a la Nación, a su bandera, himno nacional u otro emblema de su representación, serán castigados con la pena de prisión correccional”. No, no se trata del anteproyecto de ley de seguridad ciudadana que ha presentado el ministro Fernández Díaz, sino de la llamada Ley de Jurisdicciones, aprobada en 1906 para sancionar los ataques a los símbolos españoles. Como la ley Fernández, aquella norma incluía también los de “las regiones, provincias, ciudades y pueblos de España y sus banderas o escudos”.…  Seguir leyendo »

El gran historiador Vicente Cacho Viu, madrileño y catalanófilo convencido, preparó antes de morir en 1997 un libro titulado El nacionalismo catalán como factor de modernización, que vio la luz al año siguiente. En él afirmaba que el movimiento catalanista, nacido al calor de la crisis que enlazó los siglos XIX y XX, había significado un avance notable no sólo para la vida política catalana sino también para la del conjunto de España. Por un lado, el catalanismo había elegido la vía democrática para lograr el reconocimiento de su patria; y, por otro, había concebido un proyecto de dimensiones españolas, única manera de obtener la ansiada autonomía.…  Seguir leyendo »

La lectura del último libro de Antonio Muñoz Molina, Todo lo que era sólido,deja un poso de inquietud, una duradera sensación de incomodidad, incluso cierta angustia. El texto retrata con crudeza aquellos “años del delirio”, cuando cualquier cosa parecía posible en una “España alucinada” donde sobraba el dinero y nadie se preguntaba cuánto costaban los lujos y quién los pagaba. Parece increíble que se perpetraran tantas barbaridades, que se acometiesen tantas empresas absurdas y ruinosas. No eran toda la verdad, cierto, pero todas ellas fueron verdad.

Podríamos preguntarnos si hemos escarmentado o si, en cambio, esta crisis tan solo es una pausa, más o menos larga, para luego volver a las andadas.…  Seguir leyendo »

Hace unos cien años, en la España que transitaba del siglo XIX al XX, la palabra regeneración inundaba el lenguaje político. Su presencia era tan abrumadora que pocos historiadores dudan a la hora de calificar de regeneracionista el periodo comprendido entre la derrota colonial de 1898 y el comienzo de la Gran Guerra en 1914. Hubo entonces regeneracionismos de diversos colores, nacidos o reflotados al calor de la debacle ultramarina: católicos y liberales, catalanistas y españolizadores, empresariales y pedagógicos. Pío Baroja, en su novela La busca, de 1904, retrataba una zapatería que, en los barrios bajos de Madrid, ostentaba un desafiante cartel con el lema A la regeneración del calzado.…  Seguir leyendo »

Los nacionalistas, todos los nacionalistas, adoran las conmemoraciones. Inventan o aprovechan aniversarios con el fin de renovar y difundir sus mitos fundacionales, de rendir culto a sus héroes y, en definitiva, de fortalecer la identidad nacional correspondiente. Tratan de imponer en estas ocasiones su visión de la historia: las naciones que se precien han de ser antiguas, reconocibles a través del tiempo por características perennes como el arraigo en un territorio, la lengua, la religión, la raza o las virtudes de sus miembros, desde el amor por la independencia hasta la laboriosidad o el valor guerrero. Y no hay mejor base para las reivindicaciones nacionalistas que esa continuidad histórica: si una nación ya estaba formada —pongamos— en el siglo XIII y luchaba por sus libertades amenazadas en el XVIII, ¿cómo negar hoy su existencia y la legitimidad de sus demandas?…  Seguir leyendo »