Expatriados
Tenía los ojos puestos en la primera página de mi libro cuando, de improviso, una voz de mujer me obligó a alzarlos. «Buenas tardes», dijo con aplomo, «¿podría firmarnos también éste?». Fue su acento lo que me alertó. Estaba a más de diez mil kilómetros de casa, en el otro extremo del mundo, en la Feria del Libro que estos días se celebra en Santiago de Chile, y ya casi acostumbrado a escuchar el español cantarín de ese rincón del planeta. Aquel timbre, sin embargo, no era mapuche. Era como el mío. Más rudo. Más seco. Castellano. Una muchacha de ojos claros, acompañada de un hombre que no despegó los labios en ningún momento, me tendió entonces su ejemplar con los ojos humedecidos.… Seguir leyendo »